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agrupación de nobles y gra[ldes señores feudales, que rodeaban 01 Rey en Paris Allí· cambiaban sus ideas, comparaban sus sentimientos y rivalizaban unos con oh os en el refinamiento de sus modales Se conver– tían en la "gens du monde", la gente de mundo Pero ese refinamiento de las rudas costumbres y bruscos modales, no se obtuvo de la noche a la moño–

na Uno nuevo generación tenía que nacer en la nue·

va atmósfera Pues los h0!l1br es de la época estaban acostumbrados a un diferente modo de vida

La educación de un joven de noble cuna, se des– an aliaba mós o menos de la manera siguiente a los diez o doce años de edad, se le instruia en esgrima, baile, un poco de música y a un poco menos de mate– móticas A los catorce o quince años, se le agregaba a un regimiento para aprender las artes militares, y un

año más tarde era enviado a una

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Academia tl en Pa–

rís, donde llegaba a ser "un bon homme de cheval", un caballe. O

Los duelos

Can ese escaso acervo cultural, la mayoría de las caballeros no lenlan sino una reputación de bravura y brusquedad Y no podía ser de otra manera Su pa– satiempo favorito era el duelo. Por un "quítame allí, esas po jos" echaban mano a la espada, y fa sacabclI1 y metían con honol °

sin él, pNO siempre con valor. Un cierto D'Andrieux, un caballero, motó a sc– tenta y dos personas, todas con el filo de su espada. Otro caballero, Valencay, fue también un famoso ca– morrista. El fue quien, sirviendo como segundo al Marqués de Portes durante un duelo con Cavaye, -después Capitán de Guardias de Richelieu-, fLle herido por éste, dos veces, aunque ligeramente. En– tonces, Cavoye le dijo' "Ya tiene usted lo bastante, Monsieur?" A lo que Valencay .eplicó "Tenga pa– ciencia, Monsieur, y na mariposee tanto!" y le dio tal golpe que por poco lo mata.

A veces el duela tomaba la formo de abierto crimen. Una vez Lovigny estaba batiéndose con Hoc– quincourt, futuro Mariscal de Francia Lovigny sugi– rió' "Quitémosnos las espuelas!" y en lo qLle Hocquincourt se agachaba para quitarse las suyas, Lo– vigny lo hirió gravemente con su espada Un famosa caballero, de Guise, atravesó a su adversO! ia antes de que éste tuviero 1iempo pora sacor la suyo

Y si tal era la conducta de linajudas caballeros, qué podío esperarse de gentes de menor linaje? El valet de Puymorin apuñaleó a Balagny por la espalda mientras éste se batía con su amo en la Rue de Petits-Champs Pero tal conducta, no e. a en reo– lidad, lo corriente El duelo estaba ceñido a un estricto código de honor, no escrito, pero que general– mente, se acataba.

Francais de Montmorency, Conde de Bouteville, a la temprana edad de veinle y tres años ya se había batido en duelo más de veinte veces.

La vida de Boutteville estuvo llena de excitantes experiencias, y así fue hasta su muerte.

En 1624 después de Lln encuentro con Pontgi– bault, el "Parliament" ordenó contra él un "Prise de

COI pS" que equivalía a una sentencia de muerte

Bouteville abandonó París en pleno día, en su coche tirado por seis piafantes caballos, y escoltado Por doscientos de sus sirvientes y amigos Y se fugó a Flandes Algún tiempo después regres" o Paris, im_ par tóndole muy poco la sentencia de muerte que habia sido dictada contra él En un duelo mató a Thorigny y un poco mós tarde, hirió gravemente al Marqués de La Frette Luis XII', ofendido por su conducta, firrnó una nueva orden y ordenó el inmediato arre~to d'O-Bo u– teville De nuevo éste se dio a la fuga, esta' vez o BI uselas, llevando en su compañía a su acostumbrado

"segundo ll

,

su amigo de la niñez, el Conde Des Cha~

pelles En Bruselas fue provocado a un duelo por el joven Beuvron, pero Bouteville, que habío prometido o la Archiduquesa, gobernadora de los Países Bajos, que

no sacaría su espada en sus territorios, no pudo aceptar

el reto Sin embargo, sugir ió que podría llevarse a

cabo en otra pOi te, y escogió, nada menos que París!

El 12 de Mayo de 1627, seis caballeros se baja_ ban de sus coches en la Place Royale y un triple duela comenzaba Unos pocos momentos después Boute– ville desarmó a Beuvron, y gentilmente le concedió la

vida Bussy d'Amboise, "segundo" de Beuvron cayó

muerto por Des Chapelles La Berthe, otro de los "segundos" de Beuvron caía gravemente herido por Buquet

Mientras los sil vientes llevaban al muerto y los

hel idos a sus casas, los sobrevivientes montaron en sus

caballos y huyeron Beuvron y su criado o Inglaterra, Bouteville y sus amigos hacia la Lorena

Eso tarde, en una posada donde se habían acogi– do para descansar y comer, fuer on re renacidos y

arrestados

Traído de vLleltc¡ a París y anojado en la Bastilla, la familia de Boutev¡lle inter cedía por él, pero sín re– sultado alguno Su ~sposa se arrojó o los pies de l.uis

XIII implorando por Ip vídó de su esposo Pero el Rey pasó a lo largo sin pronunciar palabra, y luego dijo a

sus acompañantes "Me apeno esa mujer, pero yo

debo hace. respetar mi autoridad!"

Bouteville y Des Chapelles fueron ejecutados Pero esas ejecuciones no acabaron con los duelos Y los encuentros eran tan frecuentes como antes Se dice que durante la Regencia de Ana de Aus–

tI ia, novecientos cuarenta caballeros pereciero!1 en

singLllor combate Contra el abuso de los duelos, las outoridades nada podían hacer Fue necesario un cambio radical en la moral y las costumbres (1)

Pero ese cambio se iba llevando a cabo, tardado, pero seguro Comenzó durante la Regencia de María

de Médicis, cuando la Corte se reunía en París, en una

atmósfera mós refinado que en la rústica Vers-Galant de los tiempos de Enrique IV

La caza

Durante el reinado de Luis XIII, aunque el duelo era aún el pasatiempo favorito, la inclinación real a los deportes activos, impuso un cambio en la acostumbra-

(1) Jacques: Boulenger Le Grand Biecle Libl'shié Hachet.t.e DI:de– me Eílition. p 111.

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