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iablecerse en San Carlos, con una pequeña colonia de ingenieros y maesiros, y algunos miles de pesos. Esie acto de valor no tuvo buen éxHo. La junta de recursos, estableci– da en París, y que se había compromefido á sostener al señor Belly, lo abandonó comple– tamente, Y al cabo de pocos meses, esa ten– tativa, la mas seria y formal que se haya he– cho para el canal de Nicaragua, fracasó mise– rablemente (1859).

Desde aquella época, la convencion de Rivas ha sido disputada ante todos los tri– bunales de Francia, por los acreedores del se– ñor Belly, que la reclamaban corno la única prenda que podía indemnizarles de sus anti– cipos en dinero. Varios de los competidores intentaron lanzar otra vez la empresa del ca– nal en el mundo de la especulacion, y este nuevo período de la historia del canal de Ni– caragua ha sido marcado por este carácter padicular que se presentaron tres proyectos

nuevos, y, los ires, m.as inconcebibles unos

que otros: el uno, cuyo autor es el señor Loas, consiste en hacer pasar los buques con lodo y carga sobre los carros de una línea férrea colosal; el segundo, del señor Torné de Ga mond, consiste en canalizar el rio San Juan por la "inundacion de los valles laterales!!!" En fin, el úHimo, presentado por el señor Sa–

muel, consiste en una canalizacion especial

en la cual los buques serian trasportados

sobre "chatas".

Mientras Se producían esias combinacio– nes insensatas, la cornpañía del tránsifo vol–

vió á emprender su movimienio de circula–

cion, y lo conservó hasta 1869, en que fué aniquilada por el gran ferrocarril del Pacífi– co.

En medio de tantas oposiciones y ensa– yos, hemos olvidado mencionar á Mr. Piro, comandante de la marina brifánica, y que, en 1853, concibió la idea de hacer un ferro– carril de Punta Mico sobre el Ailánlico, á San Miguelilo, en la márgen oriental del La– go, atravesando la Mosquifia. El tránsito debía acabarse por el Lago, y el camino te– rrestre comun, hasta llegar á Corinto. Esta proposición tan extraña fué, sin embargo, la que tuvo el mejor éxifo de todas. En la idea de su autor, los productos de este primer tránsifo, incómodo y elemental, debían ser consagrados á la ejecucion progresiva de un ferrocarril que atravesaría completamente la República hasta el Pacífico, y despues, cuan– do la colonizacion hubiera hecho de esta co–

rnunicacion una em.presa de primer órden,

se habría construido el canal. Bajo esos aus– picios, y debido sobre todo á la posicion so– cial elevada del señor Pim, se formó una compañía. Pero, como muy pronto se re– conoció que el proyecto era impracticable, la compañía consagró su capifal á la explo– tacion de las minas de Chontales, las cuales dan ahora dividendos formales á los accio– nistas.

En fin, en 1868, el Gobierno de Nicara-

gua se cansó de esperar el éxito de los es– fuerzos del señor Belly, que seguía trabajan– do sin desanimarse en favor de la empresa, y celebró un contrato con el señor Michel Chevalier, senador francés, economista céle– bre, capifalista de mucha influencia, y en fin, ingeniero, y autor de varias obras sobre la apertura del istmo americano, obras que han

sido, y son fodavía, autoritarias en materia

de canal. A pesar de este ilustre patrocinio, la empresa no pudo adelanlar: el señor Che–

valier había in1.pues±o, como condicion "sine

quá non" de su aceptacion que el contrato fuese ratificada por el Congreso de Costa Ri– ca sin modificacion alguna. La reovlucion acaecida en Costa Rica al mismo tiempo, hi–

zo que esta raiificacion se hiciera esperar un

año. Pero, al cabo de este año, se habian levanlado las complicaciones polificas que acabaron por la guerra de 1870 entre la Fran– cia y la Prusia, y esie úHimo esfuerzo del Gobierno nicaragüense se frustró como todos los anteriores.

Actualmente, la cuestion está iodavía

pendiente, y se espera que las comisiones

americanas exploradoras de Tehuantepeque y el Darien, no habiendo encontrado nada por estos lados, iendrán que venir á Nicara– gua. Lo que es innegable es que nunca se ha experimentado, tanto corno ahora, la ne– cesidad del canal americano, y que, forzosa– mente, tiene que hacerse de aquí á pocos años, ya sea por Nicaragua, ya sea por otro de los puntos que hemos mencionado. En

lo que á nosotros loca, creemos que la rufa

de Nicaragua es preferible á todas las demas, y quizás la única practicable de cuanias se han propuesto.

NOTA.-Escrito lo que antecede, vino á Nicaragua J a comisión exploradora de los Es– tados Unidos, al mando del comandante Crossmann. Por desgracia este se ahogó en la barra, al desembarcar en San Juan del Narre. El capitán HaHield, del buque "Ran– sas", que habia llevado los ingenieros, tornó entonces el mando de la expedicion, y á pe– sar de que, al principio, abrigaba poca con– fianza en el éxifo de los estudios por Nicara– gua, tuvo muy pronto que ceder á la eviden– cia, y reconocer que la praeticabilidad del canal en este país es eminente y palpable. Las lluvias impidieron que se reconociesen todas las soluciones propuestas, y la expedi– cion volvió á Washington (julio de 1872),

llevando consigo los estudios del puerto de San Juan del Norte y del rio San Juan, y los reconocimienios de las rutas por el rio Sa– poa y por el rio Grande, siendo la opinion de todos los ingenieros muy favorable á esa úHima.

Hoy día (28 de octubre de 1872) se está anunciando que la expedicion de Nicaragua

volverá a sus fareas en diciembre próximo,

y seguirá estudiando los trazados propuestos,

y buscando nuevas rufas, si acaso se necesi–

tan y se encuentran. Al mismo tiempo, la

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