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« Previous Page Table of Contents Next Page »ver por la raza india, aun sin educarla, y desde luego, volveros con ella al eslado pri– mitivo. Teneis un ejemplo de un caso seme– jante en el propio territorio de la República, en Hualusos (véase al fin de este capítulol, entre los cuales se encuentran, en el estado primitivo, los descendienÍes de los blancos que habitaban Esparza en el momento de su ruina, pudierais tambien dejaros resbalar po– co á poco, COlno los Pintos de Méjico, sobre este declive peligroso del cruzamiento late– ral desarreglado, que conduce al aniquila– miento físico y moral de las naciones, por los mas abyectos caminos. Pero no teneis el derecho de hacerlo: la situacion geográfi– ca del territorio que le ha cabido en reparti– miento, os impone verdaderas obligaciones internacionales. Vuestro honor os obliga á aprovechar los recursos de vuestro suelo, no teneis el derecho de dejarlos improductivos en detrimento de lo demás del género huma– no, y vuestro amor propio exige que tengais un rango tan decente corno sea posible entre las naciones civilizadas. La presencia del elemento negro y mulato Se opone á que le– vanteis el elemento indio, así corno hicieron en el Paraguay, á la altura de una clase do– minadora, vuestro deber estricto, pues, eS p.rovocar lo '-r;as pront? posible una inmigra– Clan europea a este pms, y sobre todo, tenien– do bien presente, que, en medio de la co– rriente vertiginosa de progreso que arrastra á. este siglo, no podeis adoptar medidas "len–
fas!"
En el último capífulo de este libro exa– minaremos si este remedio indispensable es posible, é indicaremos los medios de lograr– lo y las reglas que deben presidir á su apli– cacion, porque una inmigracion insuficiente
ó de mala calidad no mejoraria nada y mal dirigida, vendría á. parar en un desas±re: Por el momento, me limitaré á apoyar todo lo que acabo de decir por esta enérgica cita de Mr. Squier,
"Se deduce de las anteriores considera– ciones (son las mismas ideas antropológicas que acabarnos de exponerl, que la única esperanza de Centro América consiste en de– tener la disminucion numérica de su pobla– cion blanca, y en aumentar este elemento en la comp~si.ci.on de s~ pueb~o. S~ no lo logra l?or u:, JU~ClOSO e~hmulo a la mmigracion, o un Intehgente SIstema de colonizacion la posicion geográfica del país y sus recu;sos naturales, indican que su FIN llegará por uno. de . e:,tos medios violentos, que, tanio en los ,nd'VIduos corno en el mundo material anticipan frecuentemente sobre las lenta~
operaciones de la naturaleza. Evitar los cho– ques severos que temporáneamente ocasio– nan, proveyendo á las necesidades del por– venir, tal es la verdadera mision, y tal debe ser el primer cuidado del patriota y del hom-
bre de Estado. Felizmente, Centro-América cuenta entre sus hijos á hombres capaces de comprender y dominar las circunstancias, en medio de las cuales está colocado, y que se hacen todos los dias mas complicadas y mas
exigentes" .
XIII
ESTADISTICA.-Antes de entrar en la apreciacion númerica de la poblacion, cuyos elementos acabarnos de examinar de un mo– do general, debernos anunciar, con el mayor sentimiento, que no existe en Nicaragua tra– bajo alguno de estadística que tenga un va– lor positivo, ya sea porque los que se inten– taron en este sentido no merecen realmente confianza alguna, ya sea porque, cuando fue– ron hechos con esmero en un departamento, fueron mal hechos en los demás, y están por consecuencia incompletos. Trabajaremos,
pues, sobre aproximaciones: aproxhnaaiones
que, en verdad, hemos sometido á tantas comprobaciones ilustradas corno nos ha sido posible, pero que, en fin, no pueden, de nin– gun modo, presentarse corno certidumbres, y que Son mas bien propias para servir de base y de cuadro á una estadística futura mas completa, cuando el gobierno se digne ocuparse de este interesante asunto. Si ha habido personas de poco juicio que han apa– rentado creer que yo podia establecer SOLO una operacion que, en los países mas perfec– tamente organizados, exige muchos años, un personal numeroso y competente, funcionan– do simultáneamente en todos los puntos del territorio, y en fin, gastos considerables, sien– to decirles aquí que se han equivocado. Fue– ra de esto, si la estadística rigurosa es una de las necesidades mas urgentes para un gobier– no regularmente organizado, una geografía se contenta muy bien con datos generales, con tal que dejen en el espíritu del lector una idea suficientemente aproximada á la verdad. Si por ejemplo digo de un país que posee 290,000 habitantes, y que en realidad tenga 300,000, el error es considerable para el Estado, que no puede ni repartir los im– pueslos, ni establecer el reclutamiento legal, etc... , pero el mismo error es insignificante para el que lee la geografía de este país, y que mas ó menos se forma inmediatamente una idea bastante exacta de lo que es, en cuanto al número la poblacion del susodicho país. Lo mismo sucede con las estadísticas parciales.
En el censo levantado por el gobierno español en 1778, para iodo el reino de Gua– temala, la provincia de Nicaragua, compren– diendo la de Costa Rica, aparece con una po– blacion de 131,932 habitanies (1) divididos como sigue,
(1) Véase Pelaez: Memorias.
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