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« Previous Page Table of Contents Next Page »experiencia de Puerto Rico con el café pare– ce ser igual a la que aciualmente están con– frontando los produciores de café en Colom– bia y el Brasil, al tratar de competir con los produdores de café en el Africa, donde pre– valece un nivel de salarios mucho más bajo.
Lo que quiero ilustrar es el hecho de que a medida que los países se desarrollan económicamente, el alza en el nivel de sala– rios los obliga a ceder ciertas industrias a aquellos países menos desarrollados que
cuentan con niveles de salarios inferiores.
Ahora bien, si esto es así para los países en proceso de desarrollo, lo mismo ocurre a los
países econólTlicarnen±e avanzados A me–
dida que los niveles de salarios aumenten en estos países, ellos también Se verán obli– gados a ceder mercados de producios a paí– ses semidesarrollados O sea, las industrias
de los países econórnicaznenfe avanzados,
donde la mejor tecnología dicia un alto con– tenido de mano de obra, empiezan a tener dificultades 'cuando el nivel general de sa–
larios suba, haciéndose vulnerables a la com–
petencia de los países con niveles de sala–
ri.os inferiores.
En otras palabras, al igual que los paí– ses semi-desarrollados se ven obligados a ce– der industrias a los países muy sub-desarro– llados, de esa misma forma los países indus– trializados van a tener que cederle industrias de producios manufaciurados con alto conte– nido de mano de obra a los países semide– sarrollados.
Así pues, en el caso de Puerto Rico en– contrarnos que a medida que progresara su desarrollo económico hubo necesidad de ce– der mercados, primero de producios agríco– las (corno el café), luego de producios de in– dustrias domésticas (corno el bordado de ro– pa), después de producios típicamente fabri– les (corno trajes de niños y otros), a áreas
de salarios inferiores; de la misma manera
que los Estados Unidos fue cediendo a Puerto Rico mercados de otros productos industria– les, primero con un contenido de mano de obra alta y poco capital (corno ropa), des–
pués con un lT\enor contenido de Inano de
obra y un poco más de capital (corno zapa– tos), posteriormente con un mayor contenido de capilal (corno máquinas eléctricas).
El resultado es que la estructura de las exportaciones manufaciuradas de Puerto Ri– co, al iguel que su planta industrial está te– niendo un cambio constante en favor de pro– ducios nuevos que tienen un mayor conteni– do de capital y técnica, y un menor conteni– do de mano de obra.
Lo anterior nos da las bases para la es– trategia de la promoción externa. Suponga– mos, como en el caso de Puerto Rico, que
quisiéramos averiguar cuáles industrias en
los Estados Unidos tienden a ser "vulnera– bles" a una posible competencia nuestra. O sea, cuáles son las industrias que los Estados Unidos pueden ceder a Puerto Rico.
Lo primero seria averiguar cuál es la distribución de las industrias de Estados Uni– dos de acuerdo a su productividad, o, si se quiere, la combinación de factores capital– trabajo. Es de esperar que cuanto mayor sea el contenido de mano de obra de una in– dustria mayor sea su vulnerabilidad. Para determinar esto basta con tOlnar el último Censo de Manufacturas de Estados Unidos, donde podernos encontrar datos para esta– blecer una relación entre jornales y "valor agregado". Podríamos hacer una lista de industrias cuya relación de jornales a valor agregado sea de digamos 40 por ciento o
más.
Para determinar que estas industrias
sean de fipo "liviano" o sea, de tecnología
usualmente no complicada, podemos utilizar como guía el contenido de empleo femenino en las mismas. Por regla general en las in– dustrias "livianas" la proporción de mujeres en relación al empleo total suele ser relati– vamente alta. Si una industria además de tener un alto contenido de mano de obra, es por demás liviana, será todavía más vulne– rable. Como es de esperar, este tipo de ejer– cicio nos producirá una lista de industrias que tienden a caer dentro de la categoría general de ropa y textiles. Es por eso que durante la primera etapa de nuestra indus– trialización en Puerto Rico se haya estableci– do un sinnúmero de industrias de este tipo, como industrias de blusas de mujer, vestidos,
ropa interior femenina, trajes de niños, me–
dias de mujer, ropa de calle, pantalones, guaI).tes de vestir y de trabajo, y otras con– fecciones de ropa análogas. Ya para el 1958 dentro de este tipo de industrias Puerto Rico exportaba a los Estados Unidos prqducios por valor de $ 35 millones.
A medida que progresáramos económi– camente algunas de estas indw¡trias, <;;omo la de ropa de niños, se han tornado en de– clh¡antes, pues con niveles d13 salarios más altos ya no es posible competir con oiras áreas. Con el tiempo terminaremos por ce– der muchas de ellas a país,"s con niveles de
salarios inferiores al nuestro.
Así pues, a medida que progresara nues– tra industrialización, nos hemos tornado más
selectivos, concentrando primero en aquellas
industrias que tienen un alto contenido de mano de obra, pero que en general tienden a emplear más honilires. Industrias típicas en este grupo son las de relojes, artículos de
joyería, platería, juguetes, muñecas, bicicle~
ias, vehículos para niños, flores artificiales,
botones, tubos electrónicos, calzado, maletas y otros productos de cuero, etc. Estas son in– dustrias que además de un mayor contenido de mano de obra masculina se caracterizan por su liviandad.
Seguidamente hemos dirigido nuestra atención a aquellas industrias que, además de tener un alto contenido de mano de obra, el empleo es por demás típicamente mascu-
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