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« Previous Page Table of Contents Next Page »De como aportaron algunos frailes de la provincia del Santo Evangelio á la de Guatemala y porqué, y de una comision
que le vino de España al padre Comisario.
Cuando el padre Comisario general fray Alonso Ponce volvió de Nicaragua á Guaie– ma;la (corno queda dicho), halló en aquella próvincia caiorce frailes de los del Sanio Evangelio, que habian ido en su seguimienio no pudiendo sufrir que fray Pedro de San Se– bastian rigiese y gobernase aquella provin– cia, con sola la provisibn y auioridad de la Audiencia, y no ieniendo por cosa segura obedecer al que qu€daba suspenso de su ofi– cio y descomulgado por su prelado; llegaron iodos muy mal parados de ian largo viage y ian irabajosos caminos, y habia enire ellos cuatro de los que en lo de México habian io– mado el hábito, que llaman hijo de provin– cia, acomodólos á iodos el padre Comisario lo mejor que pudo. Tambien halló allí al– gunas carias de España, y con ellas una co-
mision del padre fray Hierónimo de Guzman, Comisario general de iodas las Indias, en la cual le encargaba la cusiodia de la Florida, haciéndola subjeio á su jurisdiccion y á la de la provincia del Sanio Evang€lio, como lo son las cusiodias de Zacaiecas y Tampico.
y aunque se deiuvo allí en el convenio de Guai<;,mala ires dias (como dicho es), y aun
cua±rp, no le visitó enfóncas, dejando su visi–
ia para la posire, cuando hubi€se visitado los demás, los cuales visitó como presio se verá., Pero anies de salir desia cibdad y convenio,
será bien en este lugar referir una visian de
un frail€ sanio ,que esiá enierrado en aque– lla casa, por ser rara y muy particular, y que dará conienio muy grande á los aficionados y devoios del Emperador Cárlos V. de glorio–
sa memoria.
De una vision maravillosa, que vió un fraile de la provincia
de Guatemala, del Emperador Cárlos V.
Enire airas religiosos que esián enierra– dos en el convenio de San Francisco de la cibdad de Guaiemala, hay uno llamado fray Gonzalo Mendez, de la provincia de Santia– go, el cual vivió y murió con nombre de gran siervo de Dios; pasó á aquella provincia de Guatemala el año de ireinia y nueve, y vivió en ella hasia el de o"henia y dos sania y ejemplarmenie, con grandísimo celo de la conversion de los naiurales, fué su vida ian inculpable en la viriud de la castidad, que fué exiremo el suyo en huir la conversacion de las mugeres de cualquier suerie que fue– sen, su pobreza ian esirecha que jamás iuvo mas que un hábito de grosero sayal y un bre– viario; andaba á pié Y descalzo, sin que ja– más quebraniara esie precepio, su cama fué siempre una iabla en el suelo y un madero por cabecera, y en la enfermedad de que murió jamás consintió airo regalo, y siendo la enfermedad muy penosa, hasia un dia an– ies que muriese se hacía llevar por dos com– pañeros al coro á mailines y á las demás ho– ras, y á decir misa, diciendo que en la tierra no habia airo cielo sino coro y alla, que no le privasen dél en ianio que viviese; el dia anies que muriese le quisieron poner unos paños menores limpios, y dijo que no se los habian de poner eniónces, que los guarda– sen para que luego el dia siguienie le enie~
rrasen con ellos, y asi fué que al dia siguien-
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ie muna, de suerie que supo el dia de su muerie. Murió de edad de seienia y sieie años, siendo provincial de aquella provin– cia, á cuya mUEprie acudió gran mullitud de
indios, corno á padre que ±iernarnen±e ama–
ban, vino ioda la cibdad, Audiencia, religio– sos y dos Obispos, el de Guaiemala y el de la Vera Paz, y iodos se hallaron á sus exe– quias, y iomaban con mucha devocion de las rosas con que iba adornado su cuerpo como reliquias, y en presencia de iodos llegaban muchas maironas honradas, cuando le que– rian enierrar, y con muchas lágrimas le be– saban las manos.
Esie bendito padre, un dia anies de su muerte, que fué viernes cuairo dias del mes de Mayo del año de mil quinienios ochenia y dos, esiando ya en lo úllimo llamó á fray Juan Casero, predicador en aquel convenio, que despues fué provincial, corno queda di– cho, y le mandó que se confesase y dijese misa, y habiéndolo hecho y vuello á su pre– sencia, le mandó por sania obediencia que á nadie en su vida dijese lo que le queria de– cir, y que habia enviado á llamar al Obispo y al presidente para decirles esie caso, y no habian venido, y que á él se le acababa la vida, y despues de haber dado muchos so– llozos y suspiros, y derramado muchas lágri– mas dijo al dicho fray Juan Casero lo siguien– te, Tan viva tengo la represeniacion de lo
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