Page 42 - RC_1965_08_N59

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m.eniado, porque el previo pago en efeclivo es condición que está ±olalrnenle fuera de las posibilidades del Insiituto Agrario.

Es nuesira opinión qne oportunamenie el Gobierno lendrá que lomar en considera– ción la conveniencia de solucionar los obs– ±áculos de tipo económico y legal qne esia condi.ción significa para el Instituto.

Finalmente, nos queda que Ja a1±ernati– va más viable y oportuna es la segunda, o sea la de efeciuar sus programas en tierras nacionales.

La opinión persOl'lal del que habla es que el Gobierno no necesita invertir exage– ra<;l.as caniidades de dinero en comprar o expropiar lerrenos, debiendo limitarse fales operaciones pala resolver problemas urgen– tes en lugares donde el volumen de pobla– ción ejerza considerable presión y se hayan creado siJuaciones que Ilecesilen ser reme– diadas. Seda preferible que los recursos de que pueda disponerse para co-mprar tierras se utilicen en la habililación de las baldías exisien±es, eslableciendo plioridades por zo– nas determinadas por los programas de de– sarrollo regional que hayan de ponerse en ejecución, como se dijo an1:es.

La incorporación de áreas de desarrollo agropecuario regional, en ierrenos naciona– les, nos penni±irá lo sigl.1ien±e:

1) Es±ablecer dÍ'Tersos núcleos can.pesinos dentro de una sola unidad productiva, 2) Hacer planes de producción agropecua– ria en escala regional que justifiquen las inversiones necesarias en caminos, ma– quinarias y almacenamientos con ins±a– laciones de secadoras, y que se abran oporiunidades para industrias prin.arias; 3) Incorporar a la producción agropecuaria nuevas áreas que respondan a las exigen– cias de una población nacional siempre crecienie y que, por o±ra parte, ayuden a cubrir las demandas del mercado común.

De acuerdo con cifras de la Oficina de Planificación, en 1950 la población de la zo– na del Pacífico, que es donde esiá concen– 1:rada la mayor actividad econólnica del país( alcanzó él. los 585,000 habitanles, correspon– diendo 302,000 al sector rural.

Al letminar 1965 esta misma zona ien– drá 930,000 habi±anies, de los cuales 392,000

estarán en el campo y 532,000 formarán la población urbana.

Para 1970 Ge esiima que habrá 428,000

habitanies rurales y 664,000 urbanos, y para

1974, en el mismo orden, habrá 456,000 ru– lales y 785,000 urbanos. En el resto del país el crecimiento de la población rural será siempre mayor que el urbano.

Lo anierior nos dice que, a m.edida que la zona del Pacífico vaya teniendo población más densa, los problemas de irabajo y ali-

méniación irán siendo más complejos y difí– ciles, y que los proyedos que se pongan a operar en o1:ras regiones del país, ayudarán a resolver esos problemas, ya que se podrá conlar con la explotación de nuevas áreas, propiciando una mejor dislribución de la po– blación para que cubra las zonas que, por estar deshahitadas o poco pobladas no han entrado a parlicipar en la acíividad econón.i– ca del país.

Es curioso ver cÓlno la población ha ve– nido desarrollando su propio pl"ograma de disiribución de tierras. Por los esiudios que hemos podido realizar durante esios prime– ros meses de irabajo en el Ins±iiu±o Agrario, se ha cons±aiado que hay una peregrinación constante hacia los lugares 8n donde se pre– sun1.e que las tierras son nacionales.

Un porcentaje apreciable del sobrante de población rural, que es generado en las grandes plopiedades y ceniros <urales, emi– gra a las partes central y orienial de~ país en busca de :tierras baldías, para posesionar– se de ellas y conl.enzar una nueva vida.

Pero esios poseedores u ocupanies care– cen. de lí±ulo de donl.inio y no pueden, por lo 1anio, obiener facilidades credi:Hcias a largo plazo que les per.:mi1:a organizar su empresa, en forma definitiva, mediante la ejecución de un conveniente programa de desarrollo.

En es1:e aspecio el Insiituio Agrario de Nicaragua :tiene una labor muy grande por realizar, ya que se ha estimado que un al±o porcentaje de las Herras del país son nacio– na,1es. Sin embargo, no es posible cubrir las demandas de títulos en el país, por lo dis– perso de las solicitudes.

Por ianio, esta clase de irabajo resul±a más conveniente conglobando las soliciiudes de ial modo, que puedan establecerse en for– ma escalonada áreas de desarrollo agropé– cuario regional.

Si es posible coniar con los recursos del caso, el Insti±u±o Agrario de Nicaragua pro– veda titular tierras nacionales deniro de las siguien1:es condiciones:

1) QUe sean regiones seleccionadas para proyectos definidos de desarrollo agrope– cuario} y,

2) Cuando se traie de regiones en donde pueden instalarse delegaciones con iodos los recursos humanos y financieros, se– gún orden de prioridades que se esiudien.

Creemos conveniente que se dé especial atención a aquellos lugares en donde los distintos organismos del Es±ado hayan he– cho planes pala desarrollo de proyectos es– pecíficos, tal como el conocido con el nombre de Prolacsa, que a nuestro juicio tiene qu.e

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