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un Gobierno de verdadero progreso y revolucionario, como el del Dr Gálvez Y por eso la revolución defi– nitiva solo pudo tener lugar el año 1871, a punta de látigo, hasta lograr el cambio de los prejuiCios sociales, políticos y religiosos, que estaban adheridos y enraiza– dos al ambiente durante los tres o cuatro siglos ante–

riores

CARACTER ACCIDENTAl Y TRASCENDENCIA DE NUESTROS DOS PRIMEROS PARTIDOS

La división entre Gazistas y Cacos, primer asomo de partidos políticos entre nosotros, carece de tr ascen– dencia desde el punto de vista de los sucesos y las fi–

liaciones políticas posteriores Son partidos meramente accidentales en que se agrupan, de un lado, en el

partido caco, las IIfamilias ll

1 por razón de familia prin~

cipalmente, y los independientes sinceramente republi–

canos democráticos por razón de estar unidos con

aquéllas en lo tocante a la independencia, y del otro, en el gazista, los españoles empleados y funcionarios que no estaban por la Independencia Pero como lo dice el Dr Molino en sus Memorias, asP como no todos eran amigos de la Independencia en el primero, no to–

dos elon sus enemigos en el segundo Creemos ver

más I;>ien en estos partidos, un destello de 1", que pudié–

ramos Ilomar demócratas en su odio contlo Jas fdmilias

l ligadas en aquel momento por incidencia con los inde–

pendientes Así vemos que Larrave, miembro princi–

pal del Gazista, recibe el juramento de Independencia, como Alcalde, de labios del Gobernador Gaínza, José del Valle, aunque no convencido, suscribe y redacta el acta de Independencia y se torna desde entonces de– fensor de ésta Por lo demás, como no hubo lucha entre independientes y no independientes, aquella pri– mera división partidarista se esfuma en seguida, ya no tiene razán de ser al proclamarse la In.dependencia, que fue gritáda por todos Aparecen entonces los dos partidos verdaderos que pelsisten o través de aquellos prirneros años y de lá primera centuria de nuestra vida independiente y cuyo surgimiento y enfrentamiento era un natural resultado de las raíces étnico sociales de nuestra historia De un lado, el partido que había, representado durante la colonia la raza blanca con– quistadora, la clase de más arriba, privilegiada, rica y aristocrática, y del otro el grupo de la gente ilustrada

sin riquezas c;lcumulados en sucesiones de familia y sin

pretensión de abolengo linajudo En sumo un primer destello de clase media

Esta es la verdadera lucha, que se pierde en los orígenes mismos de la organización político-social tan rudimentaria de la colonia y que se mantuvo latente durante siglos El proceso de la colonia girp alrededOJ de la lucha entre los peninsulares y los criollos, aqué–

llos, que por ser españoles, se jlJzgon superiOl es, privi–

legiados sobre los segundos, los criollos, que como originarias de la tierra yola vez descendientes de es– pañoles, conquistadores o primeros pobladores, se juz– gaban con más derecho a gozar de las ventajas de la tierra En ·10 lucha de odios entre el peninsular y el criollo entrá por mucho el odio a cuanto no fuera espa– ñol engendrado en el espíritu del español mismo, quizá

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como producto del hermetismo en que se educó España durante su lucha nacionalista contra los moros y en que cayó aun más hondo después del siglo de los Reyes Católicos, de Carlos V y aún de Felipe 11 Odiando el español lo que no fuera español, y añadiendo alodio el menosprecio por el criollo tenido por ser inferior, éste devolvió con creces el odio y el menosprecio De ahí la acerba lucha en que se mantienen las actuales re– públicas intertropicales Cuando las ideas se liberoli zan con la evolución operada en la colonia desde el úl– timo tercio del siglo XVIII y que ha sido objeto de mi libro anterior (La Evolución de las Ideas Coloniales) surge un tercer grupo el de los criollos no linajudos, elevados por su esfuerzo particular y la instrucción Los destellos de este grupo, que en la contienda de tres

siglos iba con el tiempo a ¡oponer su tercería excluyente

se advierten en el clérigo regular que compite ya en ilustración y brillantez con el sordo clero secular en los graduados de la Universidad, en los entusiastas de la Sociedad Económica y en los escritores de la Gaceta Este grupo, a quien se ha negado toda participación en

la cosa pública, ve su momento propicio en la indepen–

dencia en virtud de la cual suprimirá las dos barreros infranqueables, el Rey y el círculo cerrado de la aristo–

cracia

En tal sentido, contra el enor en que incurren

historiadO! es que juzgan superficialmente la situación político-social de la colonia, los Cabildos no representan un punto de partida de la democracia, aunque sí' lo representan de la Independencia futura y la soberanía nacional de más tarde En los cabildos tiene su asien· to el grupo criollo, linajudo y privilegiado, lo llega a conquistOl y lo defiende con el celo con que los reyes la divinidad de su origen Hace por el progreso y los intereses de la humanidad lo que puede pero siempre que a ellos y por ellos y para ellos, en primer lugar, se deba ese progreso Representa de esa suerte, el go–

bierno aristocrático, y cuando ocurre la Independehcio,

bon "do ya el partido de los españolistas o anti– independientes, que nunca tuvo ninguna fuerza efecti– va, el campo queda libre a los dos grupos, el óristócrata y el demócrata, que es entre quienes debe librarse la batalla y jugarse los destinos del país

SE PRESENTA HUMILDEMENTE AL PUEBlO EL EDITOR CONSTITUCIONAL - LOS PRIMEROS ATAQUES

DE QUE ES OBJETO

He dicho que las noticias de la revolución Sud

Americana tenían que disfrazarse para que las autm i–

dades no cayeran sobre el periódico De la misma ma– nera adopta desde el principio un tono humilde para justificar la aparición del periódico y alejar los mismos peligros "Al publicarlo, dicen los redactores, se pro– pusieron que hubiera algún periádico en un país tan extenso como apreciable" El objeto, taJ1"lbién decían, era hacer menos sensible la falta que hacía al Gobierno y a las diferentes autoridades de la capital y las pro– vincias, un papel que manifestara al público sus provi– dencias, sus acuerdos y el estado de administración de las rentas públicas, poner en uso la libertad de impren– ta y romper la valla que levantaba el amor propio y el

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