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« Previous Page Table of Contents Next Page »de "laja", tambien muchas v~ces se llama lajas á las capas de las esquifas ó del "±rapp" es±raiificado, y en general, á toda capa de piedra plana y lisa. Cuando las esquifas, ó cualquiera otra laja están descompuesias en pequeños fragmen1:os fácilmente divisibles, se llama "cascajo". Muchas veces el cascajo es una lava que, habiendo recibido abun– dan±es lluvias en el momento de su enfria– miento, ha experimentado en la superficie una oxidacion y una descomposicion par±i– culares y muy interesantes. En fin, cuando la lava, sea por haber corrido sobre vegeta– les, sea por cualquier o±ro mo±ivo, fiene la fornia escoriácea, se llalna "piedra quema– da".
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El primero de los volcanes (1), princi– piando por el Sur, es el Madera. Parece de los mas an±iguos, y ±iene por contemporáneo al Mombacho. En uno y otro encontramos la misma formacion ±raquítica levantada de un golpe á una gran al±ura, y en cuya masa el fuego central abrió despues un cráter en el vértice, y luego, demasiado comprimido por la resistencia de la materia que lo rodea–
!:>Cl-, haciéndola pedazos y proyectándoles en todas direcciones. Dar el nombre de erup– cion á estos fenómenos, cuya sola idea pro– duce el vértigo, no seria hablar con propie– dad La palabra erupcion envuelve consigo una idea de repe±icion y de in±ermi±encia. En el Madera y en el Mombacho ha habido muy probablemente alzamiento y luego explo– sion, despues fado debe haberse quedado en silencio: Las aristas vivas de los pedazos, su forma, su color, su cons±i±ucion molecular, iodo contribuye á probarlo. En el Madera ninguna emision posterior de cenizas ha. Ve– J'lido á ocul±ar los peñascos amontonados en desórden que rodean el pié del cerro; sin embargo, el vigor y la espesura de los bos– ques, á pesar de lo pedregoso del terreno, in– dican que la explosion tuvo lugar en una an–
~igüedad muy remota. Para que árboles de mayor tamaño crezcan enlre peñascos, es preciso que aquellos, durante mucho :tiempo, se cubran de helechos y zarzales, cuyos resi– duos van rellenando poco á poco los in±ersfi– cios de las piedras, hasta permitir que crez– can los árboles grandes. En el Mombacho un cráter advenficio se ha abierio en el flan– co Sur, posteriormente á la primera explo– sion, y ha vomifado numerosas lavas, ceni– zas y piedras pomez, que han ocu1fado los peñascos primi:tivos. '
Al contrario, en el cerro de Onie±epe en– con±ramos un volcan completamente erup-
(1) No repetÍlemos aquí la desclÍpcion topográfica, las
altitudes y OtlOS datos que dimos en su luga1, en la Geo¡pa– fin física.
fivo, que probablemenfe S9 ha elevado poco á poco encima del nivel general del valle, así como se ven en otros países elevarse aunen nuestros dias varios volcanes de aquella cla– se. En el Omefepe se pudieran casi co~ar
las erupciones tan fácilmente como las hOJas de un libro y clasificarlas por órden de an:ti– güedad sobre la generatriz del cono admira– blemente regular del cerro. Aquí encontra– mos la menor señal de que el terreno prhni– fivo haya sido levantado; hubo probable– mente un cráter abierio en el suelo, y cuyas deyecciones han venido sucesivamenie á al– zar las orillas, así como sucedió no hace mu– cho en los volcanes de Ysalco, en El Salva– dor, y de Jorullo, en Méjico. La lava ha cho– rreado un poco en todas direcciones, por el contrario, las cenizas, mas ligeras que la la– va, han sido siempre llevadas al Oeste, es de– cir, del lado opuesto al alisio permanente del Nordeste. A veces se encuentran grandes vo– ladas de escorias á piedras basá1±icas, lan– zadas á una aUa temperatura.
Nunca se habia hecho la ascension cien– Hfica del Madera y del Ome±epe antes de mi exploracion personal en 1869. Siento que las dimensiones reducidas de este tomo no me permitan inseriar aquí todas mis obser– vaciones. Hé aquí, sin embargo, algunos apuntamientos que no puedo pasar en silen– cio, sobre aquella isla que creo llamada á un magnífico porvenir, y cuyos dos volcanes, aunque casi gemelos, son sin embargo los dos tipos mas completos de las diferencias que existen entre iodos los de Nicaragua.
La parie de la isla que corresponde al pico de Orne±epe es la única habitada, la aira parie, que corresponde al Madera, no se compone sino de bosques y de peñascos en desórden, en los cuales ningun cul:tivo un poco extenso es posible. Por lo que toca á la primera parte, es un mundo completo en miniatura, con tradiciones, antigüedades, va– rias razas de indios, grandes facilidades pa~
ra la agricultura y ±ambien para las comuni~
caciones, porque por mas que llueva nunca hay lodo. El único defecto de la isla es de no tener o1:ra agua potable que la del lago, lo que impide estableoerse sobre los flancos del cono. Los pozos suministran aguas sul– furosas, y los ojos de agua son muy escasos.
En el vér±ice del cerro de Ome±epe hay dos puntas de la misma a1±ura. y entre ellas un pequeño cráter lleno de agua de lluvia, cristalina y helada. La vista se extiende so– bre la mitad de la República, y se :tiene el istmo de Rivas á los piés. En la falda occi– dental hay airo cráC±er vasto, pero poco pro– fundo y enteramente ocu1±o por la vegeta., cion.
En iodos los volcanes de Nicaragua se encuentran, cuando se hace la ascension de ellos, ciertas zonas vegetales dispuestas en cada uno en el mismo orden, y que pueden en un momento dar una idea general de la
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