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« Previous Page Table of Contents Next Page »Cuando se frafa de formar plantaciones de café, ó de añil, cacao, etc... , es m.enesier exalninar si el terreno pl esenia las condicio–
nes especiahnenfe requeridas para cada cu]– tivo, condiciones de que trataremos al hablar de cada uno de esJ-os separadamente. La pre–
sencia de u.no Ó valías ríos en un terreno au· monla sjelnpre su. valor.
Tal es el modo de adquirir la propiedad en Nicaragua. CU8udo un terreno denuncia– do no se cuHiva ó deja de cultivarse, puede
[18r denunciado otra vez al cabo de un Ham– po que ]a ley rle±ennina, segU1J el caso. No eX1s1e dato aJ guno acerca de la estadística de los ierrenos¡ es in1.posible cOnocer la ex– tension de los baJdíos que quedan todavía al Gobierno en cada deparfaluenl0, ni la pro– porcion entre el dominio del Estado y el do– minio de los particulares. Nada se sahe iam– poco sobre la proporcion de los .terrenos cul– iivados con los inculios, y, entre esíos ú1±i–
mos, la proporcjon de los susceptibles de cuJ–
Evo á los qu.e no lo son. Los jueces de agri–
cul±ura pudieran ob:lener, en cada departa–
menio, la surna de los terrenos afectados á
cada clase de cul±ivo; pero no nos ha sido
posibJo obiener esre dato, del cual hubiéra– mos podido deducir tmnbien la relacion im– portante de Ja supertide cullivada al llún,e– ro de habiianies y la caniídad de tenenos cuHivados por pueblos y por deparimnentos.
UI1U \Tez 011 posGsion del teneno Se c1.es~
monia. La palabra "desmon±e" explica muy bien l~ nahlraleza de la operaci.on. En efec–
10, no se arranca raiz alguna, ni se labra la superfici.e; De co"t'ian Jos á.rboles al as del sue~
lo lo mas posible, y luego, cuando el sol <::lel
vü18110 ha secado lodo 10 derribado, se le po~e
fuego. En general, el primer incendio (que– ma) no c!eslruye todo, y se hace neceséltio amolltonar los restos y pegarles fuego de
nUevo (requen,a). Hé aquí la economía de 1,;, operacion, una primera bligada de opera– nos peneh a en el monte con " n1acheies y cu– fachas", y corfa todos los bejucos y árboles menudos, dejando atrás únicarnenle los que n.ecesi.tan el enlpleo de la hacha; esta opera–
CIOn se llaITla "socolar". Tras de ellos vie–
nen 108 "hacheros" encalgados de derribar
Jos árboles gruesos, y acoITlpañados cada uno do dos "picadores", cuyo oficio consisre en separar las raITlas y despedazar los árboles una vez que eSTén caídos. El desmonte de una H1.RnZana representa 16 lareas para so–
colar, y Un dia á cuatro hacheros y ocho pi– cadores; con quema y requen1a puede va– Juarse en $ 7; pero se han visÍa requemas que han costado el doble. El desmonte, se– parando las Juacieras útiles, se valúa en $ 10
por manzana; arrancando los 1roncos, COnlO
se hace para el cacao, Se valúa en $ 20. Se concibe fácilmenie que los grandes desrnontes deben producir enfermedades. A la sombra de las selvas, y bajo la influencia
de la .frescura perpé±ua que reina en ellas, se rnanhene en un esiado de serniputrefaccion
permanenfe una primera capa de hojas secas y de residuos ó detritos en vía de descomposi– cion. En tiempo nonual las miasrnas que Se desarrollan, constantemenie absorbidos por los órganos respiratorios de los poderosos ve– getales que Jos abrigan, no lienen otra in– fluencia que la de triplicar el vigor de esta misma vegetacion que alimentan, y por la que, á la vez, esfán alüuenfaclos. PelO cuan~
do el desmonte hace desaparecer la verde bóveda y expone á los rayos de un sol de Ve– rano eSTa capa, en verdad fértil, pero pútri–
da, ]a producción de los gases perniciosos es mas activa, y como han desaparecido las hojas que Jos absorbían, van á Jo lejos á lle–
var su influencia dele±érea, que se iraduce
por fiebres paludianas. Si el desmonre es pequeño (y siempre lo es cuando no pasa de 100 manzanas, caso que es el mas cOlLlún en Nicaragua), no puede haber inconvenien–
le; los bosques vecinos absorben fodos los ga– ses y no dejan pasar mas que aire puro; he– mos observado tambien, al hablar del clima, que Nicaragua goza de una venlilacion rrlUY especial, sobre todo en el verano.
Antes de sembrar lo ql"e se trata cose– char, es necesario garaniizarse de la iÍ1.va..
sion de los animales en general, y, sobre fo
u do, de la del ganado, que, por de!$gracia, an–
da libre e11 toda la República. No hay dnela que, de aquJ Ú poco tiempo, el Gobie>no ten– drá que iomar medidas acerca de este abu· so, que ha desaparecido ya de muchos otros países hispano-americanos (1). En efedo, se concibe difícilmente que los sitios donde está el ganado, irracional y semoviente, sean los que no tienen cercas¡ rrtienlras que las pJau~
fas, las cuales 110 se mueven y no pueden causar daño alguno, lo estén cuando no lo necesitan. Sea lo que fuere, las cercas se for· man por lo regular con las propias maderas del desmonte que encierlan. A ese efecto, se escogen frozos de dos ó 1ree varas de largo,
que tengan varias horquetas, y se plantan en pi.é á cuatro ó cinco varas de distancia; lue go, sobre estas horquetas se ponen ramas y
varas mas ó menos rectas. Pero esie sistema es generalmente provisional, porque las ma~
deras se pudren y tienen poca duracion. Pa– ra obtener una cerca definiiiva y efeciiva se abre una zanja alrededor de la cerca provi– sional, y la tierra de la excavacion se arroja por el lado de adentro. Despues, en esfe ro– dete de tierra provenienle de la excavacion de la zanja, se siembran retoños de "piüue– la", bromeliácea que muy pronto llega á ser aHa y espesa y cuyas hojas están armadas de espinas curvas, codantes y temibles, que hacen de ella un sera realmente infranque– ble. La piñuela crece con vigor, aun en los ierrenos mas Ingratos, basia colocarla en un hoyo y mantenerla en una posicion verlical.
(1) Existen leYM á ese lespecio
t pero son incompletas; y
además nunca se cumplen.
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