Page 75 - RC_1965_06_N57

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EN 1858

LA SITUACION

DE

las entrañas de la tierra. aQué significan esas molduras, qué revelan la lava en esa

profundidad~ aSería allí en otro tiempo la superficie de la tierra\' Parece que no. Lo que dicen las molduras 10 tiene ya explica– do la geología al hablar de la formación de los terrenos secundarios. La lava es proba– ble que sea el resultado de una corriente e1eC±rovolcánica que a esa profundidad fun– dió la arena o las capas de lancha, sin que esa función haya podido manifestarse al ex– terior por el cráter del volcán.

Mas volviendo a la situación moral de estos habitantes, tengo la satisfacción de par– ticiparle que hasta hoy no se ha cometido ni el más pequeño hurto, a pesar del abando– no de las propiedades, ni ningún airo de los crímenes a que regularmente dan lugar los conflictos. En la plaza de San Jerónimo im– provis6 el vecindario una ermita pa.jiza, en donde depositaron las preciosidades del tem– plo, que casi está destruído. Después en 18

horas de trabajo y con un entusiasmo extre– mo, explicable tan sólo por el sentimiento religioso, levantaron otra de 30 varaS de lon– gitud en la plaza principal la cual sirve de parroquia y 10 mismo están haciendo en los demás cantones de esta ciudad. En estos hu– mildes Templos eS en donde se ve el gran– dísimo concurso que implora misericordia; y por la noche, la iluminación, la música y el canto con la tristeza que revela contribuyen a dar a estos aC±os una influencia que se siente, pero que no puede explicarse. Difí– cil sería encontrar una escena más sentimen– tal, más melancólica que un pueblo entero, que a su parecer toca el fin de su existencia arrodillado ante una Virgen, su patrona, su salvadora en otro tiempo a quien entona una salve, y a quien repite con su fervor, "Vuel– ve a nosotros esos tus ojos".

La guerra, el cólera y lal;! mil calamida– des que han pasado sobre nosotros nos han contristado tanto el ánimo de los hijos de esta ciudad como los temblores que desde el 25 del mes pasado amenazan arruinar iodos estos edificios. Tan excesivo temor dimana de la creencia de que Masaya está sen±a– da sobre un terreno minado por el fuego del volcán, de manera que de un momento a otro puede derrumbarse el firmamento que la sostiene y la creencia se ha transformado por aquella anécdota que el Ins±ruC±or refie· re de los frailes que poco después de la con– quis±a descendieron por el antiguo cráter, y observaron una corriente de materia desco– nocida en combustión para el lado mismo en que está situada esta ciudad. Para desvane– cer esta opinión bastaría observar que el vol– cán de esta historia está hoy completamente apagado, y aún mucho más basiaría refle– xionar que la laguna garantiza a este vecin– dario del peligro que se presume, por ha– llarse interpuesta entre la población y el vol– cán. En efecto, según la anécdota de los frai– les la avenida estaba a una profundidad de

300 varas contadas desde la elevada cima del volcán, mientras que de la superficie del te– rreno de Masaya a la del agua de dicha la– guna hay más de 200, y de ésta a su fondo hay una cantidad mayor, puesto que con el escándalo no ha podido conOcerse cuántas veces se ha intentado. Si hubiese pues la corriente que se supone, era preciso que pa– sase a una distancia enorme del fondo de la laguna para que el inmenso peso de sus aguas no se hubiese desplomado, y entonces por el cálculo más positivo se viene en cono– cimiento que no existe ni podía existir bajo Masaya la corriente que me he referido. Sin embargo, el terror disipa los cálculos y aleja toda reflexión; y así es en vano que muchas personas se ocupen de persuadir a la generalidad.

Hay además otra garantía, para no ±e– mer un hundimiento, en la estructura de es– ±e terreno que por ser tan notable paso a describirla. Una capa de tierra vegetal más o menos gruesa cubre generosamente toda el área. En seguida se hallan capas de lan– chas sin interrupción, y a una profundidad como de 90 pies aparecen agujeros horizon– tales que dejan oir ruidos semejantes al de

Un río caudaloso. A continuación, en las ca– pas de lancha se advierten grabados capri– chosos, la hoja de un árbol, por ejemplo, moldurada con entera perfección; y a un po– Co más de profundidad, corno a 180 pies, se encuentran lava fina y tan fuerte, que ha im– pedido la especulación de sacar el agua de

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MASAYA

DESCRITA POR SU HIJO EL HISTORIADOR

JERONIMO PEREZ

Los sacudimientos han continuado con

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