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XVII

Mien±ras el comercio iniernacional no luvo á su disposicion afros buques que los de vela, esa iniervencion de los capitales ex– iranjeros se m,?síró íÍ1nida y vacilante, cada

vez que se haelan un poco mas afrevidos, las perJurbaciones polííicas, de que hemos dado

Mas de $ 200,000 en oro y plaia, sustraí– dos á la comprobacion del Fisco, habían ser– vido para payar los $ 200,000 de cOl11rapan– do de que hemos hablado.

En 1778, ]as {amasas ordenanzas de Car– los lIT, ponlposamenle llamadas "libedad de] comercio", cuando consistían únicanlen–

Je en perrnjfir el comercio de un mayor nú– ,nero de puedas de España (caiorce) con las coJonias, rompjeron el hilo comerdal que ha– cia pasar por Granada los productos de todo Centro Anlérica Las colonias pudieron rra–

fjcRr JihrernenJe entre sí¡ los mares estaban

casi lilnpios de piraias y filibusteros; ade– maEl, la armada española se habí.a hecho un,

I11.8r05a, ~uerj-ef respetada, y representaba

una pro±eccion yerdaderamenle eficaz. Ca–

da provincia de la capi±_~nía Se puso el1±on~

ces á traficar por cuerda suya, y por medio de sus propi.os puertos. El interés general ganó; pero el comercio de Nicaragua reci.bió en esta circunstancia un golpe TIlorlal.

La prodarnacion de la independencia en 1821 acapó de aniquilar la anhgua prosperi. dan de J a provincia en general, y de Grana– da en pariicular. Desde J.8Lt, Nicaragua se hab,a sublevado y Se ocupaba casi única– menie de polílica. Las disensiones iniestinas

que siguieron a ]a indep~ndencia, hasta lél

rupiura definitiva del pacto federal en ~839,

disminuyeron la produccion hasta el punio de no pode, hacer frenie sino á importacio– nes irrisorias, Yr durante mucho tiempo, el cornercio de la joven República, consisfió ca– si únicarnenJ:e en vender cacao, queso y va– dos ariículo8 de consumo usual á los ESÍados

vecinos, r.amo de conlercio que le queda to–

davía y no deja de serle provechoso. Cuan– do la paz inierior estuvo un tanio restableci– da, se averi.guó que los capiiales mas Íorlna– les hahíal1. desaparecido con las casas espa– ñolas que los poseían, y cuyos dueños ha– hian huído anta (-~l huracán revolucionario; las casas criollas ó indígenas que habian pern1.anecido en e] país se enconiraron casi arruinadas, y no quedó mas esperanza que

en la inlervencioll de los capitales exíranje–

'"OS

Oro

Plaia

Añil y cacao

Va~~()s proa uctos

Tojal

$ 200,000 " 100,000

Ir

250,000

50,000

$ 600,000

cuenfa en nuesiro resumen histórico, venían

á hacerlos reiroceder. Pero, en fin, la inven~

cian de la gran navegacion frasoceánlca por vapor, permifitmdo ]85 informaciones rápidas y seguras, deierminó los negocianles ingle– ses á spoderalse <1e este lTIercado ceniro~

ame11cano que les prometía 'Ull magnífico porvenir Amplios crédilos fueron abiertos á

casas, si no muy sólidas, por lo roenos han radas, y la produccion, sobrexciiada por la introduccion de rn.ercancías a}-dienten1.enle deseadas, de calidad regular, y vendidas á predos razonables y á largos plazos, se des– pedó de su entorpecimienio; en poco jiempo la maieria exporiable se produjo por todas paries, equilibró á la imporlacion, y luego la adelantó, obligando así á desarro]]arse mas y filas un sisferna en que todos encon– traban beneficios relTluneradores.

Tal es tod a vía la si±uacion actual del co– mercio nicaragüense; subsiste por los inrnen– sos créditos que le abren cier los negocianJes ingleses, perfeetam.enie al corrienie de las cosas ele Ul±I alnar. ESLOS recibcu en pago, ora productos del país, ora lelras de carnbio, giradas sobre Londres por Jos produC±ores– expedilores, y Jos surtidos siguen renovándo– se de año en año, bajo las mismas condicio– nes.

La Francia y los Estados Unidos, mucho mas desconfiados, no han sabiclo aprovechar– se, COJ-nQ la Inglaierra

r

de estas circunsian– cias venfajosas, y, a.un ahora, cuando gran riúmero de casas nicaragüenses están perfec– iamenie sólidas y presen1an un pasado que responde de sn porvenir, París y Nueva York se rehusan todavía Él abrir créditos de un año

á los comercianJ:es cenfroantericanos. ESÍos,

sin embargo, á conBecuencia de las eostun1.· bres establecidas, se ven obligados á vende, á plazos dilalados, y, na±urahnente

r

no pue– den comprar a plazo corfo Las relaciones co– merciales con esfos dos países 'son, pues, rela– fivamente insignificanies, y reducidas exclu–

sivan1.enJ:e a ci$rlos arlículos especiales. En cuanio a las transacdones con los pueblos otros que lnglafel ra, Francia y los LsladoG Unidos, puede decirse que son casj nulas

DUl"él111e la primera parie de este último período, la introduccion y exporlaciolJ de mercancías por todo Ceniro América se hacía casi toda por San Juan del Nade; Granada entonces )-ecuperó un rrtomenÍo 8n antigua preponderancia; la cosía occideníal quedaba complelRmenio abandonada. Peyo, á partir de 1849, el descubrimienlo de las minas de California vino a dar un poco de anin1.RCion

a iodo el declive Ennericano del Pacífico. Pro– visiones de Joda clase el an l1.ecesa.tias a los ernigranies, que desembarcaban por innu– merables grupos en la playa de San Francis– ca; las necGsitaban farrlbien los qne Herraban los muelles de Panan'lá, esperando la hora de embarcarse. Los proveedores vinieron en so– liciiud de víveres hasia el Realejo, y los de– paríarnenlos occideniales se pusieron pronio

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