This is a SEO version of RC_1965_08_N59. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »que ya la ciudadanía había antepuesto a su nombre Se les recordó a los munícipes que la ley exigía el exa– men, al menos de suficiencia, al que pretendiese ejercer la profesión de la enseñanza
El verse el blanco de objeciones hizo al maestro suponer que la posibilidad de volver a aquella vida, humilde e independiente de años atrás, le encariñara con el pensamiento, que: al fin manifestóse decidido a realizar, de no presentarse al examen que exigía el Reglamento de Instrucción Al tenerse noticia de su determinación sobre el particular, cuantos fueron ca– paces de calcular los nuevos inconvenientes y dificul– tades que sobl e vendrían para la escuela que di! igía el
maestlO, si llevaba él a cabo su resolución de abando– narla vinieron con sus insinuaciones a hacerlo desistir de s~ propósito los padres de sus discípulos, muchos ciudadanos interesados en la buena marcha de la ins– trucción, sus amigos todo~, sus alumnos mismos lo ase– diaron con sus súplicas, y el maestro Gabriel, que ja más supo erguirse ante estas solicituues dirigidas a su carácter afable y bondadoso, determinó someterse a la pr-ueba requerida
El momento del examen llegó Al presentarse el
maestro ante el jurado examinador, profundísima emo– ción sacudil ía, sin duda, su espíritu, y una sonrisa de orgullosa satisfacción debió asomar a sus labiús Allí estaba la prueba de que no habra sido tan insigni– ficante, como su modestia le decía, la labor ~ue había emprendido j Uno de los examinadores llamados a juzgar de la competencia del maestto, era el señor don José Dolores RodH¡¡¡vez, uno de sus antiguos discípulos! ¿Qué otra prueba más elocuente, pOla evidenciar Clpti– tudes puestas en tela de juicio? El señor Rodríguez se encargó de manifestarlo así e" aquel momento solem– no .;......./[Se ha creído -dijo- que mi voto pueda ser de autóridad en el fallo que va a darse sobre el resul– tado de éste examen, y, sin embargo, es en mI, un deber manifestar, que todo cuanto 9 mis aptitudes se Cltri– buye, se lo debo al hombre mismo a quien vamos a juzgar Hecha! esta manifestación, no soy yo el que debe ocupar el 'puestó honrosísimo que en este tribunal se me ha designado Vengan otros a expedirle título de suficiencia al maestro don Gabriel Morales, después de cuarenta años de ejercer el magisterio Yo, por mi parte, me concreto a declarar que lo que he sido, lo poco que soy y todo Cllanto pudiera lIegOl a ser, no valdrá nunca lo que una sola de las ihJsttes canas de ese anciano!" [n tales o parecidos términos se expre– só el señor Rodríiguez la selecta y numerosíslma con– currencia lo aplaudió con frenesí Presidía el acto el entonces Prefecto del departamento, señor Líc don Benjamín Guerra, esa modesta lumbrera de nuestlo foro ese hombre encanecido en la gloriosa peregrina– ción' del deber El resultado del examen, como era de esperarse, fue brillante, la sanción o:i~i,al estaba satis– fecha, y, en consecuencia, se le expldlo al maestro su nombramiento de preceptor en propiedad de la escuela que dirigía, el 19 de Julio de 1879 (3)
Los títulos no dan ciencia son opena~ uno garan-
(3) Managua, Julio 19 de 1879-Señor don Gabriel Mornles-EI Gobicr~
'no se 1h3 15elvido nomhrar a Ud. por acuerdo de esta fecha. preceptor pro– p¡"to:rio de la escuela mímero 1 de esta cimlnd--Lo que trascribo a Ud,
(mscribiéndome BU atento segUiD servidor-Benard
tía para aquel que (os P9see Bello escribió ese monu– mento de jurisprudencia que se llama el Código Civil Chileno, y no necesitó que se le expidiera nunca Un diploma de Abogado Al maestro Gabtiel Morales le bastabq con presentar, como testimonios de su compe tencia para el magisterio, los resultados obtenidos en premio de sus afanes En ningún caso como en este, podría aplicarse con más exactitud la sentencia bíblica que dice -"El árbol se conoce por sus fl utós"
Gabriel MOlOles fue maestro, porque nació para serlo como nació Morazán pOla ser guerrero, y José
Dolo~es Estlada para ser patriota, y Rubén DalÍo para ser poeta Su misión ela esa, su voluntad lo empuja– ba por lo senda que el destino le había tI azada en el mundo y no hubiela habido fuerza humana suficiente– mente 'poderosa, para hacerle cambiar de rumbo y de– sistir de su empeño, no hubiera habido nada capaz de obligarle a tOlcer su vocación "porque es ton difícil quitarle a un hombre el sino con que nc;ció~ como ense– ñar a las ovejas a cazar leones, y a las agUl/as a buscar miel entre los flores"
Si grandes son los obstáculos que s~rgen en su camino más grande es su voluntad ¿Que fuerza po– delosa 'habl á que quiebre aquella enel gía, fortalecida, sin duda por inspiración divina, que detenga aquella mano, di~puesto siempre a labrar el bien?
No importo que el suelo de la patt ia tiemble, con– movido de uno a otro extremo por el estruendo horríso– no y fatal de las discordias civiles, no importa que aquellas frecuentes conmociones, seguidas de su lúgu– bre COI tejo de destrucción y miseriCls, minando lo Re– pública que na<-e, aniquile sus primeras fuerzas, enferme su savia de juventud, y que todo lo entorpez– ca POIa el maestro Gabriel todavía no eran bas– tante poderosos estos inconvenientes, p~ra hacer!o susrender sus laboriosas tOl eas Aunque tiemble baJO sus plantas el volcánico terreno, él abre el SUlCO, y con mano tranquila deposita la simiente, mientras otros destruyen, él continúa creando, y su labor lenta, tenaz, incansable, era sólo interrumpida cuando el humo de la pólvora enrarecía la Cltmósfera, y el estruendo de la fusilería asordaba los espacios El período luctuoslsi– mo de la guellO civil y nacional, fue la piedra de toque con que se probO/on los quilates de su firme voluntad una parte de su familia se encuentra entonces, -como por igual motivo resultó otras veces antes, y, posterior– mente el año de 1869-, en el valle de Sabana-Gran– de, y ~tra, a su lado, en esta ciudad Sus atenciones se multiplican, sus gastos se aumentan notablemente, al mismo tiempo que disminuyen los escasos ahorros de sus heroicas economías, y al fin queda reducido a una miseria completa Pero no por eso decayó su es– píritu infatigable
Vino la paz, y el cielo de la patria, antes oscuro y siniestro, se tiñó con los albores que iluminan el desierto en el sublime canto de la Sulamita El maestro
reanuda sus intell umpidas tareas, y su modesta escue– la adquiere POI aquella época un ensanche prodigiosa más ele 200 niños, muchos de ellos procedentes de apartados suburbios de la capital y aún de lejanos pun– tos del departamento, concurrían a ella diariamente Surge entonces una nueva dificultad, insuperable,
-80-
This is a SEO version of RC_1965_08_N59. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »