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« Previous Page Table of Contents Next Page »mucho menos adelanfadas en el bordado, la fapicería y varias ofras Olbiias especiales de las seüoras. No hay peinador, ni peinadora
de plofesion; pero ladas Jas lTIujeres saben
generalrnenie componer muy bien su cabe–
llera, casi siernpre magnífica y sin el menor
poslizo En cuanto á las lavanderas, Henen que aprenderlo iodo, ianio en el lavado, co– rno en el planchado.
Un viajero disiinguido ha dicho: "Den– me un pedazo del jabon y de la candela que
usa u.u pueblo, ó mas bien, denme un peda–
zo de la materia cualquiera con que se lava y se alurnbra, y podré desde luego hacerme una idea muy aproximada de su estado de ci–
vilizacion". Es forzoso convenir que si se juz–
gase del estado de civl1izacion en que está Ni– caragua, por el jabon y la candela que se
usan l:odavía en este país, ambos darían una
lriste idea del desarrollo industrial de la Re– pública, y de su aptifud ó aficion á los ade· lantos rnateriales. Ambos, hediondos, asque–
rosos, y sobre lodo de l1"lUY :mala calidad, Son
la eferna vergüenza de los que han enseña– do á esle pueblo á lavarse y alun1brarse con lan repugnantes ingredientes. El Gobierno mejicano ha logrado hacer desaparecer esos
horribles resios de la ocupaClan., ignorancia
y descuido de los Españoles. Nos parece un deber esfriclo para la adminishacion nicara– güense fomentar la mejora radical de estas dos fabricaciones fundamenJales En un país en que el coco y el coyol suministran en abundancia una matería saponificable de pri–
mer órdell, pudiera renul1.ciarse sin inconve–
niente á la difícil saponificacion del cebo,
(1) Y cuando el material de una fábrica for– mal ne candelas (mejor sería una estearine– ría) cuesta tan barato, nadie podrá figurarse que existen todavía países en que se sigue fa– bricando candelas, por medio de la aspersion mil veces repetida, con cebo denetido, de una mecha de algodón. El producio de este último procedin1iento es siempre demasiado blando y cónico, no alumbra en proporcion de su volún16n, y su precio es relaiívamente elevado
Los "fósforos" ó pajuelas son lodos de il1"\porfacion extranjera, y hay lugar á sor– prenderse de esto, porque se tiene á mano el cedro, aromático y preferible al pino para es– fe uso. El azufre es comun: el fósforo, com–
prado por lnayar, no costaría muy caro, Y,
sin embargo, el consumo de pajuelas es Con– siderable. Los polvoristas ( y los hay bas– tanie buenos) del país, deberían compren– der que esla es una industria que puede
crearse inmediafamente, con un. cosfo insig–
nificante, y con éxifo seguro.
Tal es el cuadro de la induslria nicara– güense, volveremos á hablar de ella en el ca– pitulo siguiente, al tralar del desarrollo de
(1) Muclt:ls veces ni siquicla C~ el cebo que se saponifica;
se emplea la lnanteca de la tes sin limpiada ue las pUl tes de
cmnc que contiene.
que es susceptible y de los oficios que desde
ahora encontrarían trabajo provechoso Esta es una cues±ion que toca á la inmlgraclon, y
por consecuencia depende del párrafo corres– pondiente. La historia de esta industria se
confunde con la del comercio, de la que va–
mos á tratar Mantenida por el sis:i:e1na colo– nial de los Españoles en un estado de "statu qua" perpetual, y reducida á la confección de los objefos mas indispensables, sin preo–
cupacion de m.ejora y de bieneslar personal, ha menguado fodavía mas, duranie las revo–
luciones que han acompañado á la procla– macion de la independencia, y, lo mis1TIo que
Su hermana la agricultura, empieza apenas
á salir de 1 as tinieblas de la rutina y de la ig– norancia, en las cuales mnbas habian estado hundidas hasta ahora.
xv
cOMEllero - Lo que acabamos de de–
cir sobre el estado actual de la explotacion de las riquezas naturales de Nicaragua ha demostrado ya suficientemenle que, bajo el punto de vista comercial, este país está par– ticularmente destinado á producir materías exportables, y á recibir del exterior los pro– duC±os manufacturados que necesita para su
consumo.
En efecto, el comElrcio actual de la Re– pública se reduce á este cambio de importa–
ciones y exportaciones Situada geográfica~
mente para sacar grandes veniajas del co–
n"'lercio de trá.nsito, depósito, consignacion y
leexporfacíon, las circuns.tancías no le han pelluifido todavía alcanzar á esta siJuacion,
que sin embargo, parece que debe ser su destino especial.
DesgraciadmTIente, no basta, para gozar de los beneficios de un lránsito cualquiera,
que un pa{s sea físicamente propio al esta–
blecin~iento del susodicho tránsito, es necesa–
rio ±ambien que exista la via de comunica–
cion por la que se ejecutará, y Nicaragua, ba– jo esie concepto, se ha dejado llevar la delan– tera por dos vecinos casi ian favorablemente situados corno ella: el Eslado de Panamá al Sur, y la República eJe Honduras al Norte El
primero posee un ferrocarril inieroceánico
desde 1855, la segunda, parece á punto de
acabar el suyo. Esas dos comunicaciones se–
rán por mucho tien1po suficientes para las necesidades del comercio universal, no pue– den ser reducidas al segundo plan síno por
una insi.ilucíon mas perfecta, es decir, un "ca– nal" interoceánico, por el que pasarían los buques y las mercancías sin trasborde Así eS
que no queda á Nicaragua otra p10babiJidad de tránsito que el ap,ovechamiento del ma– ravilloso sistema hidráulico del río San Juan y de sus lagos para la creacion del dicho ca– nal. Así quedmian los ferrocarriles de Pana– má y Honduras reducidos á la importancia
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