Page 55 - RC_1965_11_N62

This is a SEO version of RC_1965_11_N62. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

graves, padeciendo tanto, que muchos escaparon de perder el. juicio! habiendo fallecido unos 80 hombres

(sin inclUir los mdlos en la cuenta, seguramente por–

que no eran hombres, pues tal declaración no la ha-

bía obtenido todavía el P Las Casas del Papa Paulo 111) e a mi me dio tan recia enfermedad, que al segun–

do día estuve deshausiado, e más de diez días que me

duró corrí mucho peligro de la vida".

BEATRIZ LA SINVENTURA

Para desvanecel en [a Corle los cargos que sobre

Alvarado pesaban como consecuencia de su fracasada expedición a Quito, contraviniendo tanto sus disposi– ciones como [a opinión adversa de la Audiencia de

México y del Ayuntamiento de Guatemala, el Ade– lantado decidió partir a España

Los informes sobre su conducta moral tampoco

le favorecían seguramente en vista de sus costum~

bies poco edificantes y por sus reiteradas ausencias,

el Cabildo deslizó esta decidoro insinuación en una de

las comunicaciones dirigidas al monarca "Parece, le

decía, que si el Gobernador qúe aquí reside o residiero fuere casado, o permaneciese, que se do[eria de [a tierra e del asiento e perpetuación della"

El crudo episodio siguiente, por ejemplo, puede probar que el Cabildo tenía motivos para justificar su velada insinuación Se cuenta que recién [legado a [a ciudad de los cakchique[es, sus aliados, Alvarado

causó dolorosa impresión a [os nobles indígenas, por

haber arrebatado la princesa Xuchil o su mar ido, acto

que excusó el conquistador sin negarlo/ en el proceso

que se le siguió en México en 1529

En este segundo viaje a España resolvió casarse

nuevamente y la elegida fue su cuñada Doña Beatriz

de la Cueva, exactamente a los diez años de realizado su primer mott imonio Según cuentan [os cronistas,

desde Lisboa adonde habia llegado en 10 de Agosto

de 1537, comunicó su próxima presencia en la Corte, en la cual mediante la nueva intervención del Duque

de Albuquerque, el Rey no tuvo para él ni reprimendas

ni desautar izaciones como deseaban sus enemigos, sino grandes mercedes, y aún su intervención personal

ante e[ Papa, para que le concediera [a licencia nece–

saria para casarse con su cuñada.

Entre las mercedes alcanzados -sin p} esentir

que el destino determinaría que sería la última- es–

taba la autorización real para organizar una nueva

expedición a [as soñadas Islas de las Especerías, y con

la autorización regresó a su Gobel nación, acompaña~

da de su nueva esposa y de un numeroso séquito de caballeros y damas, [levadas éstas últimas no sólo para dar un marco de esplendor a la suya, en quien seguramente obligaba la ilusión de tener el hijo desea– do par a que heredara sus glorias, su Gobernación y

sus encomiendas, sino con ese sentido tan realista y q

veces prosaico de la vida que fue una de sus carac–

terísticas más acentuadas Al lespecto, el historia~

dar José Milla anota muy sagazmente, "que al con–

traer motI imonio las doce señoras principales que trajo

Alvarado acompañando a la suya, cuando volvió de España, haría éste que los novios le indemnizaran los

gastos de transporte, [o cual quiso significar cuando decía al Cabildo desde Puerto Caballos (Honduras),

que "era mercaduría que no se le quedará en la tienda"

En efecto, en la carta dirigida al Ayuntamiento de Guatemala, desde ese puerto hondureño, al que habia 011 ibado e[ 2 de Abril de 1539, con una armada

compuestu de tles grandes naves, pues además de!

séquito aludido, truia 300 arcabuceros y muchos vo–

luntarios ávidos de seguir al célebre conquistador, con desenvoltUl a rayana en el cinismo, anunciaba Alva–

rado

"Solamente me queda decir como vengo casado, e Doña Beatliz está muy buena, f1ae veinte doncellas

muy gentiles mujeres, hijas de caballeros, e de muy

buenos linajes, bien claro que es mercaduría, que no

me quedará en [a tienda nada, pagándomela bien, que de otru manera escusado es hablar en ello"

Entre estas damas hidalgas, todas ellas casade–

I as, figuraban Doña María de O,OZCO, Doña Isabel de Amaycr, Doña Francisca de San Martín, Doña Ana y Doña Luisa Faridrique, Doña María de [a Cava, Doña lino Mejia y Leonor Alvarado Xicontecatl, hija del Adelantado

A eslas damas, cmno es de suponer, Alvarado pi oyectaba casarlas con los capitanes que habían[e

ayudado a conquistar un verdadero imperio, muchos

de los cuales estaban prósperos con grandes reparti–

mientos y encomiendas

Tan pronto cama [legaron, fueron objeto de mu–

chos agasajos y fiestas l/En una de éstas -cuenta

Milla- que estando todos los conquistadores sentados

en una gran sala mirando un 50100 que había, las da–

mas miraban [a fiesta desde una puerta que tomaba la sala a 'la [argo estaban detrós de una antepuerta por la honestidad, y por estar encubiertas.

"Una de ellas dixo a las otras "Dicen que nos

hernos de casOl con estos conquistadores Jl Dixo otra

"Con estos viejos podridos nos habíamos de casar!

Cásese quien quisiere, que yo por cierto no pienso ca–

sOl con ninguno de ellos, dolos a[ diablo, parece que

escapO! on del infierno según están estropeados, unos cojos, otros mancos, otros sin orejas, otros con un ojo,

otros con media cara, e el mejor librado la tiene cru–

zada/ una, dos o más veces IJ Dixo la primera IJNo

hemos de casar Con ellos por su gentileza, sino por

heredO! los indios que tienen, que según están viejos e cansados, se han de mal ir presto, e entonces podre– mos escoger el maso que quisiéramos en lugar del vie– jo, corno suelen trocar una caldera viejCl e rota por otra sana e nueva".

-49-

Page 55 - RC_1965_11_N62

This is a SEO version of RC_1965_11_N62. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »