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« Previous Page Table of Contents Next Page »armas, los granadinos se sublevaron y esco– gieron por caudillos á los capitanes Soto y
Calupanon. El antiguo odio de los Nagran– danos confrp los Dirianes aumentó las filas de cada parfido con un gran núluero de in– dios. Pero los de Granada tuvieron que refi– rarse sin combatir ante fuerzas demasiado superiores. Soto y Campanon huyeron por tierra á Bruselas y despues á Chiriquí. De allí. avisaron á Pedrarias.
Este, lleno de cólera, se hace á la vela con algunos soldados escogidos y desembar– ca en Bruseléls. Luego, dirigiéndose direcfa– menie á León, roe apodera de Córdova y le céria la cabeza (1525). Marcha despues has– ±a Trujillo, subleva conira TIuano toda la pro– vincia y le obliga á huir.
• Ruano volvió á Sanio Domingo seguido de Gil, quien hasta entonces habia esperado el fin de su in±erina±o para rernplazarlo. L~l
Audiencia resolvió mandarlo á España con un informe detallando los aconlecirnienios y
concluyendo por pedir que se nombrase á
Gil por gobernador, siendo él el único capaz de pacificar el pais
Gil fué bien recibi.do en la cór!e y cOll.si~
guió que el rey le nombraría para el puesto qne ian±o ambicionaba Pero cuando hacia triunfar así sus derechos, lTmrió en Vé)l1ac1o– lid á principios de 1526.
VI
El rey nombró entonces por gobernador
á Diego Lopez de Salcedo (1); pero el viaje de Gil y su enferrnedad habian ocupado lan– io iiempo, que graves acontecimientos ha– bian ienido lugar.
Prirneran.eníe Coriés en Méjico, no sa– biendo ni de Olid ní de Las Casas, resolvió ir en persona á ver lo que habia sido de ellos. Despues de un viaje pOlO fíen-a ex±raordina– rimuenie penoso y que duró dos años, negó
Él. San Gll, Y habiendo h-aspol fado la pobla– cion á Puerío Caballos, se ocupó aC±ivamenle de la pacificacion del pais, en el cual por io– das paries se sublevaban los indios.
Despues de haberlo organizado iodo, haber lUandado traer planias y ganados de Cuba, en una palabra, despues de haber he– cho sentir por todas paries la influencia de su génio, Coriés volvió para Méjico, dejando por gobernador á Fernando de Saavedra.
Duran±e esta permanencia de Coriés en Honduras, Alvarado, dueño eníonces de iodo el reino de Quiché, vino á visitarlo, pero no lo -enconiró habiéndose ido ya Cortés para Méjico. Sin embargo, en esta jornada pudo averiguar que la bahía de Fonseca no tenia con el Ailán±ico ninguna comunicacion ma– rítima. Se renunció enionces para siempre
á las quimeras de Gil González.
(1) Con este vinielon Gonzalez de Oviedo y el P. Bobadilla.
Se entiende que en esíe tiempo el domi– nio legílirno de Pedradas se ex±endia al Nor– ie de Panamá hasta Nicoya; que Nicaragua y Honduras eran considerados corno una sola comarca al mando Saavedra, y que el an±i– gua reino de Quiché rormaba lo que llama– ban Gua±emala al luando de Alvarado, que lo había conquisiado y habia fundado la ciu– dad de Sanliago de los Caballeros (Guaie– mala) desde 1524.
PedraIias se había quedado tranquilo en Lean durante toda la permanencia de Cortés en Trujillo Cuando supo que se habia mar– chado, m.andó á su teniente Rojas á atacar á Saavedra, quien entonces se ocupaba en fundar á Olancha
Vencido por Saavedra en acciones su– cesivas, Rojas iüm.a con él las bases de un pado por el cual Pedradas se quedaría ±ran– quilamen±e dueño de Nicaragua si él aban– donaba á Saavedra la pacífica posesion de Honduras.
El punío difícil era de±enuinar á dónde acababa Nicaragua y eInp,?zaba Honduras. L0s d.os con±raianíes no pudieron entenderse
á ese respedo, y Rojas volvió á Granada pa– ra conferenciar del asunl0 con PedralÍas.
Las bases desagradaron mucho á esie úlHnl.o, y para acabar de una vez, mandó una expediciolJ encahezada por Rojas y Hur– tado. Esla carnpaña, poco conocida, es una de la mas heróicas que se han visío Rojas se apoderó prim.ero de Olancho, conquistó íoda la conl.arca del lio P61uca, entonGas lle– na de las numerosas aglorneraciones de los Íl:ldIos Jicaqucs ó Payas, descubrió la laguna de Caiarasca, que llam.ó de Carlago, y al fin llegó al cabo Gracias á Dios, á donde fundó la ciudad de Natividad. Saavedra no pudo oponerse á los progresos de su enernigo por hallarse rnuy ocupado en Trujillo, como lo verernos en seguida; poro la suerte le sirvió luejor que lo hubiera hecho él. Rojas, digno ém.ulo de Pedradas en crueldad, habia co– metido iales excesos en su pasaje por entre los indios, que se haUó de repenie alacado por cienl:o cincuenta caciques á la vez. Pu– do salir de Natividad airavesando un sinú– lUero de enemigos y erecluó su reiírada com bahendo iodos los dias durante dos m·eses hasia 0lancho, á donde sucumbió Huri:ado, con su í8nien18 Grijalva, quince Españoles y veinte cabaJlos. Los que pudieron escaparse llegaron á Lean extenuados.
Lo que habia delenido á Saavedra en TrujilJo era la llegada de Diego Lopez Salce– do, que mas arriba hemos vIsío nOInbrado por el rey corno sucesor y heredero de los de– rechos de Gil. Habiendo rehusado Saavedra reconooerlo, bajo el p¡e±ecto que su propio nornbramienio por Cariés era anterior. Salce– do hizo reconocer la legiilInidad de su iítulo por los residenies, y despues de haber pues– io preso á Saavedra y confiscado sus bienes, lo desierró á Cuba.
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