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« Previous Page Table of Contents Next Page »se sin demora á impon~rle la muy preclara gracia de su religión y mandato. .
Con grandísima dificuHad pudo llegar Dávila á las pueblas donde dominaba Ñlca– ragua, y fué ):"ecibido á cuerpo de rey. Vivos y exaliados agasajos se hicieron españoles y bárbaros.
Nicaragua regaló á Dávila una gran can– iídad de oro fino, barras de pla:la, lindas y labradas :lelas de la más suave y hermosa hilaza, lucientes plumas amarillas, rojas, opa– cas y blancas, preciosísimas pieles y grande acumulación de basiímentos.
En cambiq de :Iodo esto, González Dá– vila hizo que' el cacique se visiíese con un sayo de seda y una gorra de paño de grana, obsequiándole además con una gargan:tilla de cristales repulidos~
El cacique se mosiró regocijado de :Iodo. y tornándose en ex:lremo preguntón y curio– so, empeñóse con el padre capellán le dijese "que si los cristianos :Ienían no:ticias del di– luvio que anegó la :tierra y de que si era cier– to que iba il haber o:lro, si al fin del mundo caerían lol> astros sobre él, cuándo y cómo cesaria el curso del-sol y perdería su clari– dad, y lo mismo la luna y las estrellas. De la wisma manera pregun:ló de qué tamaño er&Jl. los astros que miraba en lo a'Ho todas las noches. Acusó de imperfecia á la Natu– raleza porque habíÉl noches obscuras y frías, siendo más ventajoso al hombre que hubiese luz y calo):"".
Sumamente C:;l.;1rioso el indio, era una
grandísima lás:tima que fu~se de edad bas–
faníe avanzada, qu~' á ser Inás joven y su vo–
luntad en a:lraerse á la lumbre dh,ina de la santa creencia, hubiese sido en grande ma– nera beneficiosa su faena en la obra de la conquista y evangelización de todo el país.
Muy animado y alentado hallábase Dá– vila con tan buen suceso en aquell<Is dilata–
dísirnas comarcas, cuando un emisario indio
que llegó, enviado por "Nicaroguán", ofro
gran cacique de las alias montaHas del ::;ur y distante de ,,!hí 80 leguas, enviaba á decir que:
"Doliéndol e mucho de la traición de Ni– caragua y NiCoya á su suelo aceptando á los españoles como hermanos y acogiéndose á sus feos y horripilantes ritos, había resuel– 'to ir contra unos y otros en son de guerra y dirigiendo un numerosísimo ejército que ha– bía aderezado con tal fin; que de la única Imanera que podían evitar los españoles el ser arrojados del territorio de una ferocisima forma, era tornando ellos el camino de su nación por donde habían llegado, renun– ,ciando á quedarse en :tierra india dominan– do á los naturales, como parecía ser su pro– pósito".
A la vez añadía que tanto Nicaragua co– mo Nicoya, en su calidad de traidores á los ,de su raza, debían lTIarcharse talTlbién con los españoles, abandonando sus tribus ó rei-
nos para él, Nicaroguán, imponerles su se– ñorío y obediencia.
Que cuidaran de ejecutar aquel su man– date;> lo más apriesa pe;>sible, pe;>rque si se re– tardaban. y esperaban su llegada serían te;>– dos cruelmente casiígade;>s.
Impueste;> de tode;> González Dávila llamó
á Nicaragua y luego envió un emisario ii Ni– coya, ce;>ntándole le;> que pretendía Nicare;>– guán y diciénde;>le á la vez que se lTIe;>viese de su territorio con la mayor lTIuchedumbre de gente de armas que pudiese, á fin de im– poner al cacique rebelde el más áspero es–
cannien±o.
Tornó cuantas medidas le diciaron su claro discurso y buen entendimiento, y dis– púsose, no á esperar el ataque del indio re– belado, sino salirle á buscar, darle ferocisi– lTIa b¡a,talla de sorpresa y buena disposición para la ventaja de su parle.
Echando mano á un recurso de astucia
y demasiada maljcia, respondió al reto y pro– vocación del arrogante Nic,,!roguán en esia forma:
"-Decid á tu arrogan:tisimo Rey, que estoy plenamen:le en:lerado de sus deseos. ; que yo he venido aquí lTIUY de paso y con ideas de lTIarcharme en seguida á mi país . ; que tal cOmo son sus deseos y mandatos de que abandone estéiS :tierras serán cumplidos. QUe en estos mismos días partiré, pues no quiero provocar su augusta cólera. Que de la lTIisma manera he hecho reconocer á los caciques Nicaragua y Nicoya la jus:ticia de su mandato, y han convenido' ambos en lTIar– charse conmigo y dejar sus reinos á la vo– luntad de Nicaroguán".
Tal fué el ar:tificioso mensaje que Gon– zále:t Dávila envió al arrogante indio; todas estas palabras iban grabadas en unas tiras de cuero de ciervo que usan aquellos natu– rales para poner su escritura y de lo que ha– ré lTIás adelante una lTIUY detallada y cabal relación; quería Dávila coger al indio desa– percibido para el cOlTlbate,· confiado en la verdad de tan engañosas palabras.
Era el subterfugio muy propio de la gue– rra y del momento; pero habernos de hacer una· reflexión dolida de esta muy sutil des– ventura: Siempre fueron en demasía ingra– tas las viciorias alcanzadas por el engaño y la lTIentira.
Con el pretexto santo de atraer nuevos rebaños de almas al redil del Señor, era más que confesable recurrir al ar:tificio.
Dios perdonará le;> que de duro y deso– lante se hace en su servicio; pero J qué :lris_ tísimo es ese mal de llevar á cabo una gran– de y piadosa obra por medio de tales expe– dientesl
y sucedió como había previsto el capi– tán: Nicaroguán estaba desprevenido, cre– yendo en lo que le habían respondido por medio del emisario: creyó de buena fe que los españoles, juntamente con los dos caci-
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