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« Previous Page Table of Contents Next Page »necesHa. El grado de urgencia acl:ual de es– ia necesidad puede no ser igual al de otros países que atraviesan por crisis agudas deri– vadas de la relación hombre-Herra, pero se– ría absurdo pensar en esperar a que existan situaciones sUluamen±e dlfíciles para decidir– se a emprender una Refonna Agraria.
Lo luejor sería aciuar anies, porque las medidas preventivas eliminarían los estados de anhuosidad, recelos y dificultades que en– cuen±ran \ln ambiente adecuado en los mo– menios en que. se desarrollan programas de Refonna Agrana 'Para alivial" sHuaciones de– sesperadas.
El siguiente paso sería convencernos por qué se necesila la Hefonna Agraria, o sea cuál es la situación que hay que corregi.'t' en algunos lugares del país o ial vez prevenir en iodos.
Aunque Nicaragua cuenta con una po– blación reducida, para la capacidad de su. territorio, exisian acumulaciones de pobla– ción en la región del Pacífico. Si la pobla– ción estuviera reparfida en todo el país, po~
siblemenle no exisliría problen'la que cone~
gir en el presente
La verdad es que, aún cuando Nicara– gua no sea un país densamente poblado, hay algunas regiones que presentan anóma– las siluaciones de ienencia por encon±rarse grandes propiedades, muchas veces cOn extensiones incultas y sin ningún aprovecha– lnien±o, marginando a H1uchos campesinos' que ni cuen±a11. con tierras para trabajar por si mismos, ni encuentran permanenles cen– tros de ocupación en donde pudieran vender en condiciones satisfaC±orias sus servicios co– rno operarios rurales.
A medida que la población crece, tam– bién aumenta la necesid~d de proveer de alojamienio adecuado y fuen±es de irabajo a las nuevas familias. Por, este fenómeno es que aC±ualmen±e nos encontramos con pre– siones que no podemos ni deben'los soslayar.
Las grandes haciendas que anies alber– gaban 20, 40 ó 60 familias para mantener irabajadores a su disposición, pagándoles bajos salarios, garantizándoles ocupación por solo 3 ó 4 meses durante el año y peI– mi±iéndoles hacer pequeñas siembras de subsistenci¡:l., generalmente de n'laíz y frijo– les, en las parles poco úiiles para el propie– tario, han sido las incubadoras de es±as nue– vas generaciones que, al venir a aumeniar el número de personas, han generado en pro– gresión geométrica nuevas familias que no necesi±a ni protege la hacienda en donde tuvieron su origen.
Poco a poco, con cada generación de nuevos sujetos rurales, se ha venido fonnan– do un es±raio social que ya requiere atención especial.
Tenernos que convenir en que exisie.n lugares en nuesiro país donde la acumula– ción d~ población, la falta, q.e fuenies de rra-
¿Necesita Nicaragua de una Reforma Agraria?
En primer ténnino, respondernos a una pregunta que debe encabezar a otras que
s~rgen al analizar la situación del agro na– Clonal. La pregunta es: eNecesita Nicaragua dl? una Refonna Agraria? Ojalá que cada uno de los que me escuchan pudieran tener una respuesta más de acuerdo a la conveniencia del país que a la de sus propios intereses, ya
se~n ésios económicos, po~í±icos o de cual– ,qUlera arra índole.
L<I., r!9spues±a d~l qu~ hab!a es que s~ ¡a
_.,.,-;33-_
Pero las experiencias de otros países y los métodos que ellos han empleado para resol– ver sus propios problemas, no constituyen la única receta aplicable en iodos los casos. Por eso el primer paso que debernos dm es situarnos en Nicaragua; porque hay per– sonas que están situadas físicamenie en nuesiro paí.s, pero piensan y sienien en fun– ción de distinios países CUl émosnos, pues, anie iodo, del desmedido afán de irnifación
y de lo que nos impida ubicarnos en nuestro propio ierreno y pensar en nuesiros propios problemas. . . .
A med1da que la ±ecnlca avanza, los paí.ses en'lpeñan iodos sus esfuerzos pala su– perar los inconvenienies de u).1.a economía ±radicional, y la lucha que se libra en esie campo es±á demosirándonos que a la cabeza van siernpre aquenos pueblos que en primer ±érmino -oígase bien, en primer :término-– están resolviendo el problema grave, profun– darnen±e grave, de un gran seC±or de la po–
blación que ha vivido a±ado a sisiemas eco–
nómi cos propios de la edad media
Esto es algo que todos los nicaragüenses debernos comprender, porque, si cerrarnos los ojos a esias realidades, estaremos pospo– niendo la solución de un problen'lB que con el tiempo se volverá más grave.
Debernos convencernos que rnientras no modifiquemos la esiruciura socio-económica de nuestro país -cuyas deficiencias eslá~
deterrninadas por la defecfuosa esiru.ciura dé la tenencia de la fierra, agravadas en otras por la faHa de infraeshuC±ura y organización. institucional que impiden llevar asistencia· técnica. y establecer situaciones de mercadeó en un campo más equiiaiivo y jus±o- será difícil obiener cambios susianciales que nos lleven a un evidente y seguro desarrollo. Es por el c6nvencimienio que ya exisie de e!lCaUZar la Reforma Agraria hacia esios objetivos de equilibrio, V utilizarla corno ins– ±rumen±o de desarrollo social y económico, que también se la considera corno una medi– da eficaz para el aumenio de la productivi– dad y para una distribución más equitativa del ingreso nacional.
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