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Rcdachn de R e del p e A
El siglo XIII fue el siglo del renacimien– io religioso duranie el cual surgieron dos Or– denes monásticas, la de San Francisco de Asís y la de Sanio Don-,ingo de Guzmán, y el más grande expositor de la filosofía escolás· tica, Santo Tomás de Aquino. Fue también el siglo del renacimiento del al±e con Cirna– bue y GhioHo; y adelnás, el siglo de Marco Polo, Carlos de Valois y Roger Bacon. Fue
esia la época de una nlagnífica energía se–
glar que impulsó el surgirniento de las clases medias y de las ciudades-estados indepen– dienJes que dividieron a Italia entre el par– Jido del Papa --los Güelfos- y el partido del Emperador - los Gibelinos - y mantu– vo a los italianos en conslante guerra civil que Ierminó con el colapso del Imperio y la cautividad babilónica de la Iglesia.
En ese mundo en que luchaban el espí– ritu medioeval y el espíriiu moderno nació y vivió su Iurbulenta vidR: Dante Alighieri (1265-1321) cuyo 700 aniversario se conme– mora.
La madre del Dante, poco antes de que éste naciera, iuvo un sueño 811 el que vio a su hijo comer las frutas de un árbol de lau– rel, y que con gran asombro suyo el niño crecía y se convertía en un brillante pavó real. El portento onírico se convirtió en rea– lidad durante la vida del poeta, aunque su madre no llegó a confirmarlo porque murió cuando el niño fenía apenas cinco o seis años.
El huérfano quedó al cuidado de su padre y de sus deudos, y de Brunetio Latini, el ilus– tre maestro "que jamás dejó de serIe caro", autor del "Tesoro" y del "Tesoretio" , hom– bre sabio de su época quien le im.partió sus conocitnien±os en li.tera±ura, filosofía, cien– cias, teología y cuantos ran"lDS del saber hu– mano aquel dominaba y el discípulo absor– bía con su clara inteligencia. A su maestro debió el conocimiento de los poetas anliguos, por quienes JUVO religioso respeto y a quie– nes in1.i±ó en las elegías, canciones y sonefos que la angelical Beatriz le inspirara.
. En la primavera de 1274, Falca f'orlina– n, un intluyente ciudadano de Florencia
~nunció a sus amigos la celebración de un~
hesta familiar. El padre de Dante era uno de los invitados y iras él se fue el muchacho
q~_e ya frisaba en los nueve años, con otros
nr~os que anticipaban la alegría de la "fes– ta Con los dulces y refrescos, trovadores.
malabaristas y volalineros. Dante' "por na– luraleza i=presionable y vehemente", del– gado, con sus grandes ojos negros y pálida
piel morena, su nariz aguileña, su labio in–
ferior y su rnandíbula salien!es, se maniuvo apartado y quieto, en una disposición de áni– mo que desde enfonees indicaba el lenlpera
lnenio que Boccaccio, su contemporáneo, describiría COInO "algo presunluoso, desde– ñoso y al±.ivo, que no sabía CÓrrlO llevarse bien C011 gentes cOITlunes". De pronio el mu– chacho vió a la hija de Portinari, Beatriz. Esa
primera impresión se le gravó pennanenÍe–
rnen±e Y así ]a describió más larde en "La Vida Nueva":
Había hsnscunido de su vida el fiempo
que larda el estrellado cielo en recorrer hacia
Oriente la duodécin1.a parle de su grado y, por .tanto, aparecióseme ella casi empezando su no– veno año y yo la vi casi acabando mis nueve años Llevaba indumento de nobilísimo, senci– llo y recatado color bennejo,e iba ceñida y
adonl.uda de la guisa que cumplía a sus juveni– lez.; años. Y digo en verdad que a la sazón el espírifu vital, que en 10 recóndito del corazón tiene su morada, comenzó él laiir con tanta fuer– za que se mostraba horriblemenfe en las l1'leno– les pulsflciones Tembll;._udo, dije estas pala–
bl aso: Ecce deus forlior me, qui veniens domina– b:ifur ~nihi _(He a9uí un dios n'lás fuerle que yq,
que VIene a domInarme) .
y a la vel dad que desde entonces euseño– reóse Amor de mi alma, que a él se unió incon– tinente, y cornenzó a tener sobre mí tanto as– cendiente y tal dominio, por la fuerza que le daría mi luisma in'laginación, que vhne obliga– do a cumplir cuanto se le anfojaba Mandá–
bame a menudo que prOCU1Bse ver a aquella criahua angelical Yo, puedl, andábame a bus– carla y la veía con aparecer tan digno y tan noble que cierfamente podíanscle aplicar aque–
ll?;s palabras del poeta !-Ion1.ero: "No parecía hIJa de hombre ITlorlal, smo de un dios "
Aunque nunca le habló a Beatriz, Danie nunca pudo olvidarla. La procuraba ver, a
menudo, pero a dislancia. Nueve años más
tarde del primer incidente ocurrió airo que motivó su dedicación a la poesía.
". Aconleció que la admirable ITlujer apare– móseme yesfid~ con blanquísin1.o indumento, en±re dos genhles ITlujeres de mucha ITlayOl: edad Y al enhar en una calle, volvió sus ojos J:l.acia .donde yo,. ±~ITleroso, me enconhaba, y con mdeClble amabilIdad, que ya habrá recompen– sado el Cielo, me saludó tan expresivmnen±e que entonces creíame ±ransporlado a los úlfin1.os lin– deros de la felicidad embargóme tan dulce emocicSn que aparléme, como embriagado, de
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