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ciaáte recibe una parie más o menos grande de las mercancías tomadas.

Lbs oiros simples delitos de policía están castigados con :muHas, ora para el fondo :mu– nicipal, ora para el erario, algunas, especifi– cadas por la ley, son pagaderas, parte en di– nero, parie en vales. Es preciso decir aquí que todos los cíudadanos están periódica– mente obligados á hacer una ronda de noche con un delegado de la munícipalidad.

Por faHa de docu:mentos, nos ha sido im– posible formar una estadística criminal.

VII

HACIENDA PUBLICA.-Vamos á empren– der ahora la tarea bastante árdua de dar una idea siquiera aproximativa de la siiuacion fi–

nanciera del país. A primera vista, esa sHua– cion parece muy mala: el erario está com– pletamente exhausto, y el Gobierno se ve obligado, para subsistir, á ocurrir á toda cla–

se de expedienfes.

Este estado de cosas tiene varios mofivos

que vam.os á enumerar sucesívamenfe. An–

tes de todo, diremos que las contribuciones directas no existen eH Nicaragua, donde se conocen solo las contribuciones indirectas, y son:

Las aduanas, los derechos sobre el des– tace de reses, sobre el aguardiente indígena de caña, sobre el tabaco, sobre el papel se– llado y los sellos postales sobre la pólvora, etc. Hay algunas otras mas, cuya lista com– pleta se encontrará mas adelante en la enu– meracíon de los ingresos. Las aduanas bas– tarian casi solas para pagar todos los gastos de la República, los cuales en tiempo ordina– rio no pasan de $ 350,000 al año (es decir, mas ó menos un peso y medio por habitan– te). Por desgracia están Call; enteramente destinadas á la atnoriizacion de una deuda interior, comenzada en la famosa guerra de Walker (1856) y que, desde entonces, se au–

;nantó á consecuencia de varias revoluciones,

que han obligado al Poder Ejecutivo á hacer– Se de recursos extraordinarios.

Nicaragua no ha tenido hasta ahora hom– bres de capacidad formal en materia de ha– cienda pública. Los Minisiros de este ramo, sacados de la vida privada por los Presiden– tes, y simples comerciantes en su mayor par– te, no han encontrado nada mejor que apli– car al manejo de los fondos públicos los prin– cipios de la economía doméstica, buscando el equilibrio entre los ingresos y los gastos, no en un aumento de impuestos por temor de la impopularidad, sino en una disminucion de gastos, que reducian á todo trance.

A pesar de aquel extraño método, el equilibrio ha sido obtenido varias veces, se– ría permanente, si nO fuesen las' perturbacio– n<>s interiores. Sin embargo, la situacion ge– neral de la hacienda es poco próspera, y es

la demostracion evidente de este principiO económico, que un Estado es próspero solo en proporcion á sus gastos, entendiendo q~e

se trata de gastos en objetos de utilidad pú– blica, á medida que se gasta, las fuentes de la renta son mas seguras y abundantes.' Ni– caragua, que exporia ahora un poco mas de un millon de pesos de producios, es decir, $ 5 por habHante, llegará á exportar por diez millones á lo menos., como se puede espe– rar de sus 206,000 habHantes (cierias Anti– llas exportan m<is de $ 60 por habiiante) cuando cada uno de ellos llegue á pagar si– quiera $ 6 de contribuciones, es decir, cuan– do el gobierno gastara $ 1,500,000 anuales.

Además, ~habrá contribuciones mas cos– tosas para el Estado que las coiliribuciones indirectas? Fuera de las aduanas, que, así como lo hefTlos dicho, están etnpeñada~ por tnucho tie~po, los tres apoyos financieros tnas sólidos' que tiene el gobierno son: el ím–

'Puesto del destace de reses, el del aguardien– te y el del tabaco. Entre ellos tres solos, pu– dieran aun' cubrir el presupuesto, pero des– graciadatnente, desde la revolucion de 1869,

el coniraba;->do ha llegado á tal grado, sobre todo para e~ tabaco, que el tnal no tiene casi remedio. .

Tal es 'el orígen del tnalestar aciual de la hacienda nicaragüense, pero es fáci~ ver que esta si~uacion es tnala solo en aparien– cia. El cr4dHo interior del gobierno está tnuy lejos de haberse agotado, tiene aun por sí el recurso de crear el impuesto direcio, ya sobre las p,opiedades ó sobre los capitales, ya so\;lre las per!"onas, y en fin,¡ le queda el recurso de l.\¡'1 etnpréstito, extranje,o, ql.\e ha sido recientetnente autorizado po, el Con– greso. Emplea,ndo urta parie de este em– présfifo en 'i!rr<iglar la cleuda interior, las aduanas, libres <;le los cargos que pesan so– bre ellas, seryirian de garantías ~~ prestamis– ta, pagarían los interesell de la sutna presla– da, y, lo soberante permitiría al gobierno de mejorar los diversos ramos de la administra–

cion y de crearse recursos permanentes. Lo

único que pueda tetnerse es que, en el tnO– tnento en que el erario empieza á cotnponer– se, una revolucion venga de nuevo á obligar al Estado á gastar en algunos meses $

1,000,000, es decir, tres veces sus rentas anua–

les, para sofocarla, y, al tnistno tiempo, aflo– jar todos los resoriell de la adrninil'!tracion y abrir el catnpo á toda clase de contrabando

y fraudes.

Los etnprélltitos hechos por el gobierno

nicaragüense en varias épocas, en el interior

de la República, han sido reconocidos en bo– nos que las aduanas reciben en pago d~ 10ll derechos. Estos papeles tienen varios nom– brell y diferentes valores, segun su rtaturale– za y su origen.

Hay los bonos "Manning", así designa_ dos por el nombre de un prestamista inglés, que residía en Nicaragua y que en 18... ade-

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