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La cerca que acabamos de describir tie– ne en realidad tres varas de aHo, es decir: aHura de la zanja una vara, escarpa del ro–

dete :media vara á una vara; piñuela una va–

ra y media. Su establecimiento comprende

las operaciones s iguien±es: cerca provisional,

arrancar la piñuela, trasportarla, sembrarla:

$ 4 las 100 varas; zanja, 6 varaS por tarea, es decir, $ 5 las 100 varas, añadiendo la manu– tencion del obrero.

A veces se hacen cercas con diversos ár– boles, cuyo desarrollo es roas Ó lUenos rápi–

do, v. g.: el rnarango, tempate, limonero,

mango, madera negra; airas veces se em.plea

un al08, la "aabulla"

r el cardan (cactus

cereus). Muchos autores han escrito que, en

Nicaragua, los cercos se hacían con la "pita",

lo que es un error, porque la pita tiene una

hoja lierna que los aniIuales comen para pa– sar. Adem.as, en ciertos veranos muy secos,

no es raro que el ganado coma la misma "pi– ñuela" para penetrar en las plantaciones;

pero es un caso muy raro, cuando la zanja

es honda y limpia, y cuando el cerco no pre– senla solucion de continuidad.

Es natural que en Nicaragua nunca se

haya hablado de desagüe, ó "drenaje", pues– to que los lerrenos que pueden cuHivarse sin

practicar esas operaciones son quizás diez ve– CEaS lnas extensos que la superficie que nece–

sita la poblacion. En cuanto á la prepara– cion por el arado y el arrancamiento de las

raices, lodavía no se ha experimentado su ne– cesidad, sino es en ciertos casos muy limita– dos; en general se arrancan las raices ó se

forman surcos solamente en el cuHivo del ca– cao y á veces en el de la caña ó del zacate; pero esta operacion tiene mas bien por obje– to la formacion de líneas regulares, que la mejora del suelo por la remocion de la tierra. Sin duda el uso mas frecuente del arado au–

TIl.eniaría rnucho el rendimiento de una su–

perficie dada, sobre todo en cuanto á los gra– nos. Así es que es muy notable que en los Esiados Unidos, donde el terreno es mas ca– ro, menos fértil y 'el precio del jornal y todos los gastos mucho mas elevados, han llegado á vender el maiz mas barato que en Nicara– gua, debido esto únicamente al aumento de los rendimientos por la perfeccion del cuHivo.

Cuando un terreno está agotado, en lu– gar de abonarlo se abandona por algun tiem– po; el monte lo invade durante un año ó dos, y despues puede desmontarse de nuevo.

En cambio, esta exhuberancia del suelo se traduce, no solamente por el desarrollo rá– pido de lo sembrado, sino tambien por el de– sarrollo todavía mucho rnas rápido de un sin número de yerbas malas cuya variedad es

inmensa: las mas notables son el guarumo,

de que hablé anterionnente; la higuera, va– rios anisillos, la flor amarilla, e±C... Algunas presentan la muy notable particularidad bo– tánica de aparecer en cualquier desmonte, inmediatamente despues de la quema, y aun cuando, antes de derribar el monte, ninguna

de ellas existía en el lugar. De modo que es imposible que una sementera cualquiera lle– gue hasta la madurez, y hasta la cosecha, si– no desyerbando constantemente las malas yerbas que la invaclen. La desyerba se eje– cuta con el machete, y casi siempre se hace por tareas.

Cuando se quiere cuHivar con regadío, las presas levantadas en el rio que deben

surtir el agua necesaria, son casi siempre de

cal y canto; pero tambien las hay de tierra y madera. La distribucion se hace con mu– cha irregularidad, los canalitos son mal ni– velados y se forman charcos. Puede decirse que el regadío es todavía para aprenderse en Nicaragua. La sola hacienda del "Valle Me– nier" es la que tiene un riego formal.

II

Los obstáculos naturales que encuentra el cuHivador en el órden material son nada en comparacion de los que encuentra en el órden lnoral. Por cuHivador entiendo em– presario de agricuHura; porque el pequeño cuHivador asilado, trabajando por cuenta su– ya, teme solamente á los animales nocivos y á las intemperies imprevistas. Pero en esos cuHivos, que solo pueden hacerse con un ca– pital regular y en los cuales debe emplearse

un m.ayor ó menor número de operarios, es

preciso establecerse cerca de un centro de po– blacion, bajo pena de no encontrar la genie necesaria; en otros tiempos la esclavitud ha– bia sido inventada para obviar esta faHa; el "coolismo" que la reemplazó no ha penetra– do todavía en Nicaragua. El primer incon– veniente de este estado de cosas es el au– mento de precio de los terrenos situados cer– ca de las poblaciones.

El "peonaje", tal como Se ve en Méjico y varios otros puntos de la América Españo– la, no existe en Nicaragua. Este es un pro– greso moral positivo, pero desastroso en sus

consecuencias económicas. Con el verdade–

ro peonaje, el suelo ENTERO está repartido entre los propietarios, cuyos derechos provie– nen desde el tiempo de la conquista. El in– dígena que no posee nada, debe, para poder producir y vivir, solicitar el permiso de ins– talarse en el fondo de un propitario cualquie– ra, á quien paga un alquiler, exigible en días de trabajo: El poseedor del suelo aprovecha la presencla de estos arrendatarios especiales para ofrecerles de trabajar permanentemen– te su finca de él, y, como el precio del jornal es mas remunerador que lo que pudiera ga– nar el pobre labriego con el produC±o de su propio trabajo, deducida la renta que debe pagar, acepta con gusto la proposicion. Lue– go la tienda establecida en la hacienda hace brillar a sus ojos todas sus riquezas; se le abre un crédito relativamente ámplio, sien– do pagables las cantidades en días de traba-

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