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« Previous Page Table of Contents Next Page »do, de ése que ni siquiera intuye la existencia de tan alambicados conceptos.
Nadie como José Marti' la ha descrito mejor.
"Hénos aquí en la vieja ciudad. Vieja cúpula rota, pobre muro caído, triste aléro quebrado, ancho balcón desierto! Largas calles, antes pobladas, hoy son series larguísimas de muros, sobre el alto cim– borrio verde obscuro ha echado otro la yedra, la fron– dosa alameda, amplia, serena y grave, llora sobre las
ruinas
Pero hay mucha vida en aquella muerte Los pulmones, roídos por la orgía, el corazón, hinchado por el pesar, el cerebro, fatigado por el pensamiento; los
ojos, enfermos por la labor, la sangre, envenenada en
la ciudad, siempre mefítica, hallan igual alivio en aquellas corrientes de agua varia y pura, en aquella paz amable y pintoresco, ante la soberbia arcada del palacio roto enfrente del deforme, pero genioso Nep– tuno de Julión Perales, talento artístico nativo y en aquel aire, pletórico de existencia, libre siempre de miasmas y de contagio Se va a la Antigua pisando flores Se viene de la Antigua brindando vida"
En la calle de la Concepción, esquina con la que llaman de las Campanas, punto conocido por el vulgo como esquina de El Jaulón, construyó su casa seño– rial D Francisco de ia Cueva, Teniente de Gobernador y Capitán General, cargos en los que sucedió a su cuñado y a su hermana A la muerte de ambos, ca– só con Leonor Alvarado Xicontecatl, joven viuda del Capitán Pedro de Portacarrero, con quien la había desposado su padre, siendo ella casi niña todavía A este personaje femenino ha celebrizado el brillante es– critor e historiador guatemalteco José Milla en su muy leída novela la Hija del Adélantado, quien ya viuda, fue ofrecida en segundo matrimonio por su padre, al hijo de Almagro, en las negociaciones de Riobomba
La única descendencia directa del Adelantado procedió de ella, quien tuvo de su marido D Francisco de la Cueva, siete hijos, cuatro de ellos varones
Bemol Díaz habla de dos hijos del Adelantado, el mayor de los cuales, D Pedro, se puso en camino para España en compañia de Juan Alvarado, su tío, con el objeto de solicitar al Rey algunas mercedes, en aten–
ción a los servicios de su padre¡ y añade que nunca se
volvió a saber de ellos, por lo que se supone que se perdieron en el mar, o que fueron cautivados por los
moros El hijo menor, D Diego, viéndose sin recur–
sos, marchó al Perú y allá pereció en un combate Su hija Anica murió con Doña Beatriz' Todos estos hi-jos fueron naturales '
Su hermano Jorge, el fundador de la Antigua, file casado con una hermana de la amante india del Adelantado, Luisa Xicontecatl, madre de Leonor
La esposa de Jorge se llamaba Luda, y las dos
hermanas fueron hijas del célebre cacique de Tlaxcala Con una hija de este matrimonio casó el hidalgo espa–
ñol D Francisco Girón-Manuel, l/tronco de las nume–
rosas familias de Tabillas, Alvarez de la Vega y Toledo, Montúfares, Batres, Delgados de Náxera y
Larraves ll
,
según el Presbítero Domingo Juarros, autor
de la clásica Historia de la Ciudad de Guatemala, es– crita en el S XVii Nos hemos detenido en estas cu–
riosas genealogías intrascendentes, sólo por el deseo
de recordar a las anacrónicas familias dristocratizan–
tes que todavía alardean de pureza raciales, que así
fuelon formándose nuestros pueblos indohispanos
Gómez de Alvarado, el hermano que le acompañó al Adelantado en la avel1tura de Quito, se radicó el1 el Perú y fue uno de 105 primeros vecinos de Lima Tuvo
actuación destacada en las guerras civiles de ese país,
como capitón de los soldados de Almagro
Su hija María ha pasado a la historia como ejemplo de esmerada cultura, tanto que a ella se le atribuyeron las amorosas Epístolas, de sorprendente calidad poética, dirigidas desde un rincón de la serra– nía peruana, el pueblo de Huánuco, con el pseudóni– mo de Amarilis, al celebrado Lope de Vega Este ha sido un intríngulis para los eruditos
"Unos la identifican, anota Carlos Pereira en su Historia de América, con doña María de Alvarado, hija de Gómez y sobrina de Pedro, el Adelantado de Guatemala Para otros fue hija de Diego de Aguilar y Córdoba No falta quien la haga hermana de Do· ña Isabel de Figueroa Un eminente bibliógrafo la cree hija del Dr Francisco de Figueroa Hay quien ia llama María Tello de Lara
Lo más acorde con el buen sentido serlo pensar que Lape cometió una superchería literaria, y esto
quedaría confirmado si se recuerda que nueve años más tarde la IfAmarillis peruana" se convirtió en bogG–
tona por una distracción del poeta" Pero el hecho de que el intrigante pseudónimo se atribuyera a tantas mujeres, hace suponer que en la Lima virreinal había
muchas a quienes por su ingenio y educación, se las
consideraba capaces de escribir esas Epístolas de amor Lo que significa, además, que la educación de la mujer
durante la colonia, no estuvo olvidada, como muchos suponen
•
Los atropellados recuerdos de una vida tan agi– tada, la memOI ia de dos hermanas trasplantadas de la lejana España al Nuevo Mundo bajo signos infaus–
tos, la suerte varia que corrieron sus hijos y hermanos,
los miles de indios sacrificados en los campos de ba– talla o en sus vastas encomiendas, todo esto debió pa– sar por la mente afiebrada del Adelantado, cuando rT'alherido agonizaba en su lecho de campaña en Gua– dala jara, pues al preguntársele qué era lo que más le dolía, él respondió con frase preñada de desencanto y, acaso, de tardío arrepentimiento i El Alma'
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