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estaban obligadas para hacer resguardar sus

líneas de .navegacion, solicitaron un privile–

gio excluslvo.

Una vez establecido este monopolio, las

comunicaciones con América fueron reduci–

das á tres líneas: una que iba á Méjico, por La Habana Y la Veracruz y otra á Cartagena,

donde se estableció una feria Ó JUsraado per–

manente para toda la América Central y el Norte de la América del Sur. La tercera iba al Perú, por el estrecho de Magallanes. Se sigue de eso que Nicaragua fué reducida á

comerciar, ya sea por tierra con Méjico, pa–

sando por Guatemala, ya sea por mar con el Perú, embarcándose en el Realejo, ya sea,

en fin, con Car±agena, pasando, ora por fie–

rrél, vía CosJ:a Rica y PanalTIá, ora por agua,

por el Lago, el Desaguadero y la costa hasta portobello.

Luego, gracias á intrigas de toda clase, que el cuadro de este libro no nos permite

referh', á pesar de su interés, la navegación

por mar con el Perú y con Méjico fué prohi– bida, y con1.O las rutas terrestres, tanto al Nor– te como al Sur, eran largas, trabajosas y pe–

ligrosas, y, ademas, i:mpracficables durante

7 Ó. 8 meses del año, no quedó lnas, en rea–

lidad, que la del Desaguadero.

Esta, sin em.bargo, no se hallaba exenta

de inconvenientes. Los piratas infestaban toda la costa, y, cuando no encontraban bu– ques que apresar, desembarcaban y ataca– ban hasta las ciudades del interior. Pero co– mo todos los puertos, al Norte y al Este de Guatemala, Honduras y Salvador, estaban, por decirlo asi, bloqueados por ellos, los go–

bernadores, teniendo que proteger al menos

un punto de salida, escogieron la boca del

Desaguadero, y, lU8g-o, todas las n'l.ercancías

de la América Central entera, desde Tehuan–

±epeque, tuvieron que venir á embarcarse

Granada para dirigirse á Cartagena por esta ruta.

De aquella época data la prosperidad del comercio nicaragüense en general y de Granada en particular; prosperidad que atra– jo á esta ciudad tres pillages sucesivamente

por los piratas, y, circunstancia mas grave,

los celos de Lean, capital de la Provincia, que se vió cOlnpleta1nente eclipsada y la irató co–

mo rival.

Poco mas ó menos, esta situacion se

mantuvo hasta 1778. Hé aquí las considera–

ciones mas interesantes que se refieren á es–

te período.

En prÍlner lugar, el aspecto comercial del país no presenia maS que tres ciudades

en movhnien±o: al N., Segovia, como ceniro

de produccion metalúrgica; al S., Rivas, co– n:o ceniro de produccion agrícola y en me– dlO de ambas, Granada, enriqueciéndose por el tránsito y ·la consignacion. En cuanto á Leon, no se ve mas en ella, y en aquel tiem– po que una capital de provincia, únicéllnente ocupada por los empleados del Gobielno, el clero superior, los individuos y familias que

vivian retirados de los negocios, y buscaban la seguridad cerca del poder y del ejército que lo rodea, y, en fin, los hombres de leyes y sus satélites, correteando alrededor de los

tribunales, de que viven. Lean, pues, no pro– ducía nada; en ella se ocupaban solamente

del cuIla de la adnllnisiracion y de la admi– nistracion del culto, ambas cosas esencial–

mente an±l-com.erciales.

:entre las mercancías que Nicaragua ex–

portaba entonces por cantidades considera– bles, y que hacian parte de los productos cu– ya nomenclatula hemos dado en el capítulo

1II, se noian varios que han desaparecido ahora, y cuya ausencia es de sentirse: el vino, por ejemplo, que, segun parece, era de l11.UY

buena calidad; el achio!e, que salía entonces

en cantidades tan grandes como el mismo

añil; la cochinilla, que, durante mucho tiem–

po, se vendió á $ 50 arroba. El puerto del Realejo era reputado en toda la costa del Pa–

cífico, por encontrarse sieITlpre perfeciaITlen–

te surtido de magníficas lnaderas de corts–

huccion, brea, estopa de Segovi.a, y, cosa mas

notable todavía, de harina de excelente cali– dad, que provenía de Somoto, en el mismo partido. Debemos decir aquí que, en virtud de la mas singular injusticia, el Perú y Méji– co pod5an venir á traficar en el Realejo, mien– tras esiaba prohibido á las provincias de Guatemala que fuesen a traficar donde ellos. Sin embargo, en uno y otro mar, había siem– pre embarcaciones dedicadas casi exclusiva– mente á exportar los cueros y el cebo que producían las haciendas de ganado, enton–

ces n'luy pabladas; una vaca gorda, compra–

da en el sitio, no valia mas de $ 3.

Las m.ercancías impor±adas eran todavía

muy caras, á pesar de esl0 ciertos efectos de alto precio, tales como el terciopelo, el raso, el dama.sco, la vaqueta dorada de Córdova, etc., se introducian en mayor cantidad que

ahora.

Pero Jodo este tráfico no dejaba de ser

muy reducido, y, al estudiarlo, se supone una

poblac1on, ó muy poco numerosa, ó muy po– co cuidadosa de su bienestar, hipóJ:esis que probablemente son verdaderas ambas á la vez. Se apreciará lo que acabarnos de decir, cuando se sepa que, en 1742, la importacion en toda la capitanía general no ascendió mas que á $ 600,000, de los cuales, 400,000

en electos de España, y 200,000 en efectos de China Estos úl1imos deberían aun deducir– se, habiendo sido destinada la mayor parte de ellos á ser reexportados para Europa; sin

embargo, corno no dejaba de hacerse un con–

trabando muy activo en toda la costa del Nor– te, por medio de buques ingleses, holandeses y franceses, se puede mantener el monto de la importancia á este mismo guarismo de

$ 600,000, cuyo balance se hacia por una su– ma igual, en exportaciones divididas como sigue,

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