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« Previous Page Table of Contents Next Page »ñas companlas. El Gobierno debería fender, por fados los medios que están á su 'llcance, a fomenfar esfe estado de cosas, \,1 que, creando empleos de foda clase, impediría que los del Gobierno fuesen objefo de codi–
cias desenfrenadas, que muchos quieren sa– tisfacer aun á cosía de revoluciones interio–
res. Las renfas públicas friplicarían, las aduanas podrían librarse de los cargos que pesan sobre ellas y las aniquilan, y desde lue– go es fácil prever que, por la simple aplica–
cian de este aumento de ingresos á la crea–
cion ó a la mejor& de las vias de cornunica– cion interiores ó in.teroceánicas, el comercio nicaragüense llegaría, en definitivas, á ocu–
par el rango que le asigna la posicion geo– gráfica del !país, y fener la importancia que le aseguran el número y la calidad de sUs productos.
Desgrac;:iadamenfe no es fácil operar
una reaccion en conira de una rufina cual– quiera, y mucho menos cuando esfa es en
cierto punfq fundada, ianio sobre la aptifud que la may~r parte se figura poseer para los negocios prQpiamenfe di.chos, cuanfo que en las numerosas decepciones que han encon– trado hasta ahora los que imprudentemenfe
se aventuraron, ora en los azares de las mi– nas, ora en \108 ±enieos aleatorios de la agri–
cuHura. Pero hay un remedio para esle mal:
todas esas decepciones no tienen su origen
:mas que e4 la ausencia de loda educacion científica é industrial. El comercio, en efec–
fa, no exige mas que una insfruccion elemen–
fal, secundada por la infeligencia y la aficion á los 'legocios; mienfras que la indusfria, por ser lucrafiva y segura, necesita absolufamen– fe conocimienfos especiales, fanfo feóricos, corno prácticoS. Mas eso no impide que, co– :mo ya lo he demosfrado, las minas sean ex– celentes, los productos del suelo de primer orden, y su rendimienfo' venfajoso en aIfo grado, y que, el dia en que los mineros, los
añileros, los azucareros, efc... , sean hombres
iniciados en la química, la :mecánica 'l en fa–
dos los conocimien,±os que requiere su oficio,
á las decepciones de que acabarnos de ha– blar sucederán espléndidas fortunas.
Por el momenfo, el comercio peca por exceso, y empuja casi forzosamenfe hacia la reforma cuyo principio acabarnos de expo– ner. Despues de haber prestado los mayores
servicios á la masa de los ciudadanos, y en–
riquecido á muchas familias, se ha hecho ba– nal hasía el punfo de paralizar, él mismo, sus propios esfuerzos por la exlrema division de los negocios. Los viajes de comercianfes á Europa se hacen mas y mas frecuenfes, y
nadie se contenta, como e;l1. el pasado, con ir
tímidamenfe hasfa Jamaica y a largos i1).fer– valos; el número de los que fienen un crédito en el exferior, y que infroducen directamen–
fe sus mercancías, aumenta todos los días;
la cantidad de esfas mercancías esta del fa– do fuera de proporcion COIl las necesidades de la poblacion. Llegará, pues, necesaria-
de un medio de fransporte local y no univer–
sal; el canal, evidentemente, se~ía
r sie.mpre
preferido, Y desde luego devolverla a NlCara– gua las venlajas que fiene derecho á espe– rar de su posicion excepcional y de su fopo– grafía inferior.
Esta opinión, no solaITlen!e se funda so–
bre la posicion geográfica de la República; se apoya fambien sobre la aficion particular que fienen fados sus habifanfes por los nego– cios propiamenfe dichos. Las apHfudes co–
merciales son comunes en Nicaragua, al mis–
mo fiempo que una faIfa sensible de espíri–
tu de empresa Y de asociacion, aleja los na–
fivos de fada fenfafiva de desarrollo indus– trial.
Esfa sifuacion moral particular Hene gra–
ves inconvenientes: :manfiene el país en un
estado estacionario, impidiéndole, en verdad,
que caiga demasiado bajo, pero fambien oponiéndose á su elevacion rápida. Sin em– bargo, con el fiempo, el progreso de los co–
nocimientos hUITlanos y el aumenio en ver–
dad lenfo, pero formal, de la riqueza públi–
ca, debe necesariamente suceder que todos
los capitales no podrán seguir así dedicados al puro negocio, bajo pena de llegar al so– bran±e de mercancias y al exceso de comer– cianfes; luego, por la fuerza misma de las
circunsiancias, cierto número de valores y
personas deberán renunciar al comercio pa– ra dedicarse al aumenfo de la produccion in– dusfrial, ya sea en las minas, ya sea en la agricuIfura.
De esfe día dafará el renacimienfo eco– nÓI11ico de Nicaragua, y su enJrada en una vía de progreso mas serio y mas proporcio– nado con su poblacion y sus recursos. El jor– nalero ganará mas, y en la misma propor– cion aumenfará la comodidad, y, por conse– cuer¡.cia, las compras del proletario. El pre– cio mas elevado de los cereales obliagará a todo el mundo, sin excepcion, á frabajar for– malmenfe. La infroduccion de rnercancias se hará en una escala mas amplia, para equi– librar el aumento de las exportació1).es; los comercianfes infroductores, libres de hacerse al mismo fiempo exporfadores, verán simpli–
ficarse sus operaciones, á la vez que la dis– minucion de su núrnero aUlTIeniará la cifra
de los negocios de cada uno. El comercio por menor, á lo cual, bajo pena de no vender nada, deben abrir crédilos exagerados, aza– rosos y que la ley de hipofecas es impofenfe
á garantizar; el comercio por menor, digo,
les pagará mejor y se veré obligado á com– prar mas frencuenfemenfe. Artículos de lujo, hasfa ahora invendibles, podrán aparecer en
el mercado, e:l:c., etc.
Tal es el cuadro que presenfaría el co–
mercio de Nicaragua en caso que cierío nú–
mero de los capitalisfas que se dedican á los
:t;egocios tuviesen la prudencia de renunciar a esfa ocupacion, para dedicarse, ora á la in–
d~stria, ora á los cultivos indusfriales, ya sea aIsladamenfe, ya sea formándose en peque-
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