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de un camino ierresire empedrado, que nun– ca pudo acabarse.

En fin, en 1853, M. Squier publicaba su proyeC±o de ferrocarril, de la bahía de Fonse–

ca á Puerto Caballos, cuya concesion acaba–

ba de obiener del Gobierno hondureño. Es– ie proyeC±o, perfeC±amenie concebido y racio–

nal, y eminenten"lenie practicable, presenta–

ba iodas las veniajas deseables: ahavesaba un país sano y pinioresco y abreviaba consi– derablemenie el iiempo empleado en el via– je iotal de Nueva York á San Francisco, úni– co objeio que se proponian iodos los tránsi– tos inieroceánicos de aquella época. Desgra– ciadamenie, llegaba dernasiado iarde: el fe–

rrocarril de Panamá, enionces en cons±ruc–

cion, pudo acabarse á pesar de las dificuHa–

des innun1.erables que se encontraron en su

irayeC±o, y fué solamente en el a1'io de 1867,

cuando los capitalisias empezaron á ver que

los ferrocarriles interoceánicos podían tener

muchos otros objetos que el de trasportar emigrantes á California, que pudo volverse á

hablar de la ejecucion de Honduras. Ahora

una compañía inglesa lo está ejecutando, y

piensa acabarlo deniro de poco tiempo.

XIV

TRAZADOS POR COSTA RICA

Boca del Toro, sobre el Ailántico, y Gol– fo Dulce, sobre el Pacífico, son do,g puntos

admirables, separados por una cor1a disian–

Cia (25 legUas). Pero la COl dillera, enire ellos, se léVahta á tÍlla a11ura de mas dé 4,000

pié.s, de modo que no se puede pensar siqtde..;

ra en un ferrocarril y rnncho menos en un ca–

nal. Enire ambos d"clives de la cordillera ha eidsiido siempre un sendero indio, por

donde, aun ahora, ±r~spor±an ITl€rcancías

por medio de mozos de cordel. En 1605, el– Gobierno español mandó reconocer esia ve– reda por un ingeniero competenie, con el ob– jeto de averiguar si los tesoros del Perú pu–

<;lieran tomar este camino de prefc3rencia á

la ruia de Panamá, enionces infesiada de cor–

sarios.

En 1849, el señor Lafond de Lurcy obiu" va una concesion muy ventajosa en el golfo Dulce, con la condicion de unirlo con Boca

del Toro, primero con un camino carretero,

y despues por un ferrocarril. Su empresa, basada sobre la colonizacion, no tuvo buen éxito por causa de los fracasos que experi– mentaron en esta época las ieniativas de co– lonizacion belga en Sanio Tom.ás, y francesa en el Tabasco, los cuales hicieron mucho rui– do y han desacreditado del modo mas sensi– ble á iodas las ientativas de colonizacion ó emigracion en la América Central.

En 1861, el privilegio del señor Lafond ha sido solicitado de nuevo por una compa– ñía americana, pero el Congreso Costarricen– se negó su aprobacion. En fin, desde en10n·-

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ces, Costa Rica ha hecho los mas laudables esfuerzos para establecer un ferrocarril que

iría por una parte de San José á Pun±arenas

¡Pacífico), y, del otro lado, de San José al puedo del Limón (Atlániíco); este último acaba de concederse á M. Meiggs (1871), y los trabajos han empezado con la mayor ac– iividad.

XV

TRAZADOS POR PANAMA

La poca anchura del isimo am.ericano en Panamá (13 á 14 leguas) debía proporcionar

á esie ±razado mucho enlusiasrno por parie de las personas que se empeñaron en encon–

har la solucion del gran problema de canal.

En 1670, el piraia Morg-an dilató 10 días en airavesarlo á pié: eranga 16 días menos que Balboa.

Despues, sin embargo, en general, se

prefería subir el rio de Chagres en pipante hasia Cruces; de Cruces á Panamá se seguía

el carnIna carretero.

En 1828, Bolívar mandó ejecuiar la nive– lacion del isimo de Panamá por los señores Lloyd y Falmare, ingeniero sueco: se encon– ±ró que la altura del punto culminanie era de 600 pies; pero, al m.ismo iiempo, se obtu– vo un resultado de olra clase, y que esiaba destinado á producir un efedo muy favora– ble para iodos los proyectos de canal. Hasta' enionces, el público poco ilustrado había pensado, sin que se pueda averiguar con qué

moHvó, que ambos mares :n.o leniaú el mis–

mo nivel, siendo el Pacífico el ITlas alto, y, á–

consecuencia de éste absurdo, muchas perso~

nas creían que, al abrirse iln canal, el Pací~

ficd se precipi±aría -por aqUélla abertUra y– cubriría de agua las Antillas y parie del Ari– ±iguo Mundo. Es muy sencillo añadir que el clero, por un motivo inexplicable, apoya,

ba y propagaba esos errores, y, aun en nues–

iros días,

110 son pocas las personas que ad~

n,iien que puede haber en el mundo mares

mas elevados que oiros. Basta, sin embargo,

pensar que el Pacífico y el Atlániico Se comu– nican por el estrecho de Magal1anes, para convencerse que ambos Océanos deben iener el rnismo nivel, pero hay una demostracion mas general, y es que, en principio, debe

considerarse la ±ierra conlD enteramente cu–

bierta por las aguas, iodas, por supuesio, á la misma distancia del ceniro, es decir, á un

misnlo nível, y que, de cuando en cuando las

irregularidades del fondo iienen un re;"lce ial, que aparecen fuera de la superficie, cons– tiluyendo así las islas, en cuanto á los conii– nenies, son islas un poco mas grandes que las otras. De modo que hay un solo mar, que envuelve a todos los continenies, y que los geógrafos han dividido en partes que lle" van cada una un nombre diferenie para la comodidad de los esiudios.

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