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que se propoI1e es la. produccion de los al1i–
l1'tales y de los quesos La especulacion es medianamenle prov-cchosa: Nicaragu.a no presenta los llanos 110cesal"Íos para la cría del ganado en grande escala. Sin e=bargo, en los depadamen10s del interior, es una colo– cacion de fondos bastante segura y una ocu– pacion tranquHa. Manejada casi siempre por un mandador de confianza, la hacienda de ganado ha sido hasta ahora, la base sobre que se han fundado las pocas fOJ tnnas regu· lares que hay en Nicaragua: convenía al ín– dole de sus habilantes, y mientras la falta de comunicaciones se oponia al desarrollo de las demás industrias, la cría del ganado permi– tía adquirir algo á pesar de las demas condi– ciones de inferiorid",d del pais
Esa particularidad, que las familias mas
ricas, y por consecuencia de InaYol" influen–
cia, sean propietarios de haciendas de gana– do, eS uno de los hechos que contribuyen m?s Ú obslaculizar el desarrollo de la Hepú– bhca. Las personas que quieran dedicarse á
los demás cuHivos, viénc!ose obligadas á de– fender sus plemtadones contra la invasión
del gánado, por \uec1io de cercos coslosos, rG–
iroceden á veces ante el gasto, y, en el caso que quisiesen solíc.:ítar del Congleso una ley
que opligase á cercar 01 ganado, COlno es na–
1ural, V no las plantas, su peticion sería pro– bablemente rechazada por componerse el
Congreso, en Su n'1ayoría, de dueños de gran–
des hélciendas de flallado, y por haber proba– do los anteriores C0l1flresos, que votaban las leyes de inrerás público solamente cllando esiabElll de aC1.lGrdo con los in tereses parfícu
lares <;le sus l11.iembros.
L;¡>. cifra de 1,200,000 c.:abez.as, en Cille he– 1nos evaluado el ganado total de la Hepúbli– ca en el capítulo VI, basta pala probar com– paránc:lola á la poblacion total, que la' espe– eulacion de la eria de ganado no es muy bue– na; si 10 fuese, el número de ganado sería n'tucho mas considerable. Este estado de co–
sas proviene de Tí1uchas circunstancias: du–
ran±e el verano el zacale oesaparece casi compleiamenle, se endurece y pierde sus ca–
lidades nutritivas; los animales faUan de
agua y Se enflaquecen, la garrapata y olras
plagas les comunican varias enfern1.edades,
y á veces se declaran epidén'ticas. Aun du– rante las lluvias, los zacaiales natul ales son relativamente poco nulritivos, y poco varia– das las especies bolánicas que los componen,
y Se sabe que es.la varjedad es una condicioll
esencial para criar animales robustos. La re–
prod~ccion neja mucho que desear, por no camblarse los loros. Las vacas son poco le– cheras, y sin en'tbargo 110 se puerle ordeñar–
las sino por un iienlpo muy cario, yeso por
falta de un potrero especial ú su :madre, bajo pena de perderlos. Por fodos esos motivos, es que una quesera de 150 á. 200 vacas pari– das se califica de muy buena cuando produ-
ce dC'ls arrobas de queso dialias. Se fendrá una idea del valor infrÍ1H:ieco de la especula_
cian, diciendo que el aurnenio anual de una hacienda no pasa de 1 /1 O ¡ el queso va le .$ 8 la anaha
¡ los novillos de 16 á $ 20. I\.ñacli_ remos que un cuero vale de 2 á $ 3; el cebo 2 á $ :3 en cuerda, y 5 á 6 cocido; la carne Se
vende segun los lugares, de 60 cs. á $ J ,20, Y
á veces TItas, la arroba
La fabricacion de la única clase de que. so que se sabe hacer en Nicaragua es muy simple: inmediatamen1e despues de haber
oldeñado las vacas, Joda la leche Se reune en una cal10a de lnaderR V se quiia la nata, no
para hacer manlequiJla (sino es en casos
TIlUY raros, y entonces se lJarna man.tequilla
"lavarla") , pero para hacer un queso especial lJamado de mantequilla. Se obliene despues la coagulacion de la leche por :medio de esa parie del prin,<,r estómago de la res, bien ca· ,'ocida de los agricultores. El suero, en ge– neral, se desperdicia Ó se dá á los cerdos. El queso está prensado, dándole una forma CÚ~
bica, y se pone á sacar sin otra preparación que salarlo.
Desde algun tiempo esa industria ha adelanJado un poco: en ciertos lugares se siembran, en buenas .tierras, praderas ariifi~
ciaIes ó polreros que producen un forraje Inas suslancial. Esas praderas son no sola– mente cercadas, sjno que !alubien están divi~
didas en secciones, en las cuales no Se infro~
ducen los animales, sino sucesival'nenfe y de
¡nes en mes, para lener si.emple zacate ente–
ro que darles. Hay ian.,hjén poireros reser~
vados para los ±ernGros, lo que permi.te or~
deii.ar las vacaB lnas cOlY\pletamen±e y du~
rante lnas Hen'tpo. En fin, un pozo, coloca· do en medio del corral de la casa de explota– cíon y P'OV¡',lO de una pila, obliga los emi· males á venir lodos los ciian ú beber agua en ella, y por consecuencia, á hacerse contar,
exanlinar, curar y ordeñar, lo que economi– za todo el innlenso personal de sabaneros y de caballos de las haciendas de calnpo. El
resultado del sisien,a es de obtener mucho mas gueso por una cantidad dada de vacas,
anin'laJes lnas gordos, yeso con dos ó ire5 llO:mbres á lo :maS. Pero los gastos de crea· cian son mucho mas elevados que los del pri–
mer sistem.a, y bajo este concepto puede asi~
n'tílarse la hacienda de potrero á una planta– cion cualquiera, pero que exige, COlt10 cual~
quiera otra, un fondo de creadon, el que, en
verdad, produce un interés muy C~ eGida.
XI
I-IUL'E. - Las selvas nicaragüenses ha
cen naturalmente parte de los bienes nacio· nales. Su exploJacion no está sometida á re'
gla:menio alguno y, por el contrario, cada
uno coria -en ellas, segun su antojo y su ne
cesidad, sin pensar en una exploiacion racio–
nal, y á veces destruyendo mas de 1,000 át·
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