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al tipo de color de que ha sido formado. Se– ria preciso para esto que hubiese razas puras

superiores á las oiras razas puras, lo que pro–

bablemente es falso. El blanco, por ejemplo, no parece haber sido creado superior al in– dio. Le es superior "acluahuente", porque

las circunsiancias han favorecido mas pron–

to su desarrollo inielectual. Pero eso es un hecho accidental, y hubo en lo pasado una época en que el Imperio de los Incas ó el de MontezUlua esiuvieron mas adelantados en las artes y en la civilizacio11. ql1e los Galos ó

los Anglo-Sajones del mismo tiempo. En to–

do caso, enfre los houl.bres, así canto entre los

animales, el cruzarniento directo produce ciertas variedades, preciosas en verdad por

sus propiedades especiales, pero inferiores al

lipo puro; el cruzamienio indirecio devuelve

esas mezclas al ijpo prirni±ivo cuando es ne–

cesario, y

r en cuau.to al el uzarnienio lateral, bastardea conlpleJ:arnenie la especie: todos

los dias enco11.tran105 ejemplos de esto en el perro. De modo que la palabra "rnejora",

aplicada á un grupo de n"les±Ízos, no signifi~

ca relorno al tipo blanco en particular, sino

relorno á uno cualquiera de los tipos puros

que han contribuido á producirlo. Un mes–

iizo mas ó menos claro no mejora en nada á

su raza, aliándose con otra mes±iza mas cla–

ra que él; por el contrario la bastardea mas, y el resu11a<1o seria mucho mejor aliándose á un tipo puro, ya sea blanco, ya sea indio ó

l)egro, es decir, practicando el cruzamienio

direcio, ó el indireC±o, en lugar de pradicar el funesto cruzamiento laieral.

Es casi imposible examinar oiros tipos

que los cuallerones, es decir, los mestizos del

primer grado. Sabemos ya que son, segun su origen, el ladino, el mulato y el zambo; lllaü allá de estos es el infinito Solo el se– gundo grado da 36 cOlnbinaciones posibles

enire los 6 ±ipqs: blanco, negro

f

rojizo, ladi–

no, mulato y zambo; al tercer grado hay 1,296 combinaciones, y al cuarto 1,679,616

Antes de ocuparnos de los nlestizos del

prÍlner grado, debemos hacer una observa–

cion general tanto mas importante cuanto que, hasta ahora, no ha llamado bastante la atencion.

Un mestizo del primer grado, un mulaio, IJar ejelllplo, puede ser lUUY diferente, segun que el padre sea blanco y la madre negra, ó

vice-versa. Una vez admitida esta primera

diferencia, se notará de un m..odo lUas espe–

cial, segun que el niño Sea varon ó mujer; lo qu,c> daria, en principio, la idea de cuairo ela–

sen de 111ularos, todos quedando, sin embar–

go, nmlatos absolutos. airo ianio sucede con el zambo y el ladino. Hé aquí una dis–

fincían en apariencia inútil, pero no obstan–

te, fecunda en resultados interesantes en los

países donde la estadística de los nacimien. tos está bien hecha.

IX

En la produccion del ladino, el padre ha sido casi siempre el que representaba el ele– menio blanco y la madre la ql1e representa– ba el elemento indio. En verdad el hombre blanco, soltero ó viudo, ora criollo, ora Euro– peo, que buscaba en el país una compañera, legitima ó ilegítima, empezaba por buscarla en las lues±ízas laterales ó de retorno, lo mas elalas posible. Acabaluos de ver que este sentimiento, basado mas bien sobre el orgu~

110 de razas, que sobre una verdadera inteli– gencia de las reglas que presiden á la mejo– ra de la especie, era desastroso en sus conse– cuencias; pero, viéndose en la obligacion de escoger enire una negra y una india, el hom– bre blanco no debia vacilar en pronunciarse á faITor de la última, porque, físicamente, la mujer india es, bajo conceptos, mas deseable á los ojos <1el blanco que la negra.

Corno, en iodos los enlaces, el padre cria á sus hijos para sucederle, y los educa para vivir en su círculo, se sigue que los ladinos han manifestado siempre una tendencia mar– cada á tener las m.isrnas ideas que los blan-.

cas, á procurar imitarlos, á acercarse á ellos

lo mas posible, y en fin, á desear que los con_ fundiesen con los mismos blancos. En efeco to, considerado de un modo general, el ladi– no tiene horror por los oficios mi;lnuales, y prefiere las profesiones servileS y los em– pleos Hay excepcion en favor de lbs qu$ poseen el capital necesario para dedicarse al

comercio ó a la industria. .

Esta sed de empleos, los cuales son rela– iivamente raros en los países pequeños, po– bres y poco poblados, hace de 16s ladinos una clase inquieta y turbulenta, á la que Centro América debe la mayor parte de sus guerras civiles desde la Independencia, y por conSe– cuencia la inseguridad, que aleja de sus cos– tas la inmigracion extranjera. Es cierto que estas revoluciones periódicas se deben á cau–

sas Hlú1±iples, que examinarelnos en el capí–

tulo correspondiente; pero los ladinos tienen una parte considerable en ellas, y no hay du– da que se han querido hablar de ellos cuan– do se ha escrito: "Hay en Nicaragua un nú– "mero considerable de prelendidos coroneles, "de pretendidos licenciados, de pretendi– "dos rnédicos, en una palabra, de pretendidos

Jlcaballeros, que no saben nada, no hacen na,;.

"da, que no se ocupan ni de agricultura, ni de

Jlindus±ria, ni de cornerció, y que, no ±enien..;

"do interés alguno en la seguridad y en la "paz, están siempre dispuesios á sacrificarlas "á una esperanza ambiciosa". - IBellyl.

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