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mo Pérez y ya enfocando al Dr. Rafaél Ruiz de Gutiérrez, Amador Uriza, dice que éste lle– gó a Rivas "acompañado de su esposa doña Damiana Palacios". El historiador Pérez,

que es el único que detalla esios sucesos, no

dice tal cosa. Trascribimos el párrafo alu–

sivo: "El doctor Rafaél Ruiz de Guliérrez, venezolano, según dicen, acoITlpañado de

doña Damiana Palacios, llamada la paname–

ña, que generalmente, se creía su esposa".

No asegura pues el historiador tal vínculo, desde luego lo ignora, y así, durante más

de un siglo, siempre se ha venido creyendo que la panameña, sólo fuera la compañera del hurnaniíario médico; pero en realidad era su esposa, según Partida de Mairirnonio, que hace dos años, investigando, encon±ra– :maS en los Archivos de Curia de la Parroquia

de la Merced, Panamá, y que literalmente

dice: "Don Bernardino Górnez, Pro., Cura

Párroco de la Merced, Panamá. CERTIFICO: "QUE en el Libro 1 de Matrimonios, en el fo– lio 209, hay una padida que, copiada lite– ralmente, dice así: "En la Ciudad de Pana– má en side de Julio de mil ochocientos vein– te y uno. Yo Fr. Jerónimo Angulo, de 1.a Re–

gular Observancia de San Francisco, Cura In–

1erino del Sagrario de esta Sta. Jgla. Catedral, recibí un despacho con fecha dos del corrien– te por el que el Sr. Juan José Martínez, Deán de esta Iglesia, Vicario Capitular Goberna– dor del Obispado, Sede Vacante, dló comi– sión al Señor Arcediano Doctor Juan José

Gabarcas para que proceda a tornar su con–

sentimiento a la Ciudadana DAMIANlI. PA– LACIOS, naiural de esta Ciudad, hija legíti– ma de Mathias Palacios y Clara Correa, de

esia vecindad, a e-recto de contraer lna±rimo–

nio con el Ciudadano RAFAEL RUIZ DE GU– TIERREZ, oriundo de la Ciudad de Girón, hi– jo legítimo de Ignacio Ruiz de Gutiérrez y

Margarita Gu±iérrez, en cuyo respaldo cons–

ta la oer.tificació~ siguiente: "Juan José Ca–

barcas, Arcediano de esta Santa Iglesia Ca– tedral, Certifico: Que en virtud de la comi–

sión que me confirió el Sr. Vicario Capitular,

en el Despacho de la vuelta, torné su con– sentimiento a la Ciudadana DAMIANA PA– LACIOS, vecina de esta ciudad, hija legilima de Mathías Palacios y de Clara Correa, a efedo de conlraer matrimonio con RAFAEL RUIZ DE GUTIERREZ, oriundo de la ciudad de Girón, hijo legítimo de Ignacio Ruiz de Gutiérrez y de MargarHa Gutiérrez, y hallan– do sus voluntades conformes los casé por pa·

labra, de presente, según el Ritual de nues–

tra Madre la Iglesia. Fueron iestigos: el Ciu– dadano Pablo López, Clérigo, de Menores Ordenes, y la Ciudadana Clara Correa, y los Padrinos el Sr. Miguel Anzoátegui y la Sra.

Manl.~ela Soparda. Panamá, Julio 2 de 1825. Juan José Cabarcas - y yo el expresado Cu– ra para que en iodo tiernpo conste lo firmo (fdo.l Fr. ,GERONIMO ANGULa. La prein– serta partida es copia fiel del original a que me remito. Para que conste firmo y sello la

presente en Panamá a veintisiete de No– viembre de mil novecientos sesenta y tres. Bernardino Gómez, Cura Párroco de la Mer– ced. Hay un sello que dice: Parroquia de N. S. de La Merced Panamá. Sagrario de la Catedral" .

Se desconoce la fuente histórica de la que Amador Uriza tornara el dato de la exis– tencia de lógias masónicas en Rivas y Ma–

saya las que "se pusieron en rn.ovitnien±o,

para tralar de salvar la vida de los colom– bianos, de un injusto cadalso". También históricamente, se ignora a ese Felipe Argüe–

110, que aparece corno "Jefe Militar que man– daba la guardia de Cerda", cuando éste fue traicionado y capturado por el propio Ar– güello en la madrugada del viernes 7 de No– viembre de 1828. Esta captura de de la Cer– da fue de carácter personal, ejecutada por

su prim.o Francisco Argüello, quien en COrrt–

pañía de algunos obrajeños asaltara al Go– bernanle, no obstante la resistencia del leal militar Capitán Isidro Pérez, quien era el Je– fe de la guardia en ese instante. (3).

Pero después de Geisemaní faltaba el Calvario, lo que no fue dificil para Doña Da– miana, mujer en batalla, quien ofreciendo el panal de su ira joven, hizo que su miel enemiga, gota a gota, se fuera hundiendo

corno clavos de odio en la Inadera vencida

del amanie poderoso, ya dócil ante aquella dulzura ofendida. Fue aquel amor un amor

sin amor, contrato del sexo que reclamara

el alquiler de la caricia calculadora, y así fue cÓlno se formó el patíbulo a donde lle– gara el cordero con paso cristiano a la hora de tercia de un jueves 29 de Noviembre de 1828, para que un coro de balas in pinceles le humedeciera de rubí líquido la lana del

tórax

Después de su vengativo delito, doña

Dan1iana, regresó a su pairia, donde supone Amador Uriza, añorara esta tierra. "Quiero verla, decía, conHnuarnen.l:e, hasta que un dí.a de tantos, resolvió regresar a Nicara–

gua". Y la proliferación del escritor fanta–

sioso vuelve: "Por fin iDean sus plantas la

lierra donde ha sufrido y querido tanto; pe– ro, oh! crueldad del destino, súbitamente

queda cieg-a", Y continúa: "Inmedia±a– mente Doña Darrt.iana ordenó el regreso a su

tierra nafiva", Y termina: "Pasan los años

y no sabernos ITlás de nuesfra heroína".

Verdaderan"len±e, nadie se interesó en

Nicaragua por obtener datos en relación a la

mujer, que un día terminara con un régilnen

llevando hasta el patíbulo a un Jefe de Es– tado. Y concluye Amador Uriza refiriéndose

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