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Por consiguiente el placer y el dolor inducen d! cuerpo una disposición' que determino lo alegría, o lo tristeza en el alma y el amor o el odio con respecto o sus causas Si la tristeza habitual debilita el cuerpo y enervo el es– pfritu, a este estado_ es natural que siga una sensación íntima de impotencia para resistir a los causas de esta pasión ¿Qué sigue de aquí? El temor y la aversión o las mismos causas

Si la alegría da vigor al cuerpo y energía al ónimo, se sigue a este estado una sensación íntima de poder, de donde nace el valor y la magnanimidad Los hom– bres que poseen estas cualidades son mós propensos al amor que alodio esclavos del primero, no estando sujetos al temor experimentan poco sus efectos Esta ,eflexión me recuerda los siglos caball,erescos

Si del hóbito de vivir libre u oprimido se sigue ne– cesariamente la tristeza o la alegría Si estas dos afecciones causon el amor o el odio que son los dos fuentes de las demós pasiones Si las que aquel en– gendra son felices y las que este produce son pernicio– sas, se sigue de aquí, que si queremos costumbres cómodas y agradables en 105 hombres, se les debe dar una educación, tal, que arraigue el hábito de vivir con– tentos ( I ) Pera, ¿cuáles son estas costumbres? El ejercicio de los virtudes porque los vicios más nocivos al individuo yola saciedad, na tienen otro origen que las pasiones deprimentes ll

Discurre en otra parte el articulista sobre la ne– cesidad y el mejor media de inducir al niño a que adquiera hábitos de trabaja y a que aprenda a discu–

t rir

"EI hombre es activo por naturaleza, como que está dotado de una máquina admirable-;-y de una inte– ligencia que da infinitos usas a esta misma máquina No hay animal que iguale al hombre en la organización de la mana, cuya estructura es acomodada para eje–

~utar mil diversos movimientos, simples y combinados de muchas modas diferentes Reside en ella, parti– cularmente, el sentidó del tacto, y esta concurrencia del sentido y del movimiento la hace el instrumento más apta para conocer y ejecutar

Hay además de ésto un tiempo en qué se desen– vuelve en nosotros el desea de saber, y es cuando habiéndose desarrollada suficientemente la máquina, se encuentra un sobrante de fuerzas con respecto a las necesidades que hay que satisfacer Este tiempo es el último de la infancia y el más cercana a la qdoles– cencia Entonces la curiosidad se muestra más activa en los niños y preguntan con frecuencia, tal es el tiem–

po que es menester aprovechar para iniciarlos en el

trabajo y para hacerlos amar, pera para esto se nece– sita paciencia y observación, porque se debe evitar con sumo cuidado que la emprendan forzados, y con re– pugnancia Dichosos los labradores y habitantes del campo, con cuánta facilidad y deleite pueden enseñar o sus hijos los trqbajos rústicos y aún las artes y cien– cias que conducen a perfeccionarlas Entre tanto, como las necesidades del hombre san las inventoras de estas artes y la que tiene el niña de emplear sus fuer-

(1) E$ta máxima no C$ OpUe'!lta a la del Divino Maellt~o; Niéfl:ate a

ti mismo; porque el que sigue esta espontáneamente, trocando 103 plaCC.l'ell

de la vida, por los de la celestial rlicl:iil. que le espera, los SOZR de antemano

en la contemplaCión dp.1 Bumo bien, :J. Quien ha consagrado su existencia

Feliz quien saclificn ~us psslones a la virtud (Notn del autor del artículo)

zas sobrantes en la edad en que ahora lo considera– mos, le obliga a buscar en que ocuparse, ¿cómo haremos para dirigirlo de modo que na sólo emplee el vigor de sus brazas en trabajos útiles, sino que tam– bién desarrolle en ellos su talento? Es necesario que el hombre sepa hacer uso de su entendimiento, y que no sea un estúpida patán del campo, es menester que aprenda al misma tiempo a discurrir y a trabajar can

gusto"

TRES VALIOSAS OPINIONES SOBRE EL ESTADO

DE LA EDUCACION PUBLICA

Del estado de la instrucción del puebla por aquel tiempo, (yeso que estábamos en vísperas de la Inde– pendencia!), nos cuenta don Miguel Granados en sus preciosas Memorias" (1 )

"A este mismo tiempo y después de haber adqui– rida las primeros rudimentos de lectura, principié a concurrir a una escuela pública denominada de San José Calazons (2) Un hermano mio, casi tres años mayor que yo, asistí'o ya a esa misma escuela Había en ella dos maestros un principal y un segundo El local lo formaban dos salones en ángulo En el extre– ma de uno se hallaban los más pequeños, que apren– dían a leer Seguían dos hileras de bancas, en los cuales estábamos los muchachos de familias con algu– na comodidad y que pagábamos una pequeña pensión,

ounq~e muy módica Eramos "(os. decentes" o Como decía entonces¡ "Los niños" En el otro sal6n, que ~ra

el más grande, estaba toda la clase del pueblo, que aprendía a escribir En el vértice del ángulo que for– maban los salones tenía su mesa el primer maestra y en el centro del salón mayor tenía la suya ~I segundo El primer maestra nas tajaba las plumas y corregía las planas a "los niños", y el segundo a las del pueblo Seríamos por todas 200

Asistíamos par la mañana a los ocho y salíarl10s a las once, y por fa tarde se entraba a las dos y se salía

ó las cinco, pela nosotros salíomos un cuarto de hora antes que el resto de las muchachas, dando al efecto el primer moestlo lo voz de "Váyanse los nifíos", a cuyo

Ó1 den nos precipitábamos fuera sin ceremonia alguna Nuestra única tarea, tanto por la mañana como por la tarde era hacer una plana en la regla con la re– gia con que cada cual se hallaba Esta plana bien se podía hacer en poco más de una hora, y como na se enseñaba en la mayor parte del año ninguna otra casó puede decirse que más de la mitad del tiempo la pasá– bamos en no hacer nada Los sábados por la mañana se daba doctrina cristíana por Ripalda y Ror la tarde, en vez de escribir y leer¡ se rezaba un rosorio, en el que llevaba la cuenta el primer maestro

Las lecciones de historia sagrada los daba orales el primer maestro de 7 a 8 de la rl1añana, con cuyo motivo pocas veces concurría yo a elfos¡ en gramótica

(l) MemO! ias del General Mi~el Garda Granados, tomi(.os -de 144 lllÍ<;::lmis más o menos cada tl~O EditO! ial del Ilini6terio de Educaci6n PIÍ–

hlica Bihlioteca rle Cullma Popular 20 de Oetuble. Guatemala, C A, To· mol Pág 8

(2) San José Caln7.sns, \tnl!. de l~s t.res eacuelu l1nlcl\S que existiel"on durante la Colonia y que so estableció graciaB a lo. munificencia del bene~

mérito A:n:obispo Francos y Monroy

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