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bajo y la eliminación de rnano de obra. corno resuliado de la rnecanización, tornan cada día rnayores proporciones. Si por otra par– te existen Herras incuBas que por estar irn– produciivas perjudican la econornía nacio– nal, el paso lógico del Gobierno tuvo qU€ ser el dictar J a Ley de Reforma Agraria, que conHene las orientaciones y las rnedictas a tomar para el desarrollo de aC±ividades y

prograrnas que nos lleven a la realización de sus objefivos.

Si analizarncis la situación de los sujetos que deben ser favorecidos con los programas dé Reforma Agraria, enuonframos el siguien– ±e cuadro: En príxner lugar, carecen de He– rras, aunque su labor diaria, y posiblemente lo único que saben hacer, es trabajar esa tie–

rra corno asalariados.

Nuestro campesino vive generalmente en los trabajos del agro, pero desposeído del principal instrumento, que es la fierra. Este

suj~to, además casi siempre es analfabeto. Ahora que fiene a su alcance la radiofonía, se instruye más pero retiene poco.

Por oira parie, su salud es frecuenfe– mente mala y muchas de sus enfermedades son traiadas por curanderos o por personas expertas en prácticas iradicionalmente acep– tadas en el lugar. A esio hay que 'agregar . que por siglos han sido exploiados de diver– sas rnaneras: sueldos o salarios rnuy bajos, mala alimentación en las haciendas, cáno– nes rnuy elevados por el alquiler de tierras, bajas producciones obtenidas, présiamos a .intereses sumamente alios, venia de sus co– sechas por anticipado a la m.itad del precio normal, pago de su exigüo salario con mer– caderías que han sido valoradas en los co– misariatos¡ con un recargo del 50 al 100 por ciento sobre el precio corriente etc.

S.e ~sfirna que en Nicaragua hay 50,000 fart¡ilias, que representan más o menos 400,000 pers<:mas, en esta situación. En esca– la inmediata hay por lo Inenos otras 50,000 familias de pequeños agriculiores, en su ma– yoría minifundistas, que carecen de tierras suficientes para trabajar y llenar las necesi– dades más perentorias de sus hogares.

Por ofro lado, solo el 10 por ciento de la población rural corresponde a los media– nos y grandes agriculiores, que cuentan con recursos para obtener ingresos que les per– mitan llevar una vida desde medianamente acomodada hasta holgada. En resumen, los dafos anteriores nos dicen que por cada 90 personas del secior rural 80 viven en condi– cíones sumam.enfe precarias -en mayor o menor grado- y sólo 10 personas Henen un razonable nivel de vida.

Analicemos ligeramente cómo repercute en el país la si!uación que hemos planteado. El 90 por cien1o, poco rnás o menos, de la población rural no sólo corresponde a pro– duciores deficientes, sino que constituyen un facior negativo en el campo del consumo, y

ambas circunstancias las obligan a ser una carga que deiiene la marcha del prcigi'eso que el tiernpo exige.

El sociólogo francés Jean Fourrasiíé, Profesor del Instituto Politécnico de la Uni– versidad de París, reconocido como una de las grandes autoridades en el campo de la sociología afirma: "Uno de los principales obstáculos para el desarrollo industrial lo constiluye las grandes masas campesinas au±oconsumidoras. Mientras familias de zo– nas desarrolladas consumen hasta el 80 por ciento de sus entradas en artículos m.anufac– turados, las familias de las zonas rurales ape– nas invierten un 7 por cien±o".

Nicaragua ha alcanzado una tasa de crecimiento del :3 por ciento. Se calcula que para el año :l 970 nuestro país contará con 1,900,000 habitantes, y para 1974 esta cifra llegará él 2,125,000. Y si a esto agreg81uos que, salvo razones imprevisibles, antes de 25 años Nicaragua tendrá m.ás de 3,000.000 de habitantes, que demandarán luayores opor– tunidades de trabajo y mejores condiciones de vida en forma de alimentos, vivienda y educación, es aceptable pensar que es de ver– dadera urgencia hacer producir toda la tie– rra disponible, debiendo el Estado tener toda la fuerza y todo el respaldo de la ciudadanía para :i:omar las medidas que considere conve– nientes para esta finalidad.

A fin de explicar mejor el porqué de es– fa uigencia ,nos vamos a permitir mencio– riar algunas cifras que ya están marcando una peligrosa situación deficiiaria en la pro– ducción de alimentos para consumo nacio– nal, no obstante que la población del país es relaiivamente reducida.

al De rnaíz, que. es el producio >:nás .in1por– tante en la dieta popular, fUe necesario imporiar 161,465 qas. durante el año agrícola i 963-1964, i lbs· requerimientos potenciales serán mayores en el futuro cuando haya que responder a una de– manda en escala coraercial, o Se le em– plee para fines industriales o para formar parte de las raciones alimenticias para el ganado.

bl De arroz hubo que importar, duranie el mismo ciclo, 192,000 quintales (30 por ciento de la producción nacional) para satisfacer el consumo interno. Es el pro– ducio de consumo básico más deficitario. c I De producios lácieos, \mporfante renglón proteico de origen animal, fue necesario importar 2,911,948 kilos durante el año 1964.

Al examinar las irnporlaciones ocurridas durante los ú1±imos cinco años, se aprecia un continuo incremento de las mismas y una creciente salida de divisas, lo cual pudiera

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