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inconveniente. El minero que se preocupa soJo de la roca cris1alizada debe esperar, en verdad, que encontrará los mas ricos depósi~

tos de metal libre, si acaso los hay¡ pelO se expone con n'tUcha mas probabilidad á en– conirar el sulfuro aun no descon,pues10. ~Qué

sucede entonces'? En la máquina de moler, el azufre convierte inmediatan,ente el azogue en sulfuro y le quita en parte sus propieda– des amalgama1rices, de modo que, si no está uno prevenido por la análisis, y no echa azo– gue en exceso, corre el riesgo de ver una par– ie del oro, no amalgamada, escaparse con el cuarzo molido. Asi es que se ha visto, en San– to Domingo, las "lamas" contener tanto oro como se encontraba en el aparato de Inoler. En fin, será por todos los motivos que acaba– mos de exponer, que los escombramien±os de cierías minas de oro en Nicaragua suminis– trarán algun dia, y han suministrado ya, tan– to oro como el que se ha sacado de las ga– lerías.

Sucede tambien que las minas con1ienen

á veces meiales corno el antirnonio, el níquel, el bismuto ó el manganesia, quienes, por su gran afinidad con el azogue, son nocivos pa– ra fodas las operaciones de la manipulacion del mineral. Bajo este concepto, nunca se han visto opiniones maS aventuradas corno lal;! que prevalecen por momentos en la mi– nería nicaragüense. Personas muy 'estima– bIes, pero que no entienden absolu±aInen±e nada de n,etalurgia, se han visto obligadas por las circunsiancias á hacerse mineros, y desde luego han preÍendido á iodo trance aparecer inteligentes en la maferia. Si tie– nen buen éxito, es pura casualidad¡ pero no dejan de atribuirlo á tal ó cual procet;iímien– fe;> empírico suyo, que airas van reproducien– do sin mas verificacion. Cuando tienen mal éxito, en lugar de atribuirlo á su explo±acion irracional, lo atribuyen á la presencia fan– fás±ica de tal ó cual metal, que absorbe, di– cen, todo el azogue y deja pasar todo el oro, Así es que, por ejemplo, el arsénico pasaba, hace pocos meses, por encontrarse en todas las veias de La Liberfad¡ y este rumor, cora– pleta.men±e infundado, durará hasta que á

otro se le ocurra pensar que debe ser el co– balfo, ó el molibdeno, etc...

Todo bien examinado, las minas de oro de Nicaragua son excelentes: los mineros son los malos. Mas que ningun ofro "placer" del mundo necesiian de una explotacion cientí– fica. En la indushia minera hay dos par±€s bien distintas: la extraccion y el lra±amien±o del minel"é'.l. EsÍa úHima parie se compone de operaciones mecánicas, que se ejecuian por medio d€ aparatos mas ó menos perfec– fos, y cuyo manejo no exige nunca mas que un poco de inteligencia y de practica ru±ine– ra; los resuHados son proporcionados á la perfeccion del aparaÍo, pero son siempre se– guros, ya sean grandes, ya sean pequeños. Por el contrario, la exfraccion y el escogi-

miento de las InaÍerias eXÍraidas, deben Ser dirigidos científicamenÍe. El dia en que se entre en esta via, por la forrnacion de una ofi– cina pública para el ensayo de los metales preciosos y de las brozas, ó formándose los mineros en compañías, que pudieran pagar un empleado compe±en:l:e, este dia, digo, los capitales podrán invertirse en las minas de Nicaragua, con las mayores seguridades de un interés crecido, y dejarán de estar en1re– gados á la suerte, como lo están ahora.

El ejemplo de compañías extranjeras, que casi se arruinaron en La Liber1ad, á pe– sar de Í,ene1' un personal competente, no prue– ba nada en contra de lo que acabarnos de de– cir. Estas compañías, gracias á este personal, han sacado mucho mas oro, en proporcion, que ninguno de los mineros vecinos. Si su– cumbieron, es que, al principio, gastaron el capiial social, y aun €lloro sacado de las gale– rias, en trabajos accesorios insensafos, en 1ras– podes de máquinas inadecuadas, y en fin, es preciso confesar que el mayor desórden reina– ba en su adminisfracion. Esas mismas com– pañías, ahora reorganizadas, y fuertes con una experiencia tan caramente adquirida, funcionan con la mayor regularidad, y pagan buenos dividendos á sus accionistas.

En el capítulo VIII, volveremos al asunto para describir los procedimientos me±alúrgi– cos ahora usados en la explolacion de las mi– nas. En cuanto al número de yacimientos, es ilimitado. Se juzgará de esto por la reseña siguiente:

En'las jurisdicciones de Juigalpa y La Li– befad hay mas de 300 minas denunciadas, de las cuales muchas es±á,n explotadas. Las prin– cipales son: 5anlo Domingo (O Inglesa), el Jabalí (C.' Al-emana), San Juan, el Tigre, el Calvario, la Ponzoña, la Mes1iza, la Califor– nia, San Miguel, Virginia, el Amparo, etc... (1 ). Al Sur de La Liberiad la cord)llera está aun vírgen. de toda explotacion¡ pero expedi– ciones atrevidas, dirigidas hace poco tiempo por est~ lado, ya sel;!. entrando por el de los dos rios Rama, que es afluenÍe de la derecha del rio Mico, ya sea por €lIrio San Juan, han demostrado que no solamente aquella parle desconocida con.tiene veías, sino que eslas pa– recen llamadas á un brillanfe porvenir.

Al Norte de La Libertad se han descubier– to filones en Camoapa, Boaco, y á lo largo de la cumbre hasta Sébaco. Se sabe que en el tiempo de la dominacion española, Sébaco regaló al rey de España un "medio" lleno de fruias de tamarindo, imifadas en oro macizo.

En las cercanías de Matagalpa se conocen muchas vetas, y al Este algunas son explota– das en el canton de San Ramon, v. g. en Mon– fe-Grande, La Leonesa, Ojoche, mina de Qui– jano, Ucalca, efe... Al OesÍe hay minas co-

(l)Notal'emos de paso que, en el cantan de La Libeltad, se encuentwn Comedores de tiena, que comen una arcilla parti– cular, que llaman J abonlilda.

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