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« Previous Page Table of Contents Next Page »Para impedir su subida deben colocarse ocho cañones, no contando por ahora el puer– to de San Juan, y en el que hecha la paz de– ben formarse dos baterías rasas, y cuyos fue– gos crucen la entrada á él, Y que sean del ca– libre de á 8, 6 quando menos de 6, á saber:
4 en Concepcion, que es donde se dibide el río Colorado de el de San Juan, distante 6
leguas del pueno, para impedir que suban por el; y los oíros 4 en el sitio que ocupó el castillo viejo de San Juan. En estas dos pe– queñas baterías solo debe permanecer en tiempo de paz la de Concepción, eligiendo el terreno menos bajo y más solido, no sola– mente para el indicado objeto, sino tambien para la formacion de un grande almacen que deberá servir para la custodia de los di· ferentes cargameníos mercantiles que con– vendrá se depositen en él por cienas razo– nes que el comercio representará á su tiem– po.
19' ¿SI en el caso de superar eUos las diJicullades que prescnJa el citado río, los detendJia mucho el luerte ele San Carlos.. Si en el caso de poso· slonarse de éste, lomando nosotros buenas pro.. bidencias podrían subsistir muclto tiempo en la
provincia, y quales serian más adaptables, alen.. didas asi las c::ircuns:a.anc:ias de la tropa, como
su eeilded y la del parage?
En el caso de esfar proveido el fuerfe de San Carlos de buena polbora y demás pertre– chos de defensa, con un destacamenfo de 150 á 200 soldados regularmenfe disciplina– dos, parece moralmenfe imposible superen los enemigos aquel punfo por agua; y mu–
cho nlenos si se establece, casi á ningun COg–
to, una baferia rasa flofanfe, formada de gruesos y ligerisimos maderos de balsa (de que abundan aquellas vegas), fondeandola en medio de la misma boca del río, frenfe á la propia fonaleza. Si no obsfanfe lo expues– fa llegasen los enemigos á posesionarse de ella, que siempre sería precediendo algun desembarco, con mucha fuerza de gente, é
inmensos afanes y costos, por lo cerrado y cenagoso de fado aquel terreno, el meior, el mas acertado y el mas economico medio pa– ra echarlos, sería el dejarlos en ella hasfa que su morfiferísimo temperamento y los in– calculables nuevos costos que tendrian que sufrir para medio alimenfarlos, les hiciera abandonar el puesto irremisiblemente. Y si no contentos con apoderarse de dicha forfa–
leza, pensasen en dirigirse para lo interior
de esfa provincia' dejando guarnecida aque– lla, aun en esfe increible (l) ebento, sus per– didas, costos, desgracias y trabajos, serian infinitamente mayores que los nuestros, y su ufilidad ninguna, por mil razones que i>.
ningun hombre medianamente sensato se le pueden obscurecer, atendida la dilatada, mo– lesta y mortifera distancia que tendrían que atrabesar s~n mas auxilio que el de sus fusi-
(1) En el mB., incleible.
les; y por lo que no me molesfo en relafar– las.
20~ ¿Ouales SOft 'ambién las circlUIsJancias de di..
cho Inerle, y las del desJacam.enlo de Chanlales,
déuldo noticia ele sus temperamentos?
La cifada fonaleza de San Carlos (que ya queda dicho ser de fatal temperamento) está situada en la propia boca superior del río de San Juan, ó desaguadero de este gran lago. Su terreno es duro, firme y bastante elevado; su artillería, sino carece de defecíos, y en que no fengo el menor boto, es más que suficiente. La mayor parte de sus enferme– dades dimanan del errado mefodo que se obserba en el arpillage, conducion y conser–
vación de los viveres con que se racic;>na su
guarniciono El destacamento de Chontales se ve situado en parage bastanfemente sano, esto es, en una de las haciendas de aquel partido, pero la más inmediafa á las mon– fañas del Norte por el rumbo que guia hacia Blufiers .
21' ¿Si son pl'ecisos Ó ulUes uno y olro, ó si con.. vencida substiluirlos, y con qué?
,Por ahora es preciso que continue el destacamento de la fortaleza de San Carlos, y al contrario el de Chontales, que no puede servir más que para impedir algun leve robo que los Moscos intenten hacer precisamente por donde está el propio destacamento, por– que por otro lado no lo podrán estorbar.
22~ ¿Qué gente costaran anualmente á esta provin.. cia antbos deslacantenlos, p,or una regulaci6n
prudente?
Es imposible calcular la infinidad de gente que cuesfa anualmenfe dicho desfaca– menfo de San Carlos á esfa provincia, por quanfo la mayor paríe de los milicianos van
á morir á sus casas al cabo de quaiio, seis,
ocho, diez y veiníe meses de haber vuelto de ella; otros fallecen por desenarse, sin cono–
ciInien±o del terreno, en las asperísirnas rnon–
tañ,as que intermedian entre aquella fonale– za y las haciendas de Chontales; otros mue– ren en este hospital de Granada, á donde vie– nen á parar, ya sea por haberse enfermado anfes de cumplir su tiempo, ó ya despues de
cumplido con sus cOlTIpañías, que se deselTI–
barcan todos aquí; y otros, en fin, que que– dan enterrados en el campo santo del mis– mo San Carlos. El desfacamento de Chonta– les no causa regularmente más muenes que
las que sus mal acondicionados víveres aca– rrean, que no son muchas por quanfo fanl–
poco permanecen allí más de cinco meses cada año, y en la luejor esfación.
2:J' ¿Si convendrá que siga el destacamento en
Chontales, aum~n!ando 6 aminorando su nú..
mero de tropas, y 10 mismo las que eslán do
guam.ición en el fuede, expresando en caso de convenir una y ofta rebaja, hasla que número deban reducirse?
El deslacamento de Chollfales no puede
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