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« Previous Page Table of Contents Next Page »disturbios que agitaba-n enfonces al Perú ha– cian todavía mas necesaria pOr este lado la creacion de una Audiencia, se creyó resolver la dificultad instalando una en Panamá, cu– ya jurisdiccion se ex±endia sobre las provin– cias de Castilla de Oro (Costarica) y Nicara– gua, por el Norte, y al Sur hasta el estrecho de Magallanes.
Era aquel un remedio insuficiente para los abusos que se cometian en la provincia; y hubo un descontento general, que la llega– da de mujeres españolas (1539), cuyo nú– mero habia sido hasta entonces muy reduci– do, pudo apenas distraer un momento. En fin, la muerte de Alvarado (1541),
quien se había siempre opuesto á la idea de un poder superior al suyo en la América Cen– tral, hizo resolver la supresion de la Audien– cia de Panamá, y la creacían de una para el Perú y otrá para Ceniro-América. Debia re– sidir la última en Comayagua, y se llamó Audiencia "de los confines", es decir, es±able– cida sobre los confines de Nicaragua con Guatemala. Nicaragua comprendia enton– ces Costarica desde 1530, y la parte Sur y Este de Honduras. El resto de la América Central hasta el istmo de Teahuantepeque formaba á Guatemala: Yuca±an, Tabasco y Cozumel se separaron luego, por hallarse mas cerca de Méjico.
Pero esta mejora venía acompañada de leyes nuevas que daban un golpe tan ±erri– ble al sistema de abusos que los colones em– pleaban para con los Indios, que produjeron una conslernacion general.
Esas leyes nuevas, en primer lugar, esta– blecian corno principio que se esperaba por los magistrados civiles, que formarian en parte el ±ribu,nal de la Audienci;;¡., femperar los excesos d~ los militares, que hasta enfon– ces habian manejado los nego~qs. Dejaban esperar tambien una influencia mayor del clero. En seguida, arreglaban un sistema protector de los Indios, prohibiEmdo se hicie– Sen esclavos, y estableciendo que no se exi– giria de ellos sino un razonable tributo. Sin embargo, los esclavos ya hechos per– manecían en la esclavitud; pero era prohibi– do á los gobernadores poseer alguno. Con±re– ras, cuya riqueza principal consisfia en escla– vos, traspasó precipitadamente los suyos al nombre de su mujer é hijos, por medio de una escritura pública, que hizo antedatar pa– ra. que: el traspaso pareciese anterior á la pu– bhcaclon de las nuevas leyes (1544).
Mgr. Osario habia fallecido en 1542, y Flay An±onio de Valdivieso ~ué nombrado para sucederle en la silla episcopal de Nica– ragua. Llegó á Leon en 1544, y pronto dis– gustó á sus feligreses, con medidas impru– dentes y excomuniones intempestivas contra
descuido dél sel vicio de S l\f que no se hubiese poblado algun pueblo en la mar, pala la contiatacion que, subien– do por el
1 io San Juan á la laguna, podia haber con la mar del Sur".
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las autoridades. Habiendo quérid9 Contre– ras inlerponerse en el conflic.1o, el obispo lo acusó públicamente de no proporcionar á los indígenas ioda la proteccion exigida por las n1.levaS leyes; y habiéndose acalorado el de– bate, el obispo denunció á la Audiencia el traspaso fraudulento de los esclavos de Con– ireras á su familia.
Maldonado, primer presidente de la Au– diencia, acababa enlonces de trasladar la re– sidencia de la córte á Gracias (1544). Al r~
cibir la denuncia, mandó á Lean al oidor He– rrera, para que informase sobre el asunto; y luego Contreras fué destituido de su empleo, y los esclavos fraspasados fueron incorpora– dos á los de la Corona.
Contreras estableció á su familia en Granada, y salió para España á pedir la re– vision de su sentencia; pero nada pudo ob– iener, y la condenacion fué aprobada por el Consejo de Indias (1548).
Durante su ausencia, al±eraciones gra– ves estallaron en el Perú. Pizarra, alzándose contra la Audiencia y el Virrey, formó una ar– mada en el mar del Sur, y para aumentar sus recursos, mandó oficiales suyos á atacar á Panamá y al Realejo. A este último, vino Palomino, que iomó buques y caballos. La Audiencia de Gracias mandó entonces' al oidor Guiñones para ayudar á restablecer en el Perú la autoridad real. Las iropas que se llevó eran casi enteramente formadas de Ni– caragüenses; estos se distinguieron muy I=!ar– Hcularmen±e, en esta ,campaña (1) y cama fueron muy mal recqil).pensados de sus ser– vicios, el país se pobló; á su vuelta (1547–
Diciembre), de numerosos descontentos.
Entre ti;tn±o, Cerra±o sucedió a Maldóna– do en la presidencia de la Audiencia (1548),
y obtuvo que la cór±e se trasladase á Guate– mala para acercarse mas á las provincias se– ien±rionales de su jurisdiccion. Habiendo conocido en esre tiempo; los hijos de Contre– ras, el poco éxi.1o de las instancias de su pa– pre en la Cór±e, aprovecharon este aleja– miento de la AudiencIa para agrupar en un pronunciamiento á los <;iescon±entos del Perú. Enarbolaron sin resistencia alguna, en Gra– nada, el eslandade de la rebelion, y procla– maron pura y simplemente la Independen– cia de la Al'nérica Española, al grito de, "Viva el príncipe Con±reras".
Su primer acto fué ir á Lean, que torna– rOn sin resisiencia, y donde asesinaron á pu– ñaladas al obispo Valdivieso, á quien consi– deraban C01UO la primera causa de su ruina. Despues se apoderaron de la Caja Real y si– guieron para el Realejo, á donde se hicieron entregar los buques que habia en el puerto. Animados por tan buen éxito, se embarca– rOn para Panamá con el objeto de sublevar
(1) Pizall'o fué vencido y ajusticiado por Gasea, nuevo Pre– sidente de la Audiencia del Perú, que dirigia esta expe-dicion. .
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