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U11a de las piezas sirve de salan, las otras de cuarlos para div~rsos us.os. La cocina y

SUB dependenc~as~st~n confmadas á la extre– rrtidad del paila, o, Sl acaso se puede. en un segundo patio especial, en cu~nfo al come–

dor se conOce muy poco en NIcaragua; con

rar~s excepciones, se come debajo de la gale– ria, el bufete. la mesa y otros muebles que dependen del servicio ?e la com~da se que– dan allí en permanenCla, corno Sl fuese una pieza especial.

La arquiteciura arlística es completa– mente extraña á estas diversas habitaciones, á veces la puerta del zaguan tiene ornamen– tos en su parte superior, pero son esculturas sin valor. Las paredes, al interior y al exte– rior están blanqueadas con cal. Un cielo ra– so

es una excepcion¡ se dice que es mas fres–

co no lenerlo, porque el aire circula mejor pasando entre las tejas. Desgraciadamente, las canas que sostienen á eslas se pueblan pronto de telarañas, nidos de avispas, fami– lias de murciélagos., y en consecuencia, cual– quiera que sea el cuidado que se tenga en limpiar frecuentemente el encañado, está lIno expuesto, en los dias de viento, á la cai– da de mucho polvo.

Casi todas las ciudades están formadas de calles trazadas en ángulo recio, alrede– dor de una gran plaza sin sombra. En esta plaza están siempre situadas las casas que

~irven para los tribunales, cuarteles y demas oficinas públicas, corno tambien la iglesia pa– rroquial. Solo en Leon y La Libertad se ven calles empedradas. En algunos otros luga– res, sobre todo en Granada, el declive de las calles es bastante considerable, y, para im– pedir que las lluvias las cambiasen en ba– rrancos, ha sido preciso, en lugar de un de– ",live uniforme, hacer una serie de planes: se pasa de unO á otro plan por medio de una coria escarpa empedrada llamada "pretil"

Hasta ahora el alumbrado público y la limpia de las calles han sido muy desatendi– dos, pero hay una tendencia general á una reforma en este sentido.

Los monumentos son raros: apenas si los edificios administrativos se distinguen de las casas particulares, las únicas construcciones monumentales son las iglesias, no quiero de– cir por esto que sean notables por su hermo– sura, no hago alusion mas que á sus dimen– siones. Los mercados (tianguez) tienen lu– gar en la plaza pública. Los objetos de con– sumo, cuya venta imnediata no está asegura–

da, se reunen en un edificio llamado

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son" que sirve á la vez de posada á los arrie– ros que los llevan.

En el campo, las casas de las haciendas y de los pueblos son generalmente de barro, los ranchos de los indios están entechados con zacate 6 palma, y las paredes son de ca– ña, el piso es la pura tierra sin embaldosado alguno, las divisiones, cuando las hay, son igualmente de cañas.

En una casa nicaragüense, tal como la hemos descrito se nota una ausencia general de decoracion sobre las paredes interiores. No se tapizan con papel pintado, no hay tamo poco pinturas al fresco, ni enmaderamientos ó basamentos de ensambladuras, ni moldu. ras, ni escuUuras. Las paredes son lisas y blancas de cal, desde arriba hasta abajo. Las piez,l,s del arteson, que la faUa de cielo raso deja á la vista, no llevan tampoco escultura alguna.

Los muebles son en su mayor parte de fabr:icacion indígena. Casi todos de cedro macizo y solidos, pero de un dibujo tosco. Apenas en la ciudad de Granada, yeso en las clases acomodadas, comienza á generali· zarse el uso de los muebles extranjeros.

En el salon, numerosas sillas (tabure– tes), con fondo de vaqueta, están colocadas

á lo largo de las paredes. Cuando hay sillo–

nes son casi siempre mecedores. 14uchas ve–

ces á esas guadañas Se limita el ajuar, en las

casas mas ricas se coloca en medio una me–

sa ávala á redonda, y en los ángulos, esqui–

neras; mas rararnenie un piano ó una lám–

para de suspension. De las paredes cuelgan frecuentemente algunas litografías, á pintu– ras encuadradas, y espejos de pequeñas di– mensiones. Se nota una faHa general de si– metría.

En los cuartos, las mismas sillas, con au– mento de una hamaca y de una cama. Esta úHirna se compone invariablemente de un cuen;, crudo, tendido y clavado sobre un cua– dro de madera, el cuadro descansa sobre cua– iro Hiés elevados, y á cada uno de estos co– rresponde un pilarete, que sostiene un iol– do guarnecido de cortinas, que envuelven la cam¡¡¡. entera y hacen veces de mosqui±ero. Los ¡¡"ccesorios de cama se reducen á un pe– iate ~endido sobre el cuero, las sábanas y las almohadas, no se us¡¡¡.n colchones, ni de re– sortei, ni de lana á crin. Las almohadas eS– tán ~or lo regular rellenadas de "gatillo" ú

otro' producio silvestre indígena. Algunas pers<;mas prefieren el <;:atre de tijera á la ca– ma de cuero. El lavatorio se coloca frecuen– termknte á afuera, en el corredor. Los mue– bles !:le gusto puro son muy raros, los escrito– rios se reservan exclusivamente para las ofi–

cina~ de comercio, los armarios son mas usa–

dos. ¡ La poblacion, en general, hace poco caso, del confortable y del lujo artístico, y muchas personas, aunque los aprecian y sean bastante ricas para procurárselos, se man– tienen, sin embargo, limi±adas estóicameme al estricto necesario, ya sea por costuInhre, ya sea por educacían. La iendencia general es á la simplicidad¡ se prefiere consagrar sus beneficios á dar mas extension á su comer–

cio ó a sus empresas, mas bien que consa–

grarlos á aumentar sus gocesl las rentas de una hacienda nunca se emplean en levantar en ella una bonita casa de campo, fuera de los edificios absolutamente necesarios para

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