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que "cuando fueron al Perú posaron por la mm gran· dísima necesidad de agua, tanta que cuando llegaran a Tumpiz, muchos de ellos iban maltratados de calen.

turas de pura sequía, que no pudieron saltar en tierra

Don Pedro de Alvarado, habiéndose desembarcado, y habiéndole traido agua para que bebiese, no quiso

gustarla aunque corría pmcjas con los más sedientos,

sino que Ja envió a Jos navíos pmQ los enfermos! y no

bebió él hasta que supo que estaban todos proveídos" Fray Bar ¡aiomé de las Casas, Obispo entonces de Chiapas, en una de sus Informes 01 Rey, hablando del Adelantado Dn Pedro de Alvorado, ya fallecido, aña– de, por fin, que "fue el mejor criado que S M tuvo en

estas partes¡ pues siempl€ vivió en su Real servicio lJ

y agrega que había dejado cuarenta mil pesos de deu–

da, gustados en las armas que hizo, y que no teniendo

herederos, es decir, hijos legítimos, lo heredó el Rey Suplica el Obispo al Manar ca que se acuerde de los acreedores de Adelantado, que por no haber cobra– da lo que les debia, unos se habían alzado y otros estaban en las córceles Calcula el bondadasa fraile,

tan acerbamente discutido OLH1 chol a, que con sólo

cuatra años de la renta de Dan Pedro que cediera, al

Rey, habría pOla cancelar sus deudas, apreciación que

hace vislumbr ar la importancía de las encomiendas que le fueran señaladas en México y Guatemala Pe–

ra el juicio definitivo sobre este personaje, a quien

vieron osi sus contempOI áneos, entre los cuales hubo

también desde luego, y como es de suponer, terribles detractares, no es del todo favorable sil' embargo Un historióglafa modelno, Salvador de Maradiaga, por ejemplo, afirma de Alvarado que no parece haber sido de gran elegancia moral Par a probarlo recuerda que sus tratos can Almagro a espaldas de sus compañeras de armas, y los que tuvo can el Vilrey de Nueva Espa–

ña, sin respeto del perjuicio e ingratitud paro Cortés,

a quien debía cuanto era, de ningún modo redundan

en su honor

Pe,o cuando no se traloba de dinera sino de la

vida, reconoce que su nobleza nativa lelucía sin tacha

A lo presencia inopinada de Alvarado en tierras del Ecuador, etapa quizós la mós interesante de su largo periplo flor Amélica, el Mmiscal Diego de Alma– gra se ap,esuró a realizar la precipitada fundación es– pañola de Quita, muy lejos del sitia donde se asentaba la viejo ciudaeJ obarigen, pOlO osegurar con las forma– lidades legales de la época, sus derechos de descubri– dor y conquistador de esas tielros, en pos de las cua– les llegaba también, con similares P' apósitos, desde la lejana Guatemala, su haz0l1e,0 Gobernador Ped,o de Alvarado y Cont!eras nació en Badajoz, Extoemadura, en 1485 Dan Gómez de Alvarada y doña Leonm eJe Contreras fueran sus padres, y sus hermanos Sara, Gonzalo, Gómez y Juan Alvarado, de los cuales tuvielan actuación destacada en la conquis– ta de Guatemala y El Salvador, Jorge y Gonzalo Los he, manas de Alvarado, que en América Central formaron un auténtico clan similar al de las PizOl ros en el Perú, llegaron al Nuevo Mundo hacia

1510 e intervinieran en la conquista de Cuba can Her– nón Cortés, a órdenes de Diego de Velózquez Pero la verdadel a personalidad de Alvarado, a

quien por esos años no se le conoció sino como un

afortunada estancie,o de La Española, donde figUlaba como gentil hombre de la Villa de la Trinidad, se per– fila en' la conquista de México y adquiere singular

relieve con su temeraria actuación cuando, en calidad

de lugarteniente de Cortés, quedó encargada de la

guarnición de Tenochtitlán, mientras su jefe regresó a

VeracI uz adonde habia arribada Pónfilo de Narvóez, con Jo misión de apresOl a Cortés y enviarlo a Cuba Los aztecas esperaban la derrota de Cortés a manas de Norváez, pOI a liquidar a la guarnición de

Alvarado

l

tanto que le suspendieron los abastecimien– tos, y aumentó su nel viosidad al observar coinciden–

temente, los prepmativos de los aborígenes para celebrar la gran fiesta del mes Toxcatl, en honor de

sus $unguinarios dioses AlvOl ado

l

inquieto

l

apresó a

uno de las jefes indígenas y entonces estalló la rebe– lión Los españoles se lanzaran luego sobre el teoca–

¡Ji donde se celebraba la fiesta e iniciaran un dUl o

escarmiento

Estos ocontecimientos aceleruron el regreso de

Cortés y ante la imposibilidad de dominar la rebelión,

no tuvieron más remedio que Clbandonm Tenochtitlán en trágica retirada que lu HistOl ia designa con el nom– bre de liLa noche triste ll Se cuenta que Alvarado,

el culpable del desastre, hizo cuanto pudo para evitarla luchó con gallm día, enfrentando a sus ene–

migos

l

que en núme¡ °

abrumador le obligaron a reti~

rarse La calzado que unia a México can Tacuba fue cortada, can la destrucción de sus puentes Afírmase que uno de esos vacíos la salvó Alvarado utilizando su lanza como pértiga, dando un salto que se ha hecho legendario Todos los que tras él quisielan imitarlo cayeron al agua, pereciendo muchos de ellos

Alvarada, te' minada la conquista de México,

salió por tierra, sin alejarse de las costas del Pacífico,

en Diciembre de 1523, can dilección a América Cen– trol, en tanto Cristóbal de Olid, otro de los tenientes de

Cortés

l

con idéntica misión, tomó la I uta marítima del

Calibe, en pos ambos de los dominios del reino quiché Alvarado al igual que Cortés quien tuvo a su

MOl ina a la cual llamaba

II

m i Lengua ll

l

viajaba acom–

pañado de una leal i'¡térpr ete india, que cama la

primera

l

fue además su fiel amante Luisa Xicon~

tecatl, nativa de Tlaxcala, que fue la madre de su hija Leonor, quien casó con el cuñado español de su padre, Dan Francisco de la Cueva Algunas historiadores

centloamel iconos aseguran que ambas mujeres, ma~

dre e hija, acompañaran a Alvarado también en la aventUla a las lejanas tierras de Quito, -data que lo recoge Maca Banett en El Caballo Rojo, lo cual nos pOlece del todo improbable

Con esta oportunidad, vale la pena detenernos en la explicación de las móviles que impulsaran a las in–

dios, no sólo a aceptar sino a buscar fa unión sexual

de SlIS mujeres can las conquistadores blancos Anota Salvador de Mm adiaga en su valioso libra

Cuudra Histórico de las Indias, IntlOducción a Bolívar,

que las indígenas debían sentir se otra idos hacía los extranjeros, de tal moda que las mujeres entrasen en

relaciones íntimas con los soldados

l

aunque no era

cosa que los capitanes y sacerdotes miraran con bue–

nos ojos, mientlos las indias seguían sin convertirse al cristianismo

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