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En la América del Sur, en 1864, el Go– bierno del Perú mandó á uno de los vapores

de su marina, el "Morona", á explorar la lí–

nea entera del rio de las Amazonas. El "Mo– rana" subió el rio principal durante 700 le– guas, entró sucesivamente en el Ucayalí y el Pachitea, sus afluentes, recorrió en ellos 200 leguas mas, y acabó por llegar sin obstáculo á un puerto natural, situado solamente á 95

J~guas d~ Lin:'a y llama'!-o el "Mayro"; doce dms hablan Sido necesarlOS para subir y sie– te se emplearon en bajar. Se trata ahora de construir un ferrocarril de Lima al Mayro y de establecer en el rio de las Amazonas ~n

servicio permanenle de vapores. De esle modo la travesía del Continente se haría en 9 dias y 25 dias se emplearian para ir de Lima ~

Europa.

Mas al Sur se eslá construyendo el ferro– carril trasandino, destinado á unir los ferro– carriles de Chile con los de la República Ar– gentina, sobre una extensión de 900 millas.

En fin, debemos notar los esfuerzos he– chos para que los buques atraviesen el esrre– cho de Magallanes, ele preferencia á eloblar el cabo de Hornos. El estrecho, mal conoci– do, ofrecía muchos peligros, por los arreci– fes ó islas de que está sembrado; ademas los buques que navegaban en el estaban expues– tos á calmas interminables; de modo que ca– si todos preferían doblar el cabo de Hornos á pesar de los sufrimientos que Se experimen: taban á esa latitud. Una cOInpañía Se ha or– ganizado, que ha mandado explorar cornple– tamente el estrecho de Magallanes, y ha for– mado en cada una de sus entradas estableci– Iruentos fijos donde los vapores encuentran pilotos experimentados, y los buques de vela, remolcadores.

Tales son las comunicaciones interoceá–

nicas que se encuentran en· Arnérica fuera

del istmo, de que vamos á ocuparnos' ahora, empezando por el ele Tehuantepeque.

La rula que atraviesa el istmo de Te– huantepeque fué señalada por la primera vez por Cortés, durante su jornada de Méjico á Honduras en 1523; allí se embarcó algunos años despues para California, en buques

~onstruidos en el istmo, y cuyas anclas, ca– nones, etc., fueron acarreados desde el Atlán– tico á lomo de indios. Cuando la instalacion del virreinato de Méjico fué bien completa, se estableció en este istmo un tránsito regu– lar, que se hacia pasando el cargamento de los galeones que venian de Filipinas, ora con bestias de carga, ora con mozos de cordel, hasta el Goazacoalcos (35 millas); allí tras– portaban las mercancías en botes hasta la embocadura del rio, donde las embarcaban para la Veracruz y despues para España. Es– te tráfico fué muchas veces impedido por los piratas en el siglo XVII, y entonces el carga-

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tajas entre dos trazados, las consideraciones siguientes serán de gran peso:'

Facilidad para encontrar operarios, ma– teriales y provisiones.

Salubridad, fertilidad de la region alra– vesada y comodidades para la colonizacion de las márgenes del canal, facilidades del clima para la ejecucion de los trabajos.

Presencia de minas en el trayecto, sobre todo minas de carbon, petróleo ó combusti– ble cualquiera.

Vamos á exponer ahora la historia de todas las soluciones propuestas; pero reser– varemos, por último, á las que pasan por Ni– caragua, para exarninarlas mas detenida– mente.

Empero antes de ocuparnos del istmo, debemos dar una idea de los esfuerzos he– chos en otras partes de América, para poner en comunicación las márgenes de ambos Océanos.

En primer lugar, se deben mencionar las numerosas tentativas hechas para encontrar un pasaje entre las nieves del polo ArticC? Consideraciones astronómicas y meteorológl–

cas autorizan, en efecto, para suponer que,

arriba de 80' de lato N., debe extenderse un mar exento de hielos, de modo que, si se pu– diera encontrar, entre las montañas de hielo, que Se hallan antes de 80', una apertura permanente, que permitiese entrar en este mar, y salir de él en todo tiempo, la navega– cion de las costas occidentales de Europa has– ta Asia Se encontraría singularmente abrevia– da. Desgraciadamente, hasta ahora, todas las expediciones dirigidas por este lado han fracasado, y el pasaje por el polo Norte está todavía por descubrirse. Es preciso añadir, en honor de la actividad humana, que los fracasos anteriores no han desanimado á los exploradores, y, casi todos los años, se diri– gen nuevas tentativas por este lado.

Viene despues el ferrocarril llamado del Pacífico, que atraviesa todo el territorio de los Estados Unidos. de Nueva York á San Fran– cisco, á la altura del 45' de lato N., sobre una extension de mas de 800 leguas y que fran– quea las Montañas Rocayosas á mas de 6,000

pies de altitud. Fué decretado en julio de 1862 y comenzado en 1864, á la vez en el Misuri y en California, y acabado en 1870.

El tiempo empleado en la travesía es de sie– te días, durante los cuales el viajero está alo– jado y mantenido en el tren, con todas las comodidades que pueden encontrarse á bor– do de un vapor en el mar, y ademas las no– ticias recibidas á cada estación por el telégra– fo le son comunicadas por un periódico im– preso en uno de los carros. Se trata ahora de la construcción de dos otras líneas transconti– nentales, y paralelas á la que acabamos de describir: la primera mas al Norte, á la altu– ra del 54 9 de lato y la segunda mas al Sur, bajo el 40', casi á 10 largo de la actual fron– tera mejicana.

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