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batir en batallas cUyos motivos no compren– dian, y cuyos resultados no podían aprove– char en znodo alguno. Sin eznbargo, en Ni– caragua, la separacion de los indios de 10 de– znas de la sociedad está znuy lejos de ser ian desastrosamente completa cozno en Gua±e– mala ó en Méjico; pero la fusion no es ian ín– tizna cozno en El Salvador V Costa Rica.

Los indios, preferibles á iodos los znesti– zos, por la sencilla razon que las razas puras son sieznpre superiores, física y moralznen±e,

á las razas znezcladas, tienen aquí sobre el blanco V el negro, razas igualznen±e puras, la ventaja de estar en su suelo natal. Para que lleguen á gozar "de hecho" de la igual– dad civil, de que gozan ya "en derecho", es preciso que se decidan á salir de su aisla– miento V de sus costumbres desconfiadas. Al mismo Hempo, un gobierno ilustrado debe arrastrarlos á este esfuerzo, obligándoles á recibir los beneficios de la insfruccion pri– maría, y dándoles el ejemplo del respeto de– bido á sus derechos, inculcándoles á la vez una idea exaC±a de sus deberes; solamente enfonces los indios jusfificarán del iodo la buena opinion que los viajeros imparciales han tenido siempre de ellos.

Una de las reglas mas fijas de la ciencia antropológica es que la Providencia nq pro– paga las razas de mesfizos, V tiende sieznpre á hacer volver los producios de una znezcla al mas numeroso de los tipos puros que han concurrido á ella. Empero la iznpor:tacion de los negros ha cesado; el número de los blancos es znuy liInifado, y en frente de esto encon±raznos á los indios, no solamente en mayoría, sino lambien agraciados con una fecundidad relativamente considerable. De modo que Nicaragua está en presencia de un problema que tiene dos soluciones: si se quiere hacer predominar el elemenfo blanco en su poblacion, es absolutamente necesario llaznar una inrnigracion blanca, ó sino, cozno entonces la raza india llegará á dozninar, por la fuerza de las circunstancias, es preciso ha– cer que esié digna de esta sifuacion, y por consecuencia iodos los esfuerzos posibles de– ben dirigirse desde ahora á sacar al indio, por medio de la educacion, de la especie de concen±racion estúpida, en que lo hltndieron ires siglos de coznpresion de sus pensamien– tos en un círculo hostil.

Deznos±raremos mas adelanfe que esie úl±izno remedio es poco pracficable, á causa de las dificultades que la presencia de rnesii– zos mas ó menos rnula±os pondrá á la predo– rninacion absoluta de la raza india. Pero en– tonces, si la inmigracion blanca es el único remedio, ¿con qué rnotivo Se nos observaría que hay en el país el número suficiente de blancos y criollos para hacer frenie á las eventualidades tan lejanas que hemos exa–

minado~ Nadie se sorprenderá al decirle que la raza negra va á desaparecer pronfa– rnen±e de Nicaragua; la in±roduccion de ne-

gros ha cesado, y sus descendienfes, de con– formidad con la regla arriba mencionada, eslán destinados á ser absorvidos por la raza india. Por los misrnos rnotivos, no se puede dudar de la desaparicion no menos rápida de la raza blanca, si la llegada de blancos al país sigue reducida, corno lo es ahora, á al– gunos individuos, en su mayor parte varo– nes, aislados, V, por decirlo así, accidentales.

v

El negro africano es un tipo demasiado conoddo para que nos ocupemos de descri– birlo. Ademas, puede decirse que los ne– gros p~ros se han acabado en Nicaragua; los que eXIsten ahora han nacido en el país, de padres negros, es decir son negros criollos. Si la "criollizacion" del blanco le es desfavo– rable, y le priva en parfe de sus enérgicas cualidades nafivas, lo contrario sucede con el n.egro, el cual, ':criollo", es en rnucho supe– rlOr al negro unportado directarnente de Africa. Sin eznbargo, se debe tener presen– le que hay rnuchas razas de negros; en cier– tos países donde se han introducido en gran nún1.ero, y cornprado en varios rnercados co– rno por ejemplo en el Brasil ó en Cub~ la presencia de todas esfas razas ofrece rnuc'hos obstáculos á los esludios del anfropologis±a. En Nicaragua el caso es diferenfe, V en va– rios docurnen±os anfiguos Se encuentran pruebas de que la mayor parie de los ne– gros, que fueron introducidos en esta provin– cia, eran "Yolofes", de la costa de Guinea. Ademas es cosa bien sabida que el yolofe no solanten±e tiene el semblante, el cabello' el ángulo facial, las extremidades, el color:

e~c ... , de los negros en general, sino que ±am– bIen presenfa lres caracteres particulares: es de estatura muy elevada, su cuerpo es flaco

V seco, Y el matiz general de su piel es de un negro ligeramente rnorado. Esos caracieres son predsarnen±e los que se encuentran en Nicaragua, es±arnpados en los descendientes de la raza ne9'ra con una fuerza particular.

VI

En cuanto á. los blancos, no vale la pena. de insisfir sobre sus caracieres físicos tan co– nocidos; pero fenernos que considerarlos con a±eudon bajo el punfo de vista moral. Se sabe que los Españoles no permifian la in±ro– duccion de extranjeros en sus colonias de América; de modo que la inrnigracion blan– ca fué durante fres siglos exclusivamente cas– tellana. Es verdad que, aun en aquella épo– ca, los eleznen±os tan diferentes que han con– currido á la formacion de la raza española. (1) no se habían mezclado fan coznpleta.men-

(l) Es preciso tener muy presente que no basta haber nacido en Emopa pala sel raza blanca ó Caucásica Un

glan número de EUlopeos son ellos mismos mestizos latera– les.

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