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En reSUMen y como síntesis de las actua– ciones en el año y medio transcurrido del Plan de Desarrollo Español se puede afinnar que el Sector Turismo ha cumplido dos gran– des funciones, contenidas en la programa– ción del mismo.

En primer lugar ha sido el sector que h~

proporcionado las divisas extranjeras preCI– sas para afrontar las exigencias de importa– ciones de equipo y bienes de capital que to– do plan de crecimiento necesita para su pro– pia realización, proporcionando asimismo una independencia exterior y una libertad de acción que los medios normales de finan– ciación, préstamos extranjeros y créditos de Organismos de Cooperación internacional no son capaces de garantizar.

En segundo y úHimo lugar, ha sido uno de los sectores más dinámicos del interior, colaborando enérgicamente a la elevación de la inversión privada y al crecimiento del empleo, por lo que el. ciclo eco~ómico reco– rrido por el sector tUrIsmo ha SIdo com.ple±o y con resuliados inmejorables.

6 -El Gran Futuro del Turismo

Definida la importancia del iurismo des– de el punto de vista humano, convenido el gran valor que ofrece desde el punio de vis– fa polHico, situado su crecimienio dentro del proceso irreversible del aumento de la renta "per capita" de los distintos países, es fácil predecir que, salvo causas dramáticas en el devenir internacional, el il.\rismo va a des– bordar por S11 masiva únporfancia, las reper– cusiones de acaecinúenios anteriores de la ci– vilización occidental que jalonaron su His– foria dejando impronta indeleble de su paso.

Ante esie futuro la gran comunidad his– pano-americana de naciones debe pro±ago– nizar-el papel que la Providencia le #ene sin duda reservado en este gran movimiento. Dos países de est~ comunidad, aquí presen– tados, pueden considerarse pioneros destaca– dos de este movimiento y están experimen– (ando, por vía práctica, la gran importancia del fenómeno. Es±os países son España y México. Sifuados junto a comunidades de mentalidades distintas a las propias y con gran poder adquisifivo (Europa y Es±ados Unidos) se han dado en ellos el fenómeno en toda su intensidad y es fácil predecir que el mismo se extenderá en el futuro inmediato

a los países centro americanos que tienen el mismo cielo azul, las mismas playas solea– das, la misma belleza de costas y paisajes.

Los países de América del Sur, poseedo– res de grandes tesoros históricos, fueron lu– gar de desarrollo de civilizaciones gloriosas que, a la par de las de Europa y Norie de Africa asentaron en estas Herras las formas más aniiguas de comunidades humanas. Es– tos países :tienen anie sí también el gran por– venir de, esa regresión de que hablábamos antes de las grandes civilizaciones indus±ria– les hacia los lugares en que la Humanidad asentó desde antiguo sus comunidades. Pe– ro hay además o±ro gran movimiento de aproximación que es el de los países de la comunidad hispano-luso- americana entre sí, porque si dijimos antes que de esías fórrnu– las de convivencia saldría la mejor forma de comprensión entre los pueblos, su aplicación al caso concreto de las naciOl1.eS de esta gran comunidad se limifa pura y simplemente a mejolar el fraio de los que fueron desde su nacÍlniento hermanos.

Santos herederos pro-indiviso de una 1alga y bella historia, y esa larga y bella his– foria que los fenómen9s de aislamiento na– cional quizá nos han hecho olvidar con fre– cuencia, . al canzará toda la fuerza de la lla– mada de la sangre cuando, en coniac±o m.ás íntimo recordemos, con iguales esquemas mentales, hablando el n ...ismo idioma y re– zando las mismas oraciones, iodo un acervo moral que compartimos y que podernos y de– bemos ofrecer a los extranjeros que vienen a visitarnos quizá por eso mismo.

En el momento aC±ual es difícil precisar las etapas del gran movimiento turísiíco, pe– ro de lo que no hay duda es de que en esíe retorno de las civilizaciones industriales a los lugares más viejos de la humanidad, las naciones hispano-lusa-americanas tendrán siempre una palabra que decir y si logramos que esa palabra sea la misma desde iodos los puntos de la inmensa cruz cuyos brazos van de las Islas Filipinas a la Península Ibé– rica, y cuyo tronco se ex±iende desde Méjico al Cabo de Hornos, será difícil que álguien deje de escucharla.

El pasado no ha muedo y el futuro no está escrHo, (ojalá seamos capaces de elabo– rar un fuíuro común sobre la unidad del pa– sado en una de las grandes ocasiones que la Historia puede deparar a este gran bloque de naciones!

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