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« Previous Page Table of Contents Next Page »(1) Los hizo devorar vivos por llen'os bravos. ~ (Valdez).
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En este momento llegaron á Trujillo co– misionados de Pedrarias encargados de arre– glar definitivamente con Saavedra la pacífi– ca posesion del pais. Salcedo fué quien los recibió y despues de explicarles lo que habia pasado, se puso con ellos en camino para Leon, á fin de hacer reconocer sus poderes (diciembre de 1526).
Pedrarias, pensando que la ausencia de sus diputados seria larga, habia aprovecha– do este momento para ir en visita adminis– trativa á Panamá. En esta ciudad supo la mueríe de Gil, pero no del nombramiento posterior de Salcedo. Habia entonces en Nombre de Dios un buque listo á zarpar pa– ra España. De pronto resolvió embarcarse para ir á la córte á solicitar el título regular de gobernador de Nicaragua, que hasía en– tonces habia administrado ilegítimamente. Nombró á Rios para mandar en su ausencia y le dió órden de volver á Lean (1).
Pero apenas se habia ido Pedrarias para Europa, cuando Salcedo, llegando á Leon, obligaba al ayuntamiento á reconocer sus poderes. El pais enlero se sometió á la ór– den real, aunque de mala voluntad. Salce– do era un cortesano orgulloso y duro, infa– tuado de su título y autoridad, y que, por la primera vez, establecia la l1.1.oda, despues ge– neral en los Españoles de la Península, de despreciar profundamente á los hijos de los conquistadores, y aun á los conquistadores mismos, todavía ocupados en verter su san– gre para acabar la reduccion del pais; los consideraba como soldados ávidos y bruta– les, sin moralidad ni maneras, y, sea ó no una equivocacion, el hecho es que fué uni– versalmente aborrecido. Se esperaba ar– dientemente la vuelta (de Panamá) de Pe– drarias, cuya adminiatracion ~()lei-e.ba todos los abusos y dejaba explotar sin piedad á los indios. Cuando Rios desembarcó en Bruse– las Se supo con mucho sentinlienio que Pe– drarias estaba en España; pero habiendo de– clarado Rios que mantendria los derechos de
Su jefe, la ciudad entera se declaró en favor de Pedrarias con mil demosiraciones de ale– gría.
Salcedo se hallaba á la sazon en Grana– da. Cuando supo esios desórdenes salió in– medialamen±e para Nicaragua, y desde aque– lla ciudad mandó intimar á Rios la órden de reembarcarse deniro de ires dias, bajo pe– na de muerte. Rios obedeció y volvió a Pa– namá. Salcedo entonces se fué á Bruselas, sacó de ella á todos los habitantes y mandó arrasar la ciudad entera, en castigo de la acogida hecha á su rival (1527).
Este castigo inhumano produjo en todo el pais una impresion profunda, y desde en-
(1) Se ve que Pedlalias habia casi abandonado el istmo de Panamá al gobielno de oficiales subaltelnos, y manifesta– ba pala Nicalllgua una pledileccion notable. Sus hijas elan '~asadas con colonos nicalagüenses, y su señOla vivia en Glanada.
tonces Salcedo gobernó por el terror. Como las insirucciones reales que llevaba le reco– mendaban fundar una ciudad cerca del de– saguadero del lago, "porque deseaba. S. M. que se reconociese dicho rio y Se avenguase si era navegable hasta el mar y si daria paso del uno al oiro mar", mandó á Gabriel de Ho– jas, con los habitantes de Bruselas que no Se habian huido á Costarica, fundar la ciu– dad de la Nueva Jaen, de la cual se sabe que estaba situada á la costa oriental del lago, entre los rios Tepanaguasapa y Oyate, pero cuyos vestigios no se han podido hallar has– ta ahora.
Entre ±anio Pedrarias habia llegado á' España y obtenido el título en regla de go– bernador de Nicaragua, bajo la condicion de dejar Honduras á Salcedo. El ayuntamientb de Leon lo supo mieniras se dilataba Pedra– rias en Panaluá antes de salir para Nicara– gua, y tuvo la osadía de poner á Salcedo preso. PedralÍas, que llegó al mismo mo– mento, le formó una causa por la destrucción de Bruselas, y no lo puso en libertad sino al cabo de ocho meses (1528).
Salcedo, al volver á Honduras, lo encon– tró despedazado por las guerras civiles que se hacian eníre sí sus tenientes, quienes, con~
vencidos de que Pedrarias lo sentenciaria á muerle, se disputaban de antemano la he– l'encia de sus títulos. Quiso usar de severi–
dad, pero lo hicieron envenenar, y este pais no pudo ser pacificado sino por Alvarado. Pedrarías, que hasta enionces habia opri– mido á los indígenas de Nicaragua con una dU1"eza sin igual, mandando ejercer las mas espantosas crueldades á la menor señal de resistencia, encontró muy diferente el estado de las cosas. Aprovechando las disensiones domésticas de los Castellanos, los indios se habian sublevado por todas partes y ofrecian una oposicion séria. Hubo numerosos com– bates, de los cuales seis fueron batallas san– grientas. Los indios, vencedores al principio, no pudieron sostener largo tiempo su resis– tencia desigual, y se sometieron en 1529. Em– pezó entonces lo que Pedrarías llamaba un "periodo de organizacion". Despues del cas– tigo mas inhumano de los jefes rebeldes (1),
los indios en primer lugar tuvieron que abra– zar la religion católica, bajo pena de muede. Tuvieron, ademas, que someterse á tributos inauditos y á tareas espantosas Se estable– cieron luego los "repartimientos", operacion que consistía en repartir los indígenas como ganado entre los Caslellanos, que hacian de ellos cuanto se les aníojaba. Los que inten– taban una resistencia individual perecian en los mas horribles íormentos, y en donde ha– bia resistencia colectiva, pueblos y provin– cias enteras eran pasadas á cuchillo. Las le– yes humana no fueron menos infringidas que las divinas. Una ley de 1504 prohibia ha-
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