This is a SEO version of RC_1965_10_N61. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »de esta escena insoporfable, y cuando este s,e retira, hastiado y ruboroso, está á punto de jurar que no volverá jaInás á encontrarse en semejante situacion.
T¡;¡l es en su esencia el error sensible que constituye uno de los principales obstáculos que encuentra el extranjero al principio pa– ra establecer relaciones de gusto puro; las de negocios se consiguen con nmcha mas fa– cilidad. Poco á poco acaba por acostunl– brarse á esos modales especiales y á sufrir su influencia sin perfurbarse.
Hay en las relaciones sociales muchas reglas mas que observar. Fuera de los dos grandes parfidos políticos que dividen el
país, se encuentran ade:rnás, en cada ciudad,
pequeños bandos, grupos ó círculos, separa–
dos por cuestiones, ora políticas ó domésti– cas, ora de interés ó de influencia local. Es muy difícil canlÍnar en este terreno peligroso sin herir las susceptibilidades de uno ú otro, y generalmente el extranjero acaba siempre por ponerse francamente de un lado para salvar todas dificultades.
Una 'de las cosas que deben evHarse con el mayor cuidado, es hacer lo que se lJaIna un "desprecio". Bajo pena de verse califi– cado como hon,bre de mala educacion, hay que aceptar cuanto á uno le ofrecen, aunque no tenga necesidad de ello, y á veces con perjuicio de su propia salud, si no quiere ofender la persona que hace el obsequio. Lo mas difícil es distinguir los ofrecimientos po– sitivos de los que no lo son. Un cigarro, por ejemplo, no puede rehusarae, es un ofreci– miento positivo; es decir, hecho con la inten– cion de que sea aceptado. Sí, por el con.tra–
rio, se presenta uno en una casa, en el mo–
mento que la familia está sentada á comer,
es seguro que será convidado; pero es enten–
dido que debe rehusar el ofrecimiento, no siendo mas que una mera fórmula. La cos– tumbre de convidarse á comer los unos en casa de los otros, costumbre tan frecuente en
las otras naciones, 110 se practica en Nicara–
gua. Los convites de esta naturaleza se ha– cen únicamente en caso de banquetes, los cuales tienen lugar de cuando en cuando, á propósito de política ó en cierfos casamien–
tos. En este caso, en lugar de cantar cuan–
do vienen los postres, prevalece la moda in– glesa de los "toast" I cada uno á su turno ha– ce el suyo, que á veces degenera en "speech".
Cuando un joven desea casarse con una
señorita, manifiesta su deseo á los parientes de esta, y aquellos le autorizan, en caso que les con.venga, á cortejada oficialmen.te; en. verdad, eso no compromete todavía en n.ada á los jóvenes, y varios competidores pueden
ser admitidos á la vez; pero, en fin, no deja
de ser un. paso muy imporfante.
Los esponsales no son objeto de ceremo– nia alguna especial. El matrimonio es pu– ramente religioso; el casamiento civil no en– tra en la constitucion nacional, y la religion
católica, única reconocida por el Estado, se niega á los matrimonios mixtos. Salvo cier_
íos casos, excesivamente raros, la iglesia ni–
caragüense ha obligado siempre á un povio, nlÍembro de un culto disidente, á hacerse bautizar, conforme al Rito Romano.
La ceremonia nupcial tiene lugar gene–
ralmente en la noche, á una hora rnuy avan~
zada. Los recien casados vuelven despues
á su casa, y solo hasta el día siguiente tienen
lugar las fiestas y bodas acoshm,bradas; son por lo regular un banquete aCOlnpañado de un haile. Las personas que no son de la fa– milia reciben noticia del enlace por medio de una papeleia, que dice únlcamenie: "Fu– lano de Tal y Zutana de Cual se ofrecen á V.
en su "nuevo estado". Desde algun ±ielTlpo,
muchos recien casados, reparten en lugar de la papeleta, sus tarjetas ligadas por un nudo de galon. Los que reciben este aviso dehen una visita. En la vida ordinaria, la mujer lleva su nombre de farnilia despues de su nombre de pila, y lo hace seguir del de su marido, precedido de la parfícula "de".
Los bautizos no están acompañados de ceremonias especiales bien caracterizados. Son iambien un acto puran1ente religioso, y la autoridad civil no lleva ningun registro de los nacimientos, para cotejar con el de los pá– rrocos. Se dá en general al niño el nOlnbre del santo del dia, lo que expone á las criatu–
ras á. recibir á. veces los nornbres mas ex±rEl.~
vagantes. En efecto, se han asünilado los nombres de las fiestas á los nombres de san–
Íos: "Cannen, Dolores, Asuncion, Concepcion,
E\"lcarnacion, Soledad, Sant()s, Trinidad, Pa– trocinio, Refugio, Tránsito, Paz, Reyes, Apa–
ricio, Candelaria, Nieves, Pilar, Socorro, As–
cension, Rosario, etc... han llegado así á dar– se frecuentemenfe como nombres de pila. Partiendo del mismo principio, sucede n'e–
cuen±em~n±e que un niño varan recibe un nombre femenino, que m,asculiniza, v. g.,
Magdalena, Casildo, Leocadio, ó que guarda al femenino, v. g, Rosa, Tlinidad, Ascension.
Lo mismo sucede para con las niñas, ya sea que famenicen un nombre masculino, como
Santiaga, Damiana, Pabla, Jacoba, Patroci–
nia, ya sea que 10 Conservan al masculino,
como Jesús, Santos, etc. El padrino y la ma– drina del recien nacido se consideran como ligados para siempr,e, por un parentesco es– pecial, con el padre y la madre del niño, y siguen despues llamándose recíprocamente compadre ó comadre, segun el caso. Este es un vínculo social muy particular, y que no deja de tener mucha tuerza en cierfos casos, y sobre todo, en ciertos lugares.
Como en todo país, Se acostumbra, en
muchos casos, dar á los niños no su pronom–
bre verdadero, sino el diminutivo, Ó su aHe– racion infantil. Por ejemplo, Gregario se di– ce Gallo, José de Jesús se hace Chú, Geríru– dis Tula, Josefa Chepa, Concepcion Concha, Francisco Chico ó Pancho, Dionisia Nicho,
132
This is a SEO version of RC_1965_10_N61. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »