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DE LA LEY DE REFORMA AGRARIA
LUIS A. SOMOZA D.
Ex-Presidente de Nic81agua.
Durante el transcurso de las Jornadas Agrarias he prestado una minuciosa atención a los dis±íntos comentarios hechos por voso– troS, los cuales me han llenado de gran inte– rés, especialmente por ser miembro de este Consejo Direc±ívo, en representación de las Asociaciones Agropecuarias del país; en otras palabras, de los terraienientes y latifundis– fas.
En 1956, cuando mi padre el General Somoza encornendó a un grupo de jóvenes liberales la la'l'"ea de formular el plan de tra bajo de su plataforma polífica, i.ntrodujimos en ese programa un conceplo básico y pri– mordial para el crecimiento ordenado y ar– mónico de la nación, lo cual proclarnó en su plataforma en ese misrno año. El querí.a establecer una Reforrna Agraria, porque es– taba plenamente planteado en el país el pro– blema social y económico que se estaba creando en el agro, ya para el año 1955, con la acelerada mecanización y exiensión de cultivos en Nicaragua. La eslructura colo– nial del país estaba desapareciendo y ésie venía entrando en un franco período de de– sarrollo agrícola, alentado por la mecaniza– ción y por el mejoramiento de la productivi– dad de los dos cultivos básicos, corno son el café el algodón. Esto iJ::ajo, corno consecuen– cia, un violento desplazamiento de los cam– pesinos que tradicionalmente trabajaban la tierra en los períodos de desempleo. Ante mis ojos ví caer montañas y tumbarse gran– des bosques, y apartarse a muchas gentes -colonos, aparceros y arrimados- por la fuerza del arado y de la rnaquinaria.
En mi Gobierno fué promulgada la Ley de Reforma Agraria; esta Ley que ha sido cri– ficada como defectuosa y calificada por mu– chos juristas como una Ley abordada en el período más crílico de nuestra economía, cuando los precios de nuestros productos bá– sicos se habían venido abajo y en el Caribe aparecía una inquietud social. Esta situa– ción tal vez nos impulsó a preocuparnos más por las inquietudes que el pueblo tenía, hijas del mismo progreso y de los mismos progra– mas que el Gobierno había puesto a caminar con sus créditos agrícolas y pecuarios. Fue entonces que vimos la conveniencia de en– viar a algunos de nuestros funcionarios a recibir orientación en el exiranjero, habien– do viajado al exierior los Dadores Orlando Trejas Somarriba y Osear R. Montes Orozco, quienes observaron sobre el :l:erreno el fun-
cionamiento de las refonnas agrarias de otros países.
No podíamos nosotros legislar sobre re– forn1.a agraria, ni ponerla en marcha, mien– tras no tuviéramos básicarnente una orienta– ción nacional que se ajustara a nuestros pro– pios problemas. Pudimos haber copiado ariículos de las leyes agrarias de Venezuela, Argentina, México, Italia, etc., pero eso no hubiera resuelto nuestros problemas, y por ello optamos por hacer experimentos prác±í– coso De allí que, corno muy bien dijo el Dr. Felipe Rodríguez Serrano, esta Leyes una Ley práctica, ajusfada a hueSÍro caso. Si ella no ha dado los resultados debidos con la ra– pidez o la vertiginosidad que ustedes quie– ren explicaré más adelante los mofivos.
En una propiedad nuestra, "La Palmi– ta", en Tipitapa, se escogieron treinta y cinco cabezas de familia para observar las ap±ítu– des de nuestro campesino, y nos encontra– mos con que era un individuo capaz de absorber la ayuda que el Gobierno estaba dispuesto a darle en el aspecto economico, técnico y educacional; pero, por otra parle, demostró ser irresponsable socialmente, ya que, cuando se le entregaron sus primeras utilidades, provenientes de ese experimento minúsculo, constatamos que el noventa por ciento del grupo escogido no tenía un centa– vo en la bolsa al día siguiente de habérsele repartido miles de córdobas. Triste reali– dad, pero así fue.
Sin perder la fe, repetimos posterior– mente el experimento, esta vez dentro de un plan de mayores proporciones. En efecto, adquirimos una propiedad de 2,116 Inanza– nas, con las que formamos la colonia agríco– la "Los Laureles"
¡ y para corregir el defecto de que nuestro campesino no ahorraba, pro– cedimos entonces a proporcionarle el mayor número de servicios adecuados para que pu– diera canalizar, forzadamente, parte de sus utilidades hacia el ahorro. A todos ellos se les doló de agua potable, luz eléctrica y vi– viendas, con lo cual se comprome±íó s~ res– ponsabilidad y se les obligó concretamente, como consecuencia, a proporcionar un hogar decenÍe a sus hijos.
La colonia "Los Laureles" ha sido la co. lonia piloto donde hemos aprendido todo.' Allí se han conocido los distintos problemas del agro. Allí incluso hemos conocido B.
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