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« Previous Page Table of Contents Next Page »ya imagen ha quedado grabada en nuestro pensamien– to con rasgos profundos, "como los que los escultores trazan sobre el marfil con un punzón enrojecido al fue– go"
La generación que piensa y medita hoy, todo se lo debe a él La generación que se levanta, puede que encuentre mañana algo que aprender en estas líneas, cuando lea en el polvo de los archivos la histo– ria de nuestros días, a la manera que el geólogo lee sobre las capas de la tierra en la noche de los tiempos, y el arqueólogo, sobre los capiteles demlidos, el orden de su construcción
Recordemos a los buenos que hemos visto caer con el fragor de la lucha, y formemos con su recuerdo 19 historia viva de que sUlgirá nuestra futur(] grandeza, la tradición a donde irá a llamar, para temp!arse, nues– tro espírifu
Si Nicaragua ha de ser digna de cuantos la han servido con entusiasmo y desinterés, dé a la tradición hermosa el culto que todos los pueblos dan a la suya Apoyada en ella podrá mirar serena al parvenil Un pueblo que descuida su tradición, es como un árbol que envenena sus raíces
RASGOS BIOGRAFICOS
Nació don Gabriel Morales en la ciudad de Mana– gua, el 18 de Marzo de 1819 y murió ellO de Agosto de 1888
Parodiando a un eximio escritor colombiano, podríamos decir nosotros entre estas dos fechas no hubo más que trabajo, abnegación y virtud
Don I/defonso Morales y doña Gertrudis Largaes– pada fueron sus padres tiernos y amorosos, sintieron latir de júbilo. sus corazones, en presencia de aquel 'nuevo fruto de su amor, sin detenerse a pensar en las escaseces que acaso venía a aumentar, pobres, humil– des y
desprendidos, le dieron al hijo querid0 cuanto tenícin humildad, honradez y recfitud ' . Con el corazón repleto de este legado paterno, hizo el niño su entrada oscura y silenciosa en el mundo El tiempo pasaba, y en su pobre hogar lio aparecía nadie que fuese capaz de adivinar lo que el niño pro– metía para Un porvenir cercano La afabilidad de su carácter, el cariño intenso para sus. padres y herma– nos, todas ¡;josas primeras manifestaciones del hombre que conocimos después, causaban desde muy tempra– no el encanto y la alegría de aquellas humildes gentes No era el niño travieso y bullicioso había en él sofpi- . caduras de una precoz madurez Y no era extraño nació y creció en uno de esos hogares, albergues de la éscasez, en donde el reloj del tiempo va tres veces más aprisa que en esos otros 'recintos donde vive a sus an– chas la holgada comodidad
Accediendo a los deseos del niño, uno tras otro día manifestados con insistencia, y ya en edad a pro– pósito para ello, sus podres le anunciaron cil fin que iba a entrar en una escuela, y así sucedió muy pronto. Don Remigio Gutierrez, padre del hoy venerable an– ciano don Sebastián del mismo apellido, fue su maes– tro de primeras letras
Lo que sería por aquella época una escuela primaria en Managua, puede muy bien deducirse por lo que san en la actualidad Nada capaz de atraer y conquistar la voluntad del alumno; sin embargo, jamás niño alguno fue más constante en comparecer, conten– to y regocijado, en presencia del maestro Ni el rigor de la estación más ardiente, ni la inclemencia del tiem– po, ni las ocupaciones que le retenían en su hogar, fueron nunca suficientes a hacerlo desistir de su asis– tencia a la escuela Entre todos sus compañeros él era siempre el primero Antes que nada la escuela, y des– pués tendría tiempo para todo. Porque él era el que
atendía solícito a sus hermanos pequeños, él era el que ayudaba a su madre en sus faenas domésticas, él era, en fin, el que iba a las afueras de la población a traer sobre sus propios homblOS el haz de pesada leña para el consumo del día, leña que, sudoroso y jadean– te, depositaba en su hogar, y que al volver de la es– cuela, la encontraba ya chisporroteando en el rústico fogón, lamiendo con las lenguas inquietas de sus l/a_ mas la ahLlJnadCJ olla de barro, de cuyo vientre redondo salía el tLifillo aglOdable que olía a carné y olía a vida, y despertaba él contento en los chicos de la casa. Rápidos fueron sus progl esas en la escuela a' que con tanta asiduidad concurría Prontodpl endió a leer y a escribir, conoció las primetas reglas de la Arit– mética, y allí, sin duda, fue donde también aprovechó aqUéllas "Lecciones de Moral Práctica", de las qLle tantoy tan buen uso hizo más tmde
Por aquellos dios Conoció o/ niño Gabriel, el Pt es.bítero don Santiago Mora, cura pórroco de esta ciuddd, y prendado de las bel/()s cualidades que le adornaban, tomó a su cargo la tarea de perfeccionarlo en sUs escasos estudios e interesarlo a la vez en otros huevos Tenía el buen párroco, a lo que parece, el plopósito de hacer que el niño siguiera la carrera eclesiástica, y con este fin le inició en el estudio del laHn y algunas ot ras materias, (]) pero cuando más halagadoras esperanzas prometían sus esfuerzos, una de aquel/as revueltas políticas, tan frecuentes entonces entt e nosotros, vino a trastornarlo todo, y el buen sa– cerdote se vio en la necesidad de abandonar al aplica– do discípulo
El niño había enttado ya en el período de la adolescencia, y se hacía necesario pensar en argo práctico que lo pusiera en disposición de ayudar al sostenimiento de su hogar y al alivio de sus padres, medio rendidos ya POI el cansancio, en la lucha soste– nida silenciosa y heroicamente con los años, el trabajo y la miseria Fue entonces cuando uno de sus her– manos, llamado Policarpo, hábil en el oficio de tejer las telas de hilo, que erq una de las pocas industrias generalizadas en el país, puso a Gabriel, como a todos sus hermanos, al corriente de cuanto sabía en el arte, El hacendoso joven toma entonces el telar, y tra-baja con constancia y habilidad no común ¡Aquel
(1) Filosofía esco1ftatica, Geomettia Aritmética, Historia, Geoglufía como medio de conocel el mundo
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