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« Previous Page Table of Contents Next Page »ntás o menos violencia, pero muy inferior a la del 10 de la noche. La circunstancia de que a cada uno parécele un retuntbo que se
oye al S. E. de esta población y ntil falseda. des que se divulgan han persuadido que los tell1blores diInanan de un volcán que ha he· cho su erupción por las inntediaciones de la laguna de Apoyo, por el punto llamado No– romeo Yo no podía atribuirlo más que al vol– cán eltcendido que lleva el nornbre de esta ciudad, y ayer que por la orden que USo se sirvió trasmitir nte pasé al ntencionado No· rome, acaba de satisfacerme que son falsas las especies que de aquí se han referido.
Los Sres. don Trinidad Cuadra, don Jus. to JiInénez y yo nos dirigiInos al S. E. hasta el cerro de Pacallita, y de allí emprendintos a pie la bajada de la Laguna por una pen– diente rápida de más de una milla; llega– ITlOS a la ITlargen de la laguna y después de recon"er el territorio de NoroITle sin encontrar cosa alguna, volvimos a Pacallita y de allí nos fuimos por el borde de aquellas alturas. EstuviInos en Cuastepe, a quien tantbién atri– buyen los movimientos, el cual no pasa de una pequeña colina, y habiendo pr'lguntado por las casas humildes y por el fuego que contaban verse durante la noche, encontra– mos desvanecidas tales aserciones.
Volvimos a Masaya por el camino de las lomas, y poco antes de llegar a Quebrada Honda, comenzamos a notar el estrago de los *emblores. Los paredones del campo, es– peClalmen1e el del lado Norte están fractu– rados y en parte caídos al suelo. Muy inme– diatamente a la Quebrada hayal Norte del campo una loma alta con muchas grietas desde su base hasta la cima, las cuales con– tinúan con dirección al Norte. En la propia Quebrada desaparecen absolutamente estas
señales y no vuelven a enconírarse en fodo
el camino para Masaya. Sin duda la consis– tencia del terreno de esta ciudad 10 ha exi– mido de tales aberturas aún cuando esté más próximo a la causa del movimiento.
Al acercarse a Masaya se nota desde lue– go que la vegelación está muerta lo mismo que en. Nindirí al paso que la Pacallifa, da al camIno de Granada y la de toda la cir– cunferencia están con todo el lujo de la Pri– mavera . Atribuyen esta diferencia a las llu– vias amargas que hubo en Noviembre ppdo., pero desde el año en que el volcán arroja humo, cada vez que llueve con viento del Oeste, el agua cae amarga infestada de sus– tancias volcánicas y aunque daña a la vege-
tación es en el aefo, y no se ha observado que permanezca de uno a otro invierno.
Los lugares que dejo mencionados han sufrido también el agua amarga, y sin em– bargo, están reverdecidos Y alegres como sieITlpre que comienza la estación en que nos hallarnos.
No es remoto y ojalá que el volcán hi–
ciera una erupción; no podía ser ITIUY es±re~
pitosa, porque pierde su fuerza por la aber– tura, y así saldrían estos lugares de la in– quietud e incertidull1bre en que viven.
A propósito de esto, quiero consignar en este informe una noticia de la anterior erup– ción de este mismo volcán, la cual ha encon– trado en un manuscrito antiguo. Dice así: "El año de 1772, día 16 de Marzo a las diez y media de la ITlañana, día lunes en la 2a. semana de cuarezma hubo temblores conse– cutivos, y se oyó un gran ±rUeltO al lado del volcán de la Laguna. Se veían volar las pie– dras y el fuego cual una banda de buitres, y los temblores continuaban. Una inmensa nube de humo negro y espeso con chispas cu– bría a Masaya, y los Padres que estaban con– fesando en la Iglesia corrieron sin sOITlbre– ros para Granada, y toda la gente dejaba sus casas y tiendas abiertas. El Padre don Pe– dro Castrillo sacó a la Virgelt de la Asunción y rezando las letanías se fué por la calle de San Juan hasta el borde de la Laguna; de allí pasó rompiendo breñales a la bajada de Nindirí, y luego tomó la calle de San Jeróni– mo. - Entonces el huracán se llevó la nube, y un río de fuego que venía por el bajadero de Nindirí 10m6 para el camino de Managua. - El cura don Salvador Avilez predicaba por las calles haciendo todos penitencia. - El Pa– dre don Pedro Manuel Marenco vino a los ocho días de Granada y predicando en el Calvario que ya que los hombres no llora–
ban, lloraran los cielos, cayó un aguacero,
y después predicando en la Parroquia al en– tra1" una procesión, hubo temblores tan fuer– tes que echaron el púlpito por tierra".
Al consignar la anterior relación no me he propuesto más que al fijar las fechas de la ITlencíonada enlpción, para que haya un documento con que satisfacer la ansiedad extranjera, pues el Sr. Ministro ha visto ITlUY bien la solicitud con que en estos días han preguntado los viajeros par estas noticias, que ellos recogen con el ITlayor interés.
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