Page 107 - RC_1965_08_N59

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barnices y colores capaces de resistir al fue–

go. Pero labraban medianamente la piedra dura para armas 6 instrumentos. Conocian, no el secreto del temple del cobre, pero sí el de su liga con ofros metales que daban du– reza y filo (11. Desplegaban un arle verda– dero en la cinceladura de las alhajas de oro. Sabian hacer toda clase de cordeles, hama– cas, petates y tambien mantas de algodon, sea sencillas, sea complicadas de dibujos de colores, y á veces tejidas con plumas brillan– tes.

Cultivaban el cacao, el maiz, el plátano (21 y varias raices comestibles, y sabian ha– cer con esias úl±imas, bebidas embriagado– ras/ beneficiaban la cochinilla y sabian ex– traer del jiquelile una especie de añil. Co– rnian venado y iodos los animales de caza y pesca, hasia el lagarlo y las culebras, que sabian matar y desollar de modo que no tuviesen olor á alrnizcle. Educaban una cla– se de perro comestible y varias aves, siendo el pavo (Chompipe) el mas cornun.

Su religion era una idolatría algo con– fusa. Sus dos principales dioses (leo±es) eran Tamagos±ad y Zipal±onal (3); el prime– ro varan y el segundo mujer. Ellos eran los que habian vuel±o á poblar el mundo de hombres, animales y plantas, despues de un ca.l:aclismo que lo habia destruido. Los oíros dioses eran secundarios y presidian á los ele– men±os, corno el fuego, el viento, la lluvia, etc., 6 á los actos mas imporlan±es de la vi– da: la caza, por ejemplo, 6 el mar, etc. El cu1±o de aquellas divinidades consis– tia en ofrecerles sacrificios, con acompaña– miento de cerelLlonias bastante complicadas, sobre un aliar colocado al pié de una estatua elevada que pretendia representarlas con sus atribuíos, en cuanto era permitido á los es– cul±ores indígenas por la insuficiencia de sus conocimientos artísticos, la imperfeccion de su herramienta y la dureza del basalto em– pleado. En las grandes circunstancias se sa– crificaban víctimas humanas, por lo regular prisioneros de guerra 6 niños. Las fiestas ±e– nian á veces por objeto especial solicilar de los dioses un favor como la lluvia 6 la victo– ria, y otras veces la celebracion de un ani-

(1) La cllestion ha sido pelfectamente lesllelta pOl Hum– boldt: los indígenas amelicanos no daban ningun "temple" al coble La mezcla de 87 paltes de coble, 3 de hiello y

10 de estaño, da un metal tan coltante como el acelO y

susceptible de afilalse, pC10 luucho menos dUladelo, y tal el a el que usaban

(2) Foster ha pretendido que el plátano 110 existia en Amé– rica antes de los Españoles; pelO Garcilaso de la Vega (ComentalÍos de los Incas; tlad 1, pág 182, lo declma antelÍor á los Incas del Pel ú - Humboldt, despues de Husilados comentalios, sostiene la opinion de Galcilaso. (3) Ralemos obselvar de paso quc Teot signliicaba Dios en fenicio, y qUe Famagosta fué el nombre de una de las ciudades de la isla de Creta, en el tiempo que esa isla era una colonia ,fenicia.

versaría, 6 bien de un casamiento 6 funera– les, ele.

Sus coslumbres eran suaves, sus hábitos alegres, sus ocupaciones rúsiicas. Su morali– dad era muy grande en la vida ordinaria/ pe– ro sin embargo, sus guerras eran siempre muy tenaces y encarnizadas. Sus movimien– los en el pais se ejecutaban á pié por sende– ros estrechos, pero bien ±razados, secos en ±odo Hempo y conservados religiosamente en buen eslado por los que los :transitaban. Los trasporles se hacian al hombro, y muchos in· dividuos ejercian el oficio de mozos de cor– del. La carga normal era de 75 libras, y el

±~ayec±o diario. de 8 á 10 leguas. La profe– Slon de cornerclanie era la mas considerada/

a~gunos centralizaban las mercancías y ±e– nIan faefores en muchos pueblos á donde se

h.aci~n ferias regulares, acompañadas de va– nos Juegos y concursos de premios. Cuando

Corlé~ .. hiz~ su famosa expedición por tierra de MeJIco a Honduras, le enseñaron en el Ta– basco un mapa muy culÍoso de Cenjro Amé– rica, en el cual estaban pintados todos los caminos hasta Panamá, con los nOITlbres de las ciudades, su distancia entre sí y las fe– chas de las ferias de cada una (1).

Siento no iener lugar para extenderme mas sobre esta noHcia de los tiempos ante! riores á la conquista. Pero lo que hemos di– cho bastará sin duda para dar una idea de las gentes y de los lugares que los Españoles encontraron en el pais que debia mas farde llamarse Nicaragua.

II

Desde mediados del siglo XV, los Porlu– gueses habian dado en EU! opa el impulso á los descubrimientos u11 ramarinos. Los mas hermosos objetos de lujo que habia en±on– ces en circulacion provenian de la India Oriental, y en aquella época de rena.cimien– to al buen gusto y á las aries, la demanda de los produefos asiáticos se hizo tan gran– de, que todas naciones marítimas Eormaron proyectos para llegar al Asia por mar.

Mien±ras que los Porlugueses, para lo– grar tal objeto, buscaban un modo de dar vuelta al Africa, un Genovés, Cristóbal Colon, lograba persuadir á la corte de España, que se llegaria mas fácihnen±e y con mayor se– guridad de éxito á las cosías orientales de la India, tomando el rumbo al Poniente.

Esa idea, por cierlo muy racional, pero de un atrevimiento inconcebible por los da– íos iodavía confusos que ±enian. sobre la es– feroicidad de la tierra, tuvo felizlTlen±e un resultado magnífico.

En 1492, Colon descubria las Antillas mayores, Hai±i y Cuba. En 1494, en su segun– do viaje, descubria las An±illas menores y

(1) Belllal Diaz. - HistOlia de la JOlnada de Cortés pala golfo Dulce (cap. 175 y 177)

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