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iglesia que no se hiciese ceniza, y aun las

paredes, que eran de .tapias con algunas ra–

fas de ladrillos y se habian ya quemado otra vez, quedaron tan mal iratadas que (segun decian los que entendian de obrasl no se po–

día edificar sobre eBas; desta lnanera esfaba

todo el pueblo excepto las casas de teja, que

eran pocas, y algunas oiras pocas de paja, á

las cuales no locó el fuego. Moran en aque– lla cibdad de San Miguel como treinta espa– ñoles, y sin el volcan sobredicho, hay otro menor que dicen reventó en tiempos pasa– dos, y echó de sí gran cantidad de agua, el cual está cerca de la mesma cibdad, á la ban– da del Norte.

De San Miguel se partió luego el padre Comisario en viendo el convento, y andadas tres leguas de camino razonable, llegó al pueblo llamado Xiquilisco, por donde taro– bien á la ida habia pasado, y andada media legua llegó al otro llamado Aguacayo, don– de iambien á la ida habia estado una noche. En aquel pueblo, le alcanzó aquel meSIllo dia fray Pedro Salgado, el lego que habia quedado en el Viejo con las bestias, llevólas desherradas y despeadas de las muchas y rnalas ciénagas que habia pasado con ellas, aunque vacías, y contó los peligros y traba– jos en que se habia visto para pasarlas, que no habian sido pocos.

Aquella mesma tarde, veintisiete de Ju– nio, algo caido el sol, salió el padre Comisa– rio de Aguacayo, y pasados dos riachuelos y algunos barrancos, y andadas ires leguas lar– gas, llegó cuando el 'sol se ponia al rio de Lempa, y porque allí no habia buen cómodo para dormir y hacia buena luna para po– der carninar, determinó pasar el rio, y pro– seguir su viage; enir6 luego en la barca, y con él su secretario y oiro fraile, y el mulato

y un indio que iba poi- guía, y metidas las bestias tar<\bien en la mesma barca, que era grande, comenzaron los indios que la lleva– ban á remar, y por ser no más de dos los re–

tnaras y venir el rio muy crecido y furioso,

fueron á salir con la barca muy abajo, don– de habia muy mal desembarcadero; el bar– quero echó fuera de la barca el caballo de la

guía, el cual, aunque sacó las manos á fierra, no pudo en ninguna nLanera sacar los plés

de un cenagal y atolladero muy hondo, don– de los tenia tan pegados y clavados que no bastaron grifos ni palos ni ninguna industria para hacerle salir á tierra. El caballo del mulato de San Salvador, á esta sazon, se arro– 'jó al agua por la oira banda de la barca y llegó á tierra, pero nunca pudo salir fuera por mucho que hizo y trabajó, y por mucho que le ayudaron como al airo; quiso final– menie probar ventura y subió sobre el de la guía, p'areciéndole que por sus espaldas po– dria salir, y cayeron entrambos tan de golpe en el agua, que en un instante los cogió la corriente del rio y se los llevó sin poderlos socorrer; enfendi6se que los lagartos que allí hay harian presto presa en ellos. Visto el

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barquero 10 que pasaba llevó la barca poco á

poco el rio arriba, tirando la sirga, hasta qUe llegó con ella al desembarcadero, por don. de, aunque habia algun cieno y barro, salió el padre Comisario á tierra y con él sus dos compañeros y las ofras bestias: los oiros ires religiosos pasaron luego con el hato sin nin.

gun daño. No habia allí casa ni choza en que dormir, y era muy grande la guerra y bateria que daban los moxquifos, con un ca. lor insufrible, y por esto el padre Comisario pasó adelante, guiándole el indio á pié Y yen_ do el mulato asimesrno á pié, y andadas ires leguas en que se pasan Un rio y un arroyo y algunas cienaguillas y otros malos pasos de piedras, llegó cerca de las diez de la noche

á un buen pueblo de indios mexicanos pipi–

les, llamado Tecoluca, del Obispado de Gua– temala; aposentóle en su casa el beneficiado del mesmo pueblo, clérigo muy honrado y devoto, y despues de haber recebido cola. cion y mucha caridad y regalo, descansó allí

lo que quedaba de la noche, y no madrugó porque llovió mucho.

Sábado veintiocho de Junio salió el pa– dre Comisario de aquel pueblo, salido ya el sol, y dejando el camino que va por Zacate– coluca, Nonalco y Olocuilta, que á la ida ha– bia llevado, porque ya nO se podia bien an– dar por las muchas aguas, tornó otro que va por la otra banda del volcan de Zacatecolu– ca, iierra más aUa y más enjuta, y andadas cuestas, barrancas y pedregales, llegó á: un pueblecito llamado Yztepec, de Jos mesmos indios pipiles, y del mesmo Obispado de Gua– tem.ala, visita de donúnicos. Pasó de largo temiendo el aguacero de la tarde, y subidas muchas y muy aUas cuestas, y entre otras muchas barrancas que entre las cuestas se pasaron una muy honda, por la cual corria un riachuelo de agua muy fria y buena de beber, con la cual se refrescó el padre Comi–

sario y sus compañeros, aunque no habían

almorzado, luego prosiguió su viage, y hario ya de subir cuestas y atravesar barrancas, lle– gó despues de medio dia muy cansado y fa– tigado y no con poco desmayo, á un buen pueblo de los mesmos indios y Obispado, lla– mado Cuxutepec, tres leguas largas de YzÍe– pec, fundado sobre un cerro muy alto á la halda de otro más aUo. Dánse en él muchos y muy buenos membrillos, y habíalos por aquel tiempo maravillosos y maduros en los meSmos árboles; los indios son muy devotos y andan bien tratados y tienen buenas casas

á su modo. Hay en aquel pueblo un conven– to de Santo Domingo, en que residen los re– ligiosos, fué allá el padre Comisario y no h,;,– 116 ninguno en casa, que andaban por los pueblos de la visiia. Pero los indios le apo– sentaron dentro y el dieron á comer pesca– do é iguanas y membrillos, y un español que estaba allí, encomendero del pueblo, le en–

vió una cajeta de conserva.

Toda aquella tierra es de muy poco ju– go y ménos substancia, arenisca y muy rnO-

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