Page 56 - RC_1965_11_N62

This is a SEO version of RC_1965_11_N62. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

Un caballero de aquellos viejos que estaba o un lodo de lo puerto, en quien los domos por mirar o lo lejos no habían puesto los ojos, oyó todo lo plótico, y no pudiendo sufrirse o escuchar mós, lo atajó vitupe– rando o los señoras con palabras afrentosos sus bue– nos deseos, y volviéndose o los caballeros les contó lo que había oído, y les dixo "Casaos con aquellas da– mos, que muy buenos propósitos tienen de pagaros la

cortesía que les hiciéredes". Dicho esto se fue o su

coso, envió o IIomar un cura y se cosó con una indio

mujer noble, en quien tenía dos hijos naturales; quiso legitimarlos poro que heredasen sus indios, y no el que escogiere lo Señora para que gozose de lo que él había trabajado, y tuviese a sus hijos por criados y escla–

vos ll

Al respecto, recuérdese que el mismo Alvorado había quedado cojo desde la batalla de Acajutla.

El Adelantado, de acuerdo con sus planes bíen meditados desde cuando viajó a España, se enfroscó en los preparativos de la nueva expedición, constru– yendo los navíos necesarios en el mismo pllertedllo de Iztopo, testigo de sus anteriores afanes expediciona– rios Toles propósitos en ningún momenlo fueron del beneplócito de su esposo, quien nunca podía convenir con que o lo dura pruebo del violento trasplante social y geogrófico que soportaba, se sumaran las prolonga– dos y azarosos ausencias de su marido

Lo flota de Alvorodo zarpó esto vez rumbo al norte, bordeando los costos mejicanos, con el propó– sito de lanzarse desde algún punto de ellos, mor afue– ra, ~n pos de los soñados Islas de los Especerías. L1e¡¡odo o los costos de Nuevo Golicio, encontró que el Gobernador C'¡stóbol de Oñote afrontaba uno glon insurrección indígena y se mostraba incapaz de so– meterlo con sus solos fuerzas. Alvorodo, con molo fortuna, intervino en ello.

En los campos de Nochistlón, en una obscuro se– rranía que los indios llamaban Muchitiltic que significa "todo negro", halló desastrosa final, atropellado por el caballo de uno de sus soldados, que 01 rodar le oca– sionó mortales golpes, o lanzado por su mismo Caballo Rojo que él cabalgaba, si aceptamos el fantóstico re– lato de Moco Barrett Dicen que Oñate trotó de disuadirle del peligroso ataque. conociendo la brovura de los indios y juzgando prudente esperar el auxilio pedido al Virrey Antonio de Mendoza

Alvorodo, como que tuviero que concurrir o su ineludible cito con el destino, se lanzó contra el ene– migo que ocupaba los alturas de Nochistlán, excla– mando "Ya esló echado la suerte en nombre de Dios o marchar, amigos, coda uno hago su deber, pues

a esto venimos" Un historiador moderno Cree en·

contror, y con mucho acierto, en la voronil y sencilla elocuencia de estas palabras, gran similitud con los que Nelson pronunciOlo siglos después en Trafolgar England expects every mon to do his duty to doy (In– glaterra espera que cada hombre cumplirá hoy su de– berl. Alvarado, gravemente herido, fue tlOs/adado a Guadalojoro donde murió, el 4 de Julio de 1541 Entre los disposiciones testamentarias que dictó, pidió que se le enterrara en el Convento de Santo Do– mingo de México Para cumplir su voluntad, sus

amigos sacaron el cadóver de Guodolojaro, pero nunca llegaron a lo capital azteca En medio camino ter– minaron por depositarlo en uno modesto iglesia que los Agustinos tenion en el pueblo de Tiperati, donde permaneció muchos años, host.] que su hija Leonor lo hizo trasladar o lo primitiva Cotedlal de lo lercera Guatemala, lo del valle del Ponchoy, donde se perdie– ron al cons! ruirse el nuevo templo

El Virrey de México se apresuró o comunicar lo doloroso nuevo 01 Ayuntamiento de Guatemala, con

esta recomendación l/E a lo Señora Doña Beatl iz

la tened e acatad como es justo, porque en esto ser–

viréis o S Mogt e a mi hechOtéis cargo para favOlecer o eso cibdod en lo que pudiere"

Lo viudo dio muestras de dolor que lindaron con

la enajenación

If

no comió ni durmió en algunos días,

no consentía que lo tratasen de consuelo, todo era lá–

grimas/ gemidos, voces, gritos, locuras, e desatinos, e

averse en todo como mujer fuera de juicio" Tuvo (a

extraño ideo de querer !lue el color de su casa guar– dara conformidad con el nombre del lugar donde ha– bía caído su esposo (Mulchitiltic = toda negro), y

dispuso pintor de negro, todas, absolutamente todas sus dependencias, la cual pudo hacerse fácilmente, pues· o orillas de un arroyo cercano hobio un pantano de lodo tan negro, que semejaba betún, que no hubo más providencio que ocarrearlo para el objeto Bemol Díaz refiere que quien mondó a entintar la caso fue un mayordomo del Adelantado, lo cual tal vez pudo haberlo hecho con orden de su señora, O

quien todos atribuyeron esta loca e inusitada desmos– tración de dolor.

Posados los nueve días de riguroso duelo que se impuso lo viudo, manifestó o su hermano Don Fran– cisco de la Cueva y al Obispo Marroquín, su resolución de hacerse cargo del Gobierno de lo Colonia, decisión que diviqió lo opinión de los miembros del Ayunta– miento, pero lo mayoría convino en conferirle el cargo de Gobernadora En el acta de posesión estampó doña Beatriz su firma, añadiendo o su nombre el epí– teto "La Sinventllra", que lo historia ha consagrado Algunos investigadores afirman, además, que en e/ documento puede observarse uno raya que trozó intencionalmente sobre el nombre, de tal modo que

su firma, de acuerdo con este extraño gesto, en ade–

lante no serio sino el desesperanzado epíteto, con el cual sus contemporáneos aseguraban que la adolorido mujer expresó su inconformidad con la voluntad de Dios, inconformidad pOI lo cual o lo vuelto de cortísi–

mo tiempo sufriría la más attoz lección

Doña Beatriz de lo Cueva -desde lo mue, te de

su esposo, autonominada únicamente La Sinventu

4 ra-, fue la segunda mujer española en el Nuevo Mundo o quien se le confirió lo delicada responsabi– lidad de Gobernadora, si bien entre ella y su predece– SOra medio todo un mundo de diferencias La primera fue doña Isabel Manrique, quien también por muerte de su esposo, el Licenciada Morcelo de Villalobos, en 1524, ejerció la Gobernacián de la Isla Margarita En torno al epíteto con el que acompañó su nom– bre en la firma del acto de posesión, se han tejido conjeluros varios unos opinan que la royo que se ob– servo sobre su nombre sería efecto de un accidente o

_50_

Page 56 - RC_1965_11_N62

This is a SEO version of RC_1965_11_N62. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »