Page 102 - RC_1965_06_N57

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"Ni los sangrientos usurpaciones de Napoleón ni la conspiración contra los libertades del género huma– no llamada por antitesis La Santa Alianza (osi como los inquisidores llamaban 01 quemar y atormentar el Santo Oficio) podían nodo contra los victorias que habia conseguido el pensamiento Nodo podían contra ellos los horrores de la revolución francesa, yo que poro contrastar con éstos podían citarse los virtudes de lo América del Norte Los ilusiones del momento, que han sido ton fecundos de crímenes atroces, no pueden compararse con' lo barbarie habitual de los antiguos déspotos del mundo No hoy dudo que o pesar de las guerras, la sangre humana es más respetada que nunca por los gobiernos lo razón ha impuesto un fre– no o lo autoridad despótico, que en otros tiempos de un golpe sólo enviaba al sepulcro una gran porción de lo especie humana la humanidad, gracias o lo ilustra–

ción, que es lo única que pudo enfrenar la barbarie,

lleva en su frente elevado y altivo señales más dignos de su noble origen, o pesar de las manchas de esclavi– tud que la afean todavía' y los mismos tiranos que meditan injurias y atentados contra el hombre, temen que sus maldades no serán callados y que lIegarón o noticio de lo temible posteridad"

Indico más tarde el comino por el cual ha de transformarse el país Después de analizar lo estéril de los revoluciones puramente personalistos concluye "Las revoluciones que mudan la formo de' gobierno, aunque siempre necesitan la fuerza, son 'muy saluda– bles o los pueblos, cuando lo opinión pública las dirige" y lo instrucción y la costumbre las afirman No hablo ahora de los revoluciones en que perece la libertad· como en Roma bajo César y en Grecia bajo los reyes macedónicos Estos no son verdaderas revoluciones son ruinas producidas por la decrepitud de los pue– blos

Lo acción de los luces es la más lento y más segu– ra. No obran violentamente síno persuadiendo La filosofía no necesito de fuerza armada, sino de libertad ¿Si la razón, aún entre las cadenas que la han oprimi– do en los últimos siglos, ha lanzado tantos rayos contra

fa ignorancia y la tiranía, que hiciera, si estuviera lib"re?"

AMPLIO PROGRAMA DE CRITICA. EL RIDICULO COMO ARMA DE COMBATE

El Editor Constitucional empiezo el análisis de to– das las llagas sociales y políticas Véase a este res– pecto su programa demoledor "La sátira, dice un articulista, es el objeto de este papel, tomado la pala– bra en toda su extensián Por lo tanto, en él se verá el ridículo de todas las clases del Estado, los particu– lares tendrán en él también, un lugar distinguido; los abusos, las añejas costumbres, que no tienen más fun.,

demento ni mós apoyo, poro ser seguidas, y aun vene~

radas por los ciudadanos que su antiguo y enóneo origen, serán combatidas por el ridículo, acaso el mejor y único medio de desterrarlas La arbitrariedad de un gobierno que se resiente aún del antiguo sistema, las preocupaciones generales y de familia, el ciego respeto a cierta clase de hombres que no distinguiéndose de los demás sino por su fanatismo, superstición y or!;J.ullo,

son seguidos por la multitud engañado, quien recibe

SU~ consejos y perversas máximos como DI áculos, los impostores que manifiestan un espíritu público y rodean

Q los gobernantes, adulándolos y aun engañándolos acerco del verdadero interés de los ciudadanos, no pensando más que en el propío y particular, serán ata–

codo~ por lo sótirp", etc , etc

H" habído, como se ve, un sQlto brusco desde lo buena intención con que nuestros gaceteros que en

1797, apuntaban las cuestiones políticas y sociales con [o timidez consiguiente a quien sabe que de un lodo tiene la cárcel arma suprema de la autoridad civil, y del otro las mazmorras y Jos braseros de la inquisiCión, hasta estos artículos, que, sin eufemismos de ninguna especie, se enfrentan a los vicios político-sociales de la época

DIRECTAMEITE CONTRA LA ESCLAVITUD

Pero van aun mós allá los valientes redactores y se atreven a herir de muerte el sistema de la esclavi– tud Téngase en cuenta que todavía la consagraban las legislaciones de todos los países

"No hay descendientes más directos de Africa que los mismos españoles, sin embargo, nos dirán, que no descienden de esclavos A vosotros, filántropos del universo, os corresponde responder a esta cuestión ¿Si hay derecho para hacer o algún hombre esclavo? ¿Si el infeliz africano robado a su patria, arrancado de su hogar por los europeos, para venir a ser vendido en América, debió contraer una infamia indeleble para sí, y su posteridad, tan sólo por haber sido víctíma de los comerciantes de carne humana? Pero si ellos no de– bieron ser esclavos no deben por haberlo sido, ser infa– mes, ni quedar prívados del derecho de ciudadanos sus descendíentes, o lo par de los hombres malvados De .10 contrario podría llamarse un derecho lo fuerza, o , por mejor dedr; no habríá entre los hombres más de-recho que éste ¿Pero será posible que este argumen– to se les hayo ocultado a los divinos ingeníos de los cJiputados europeos? Si no se les ocultó reclamaremos

~jem.pre los o.mericanos contra la injusticia".'

Esto lo decían los redactores en una nota marginal que vale más que el mísmo artículo, y el cual con toda

val~ntía se ~'1frenta a la misma Constitución de Cádiz de 1812, que se había vuelto a poner en vigor en Es– paña, con la revolución liberal de Riego, en 1820

Esta Constitución, a pesar de que se hizo, en porte, paro contentar o los americanos y ver si mediante ella estos desistían de levantrase contra España, dejó siem– pre o los ameriCan(lS bajo los españoles en materia de sufragio

Como puede verse por esta noto marginal, los americanos marchaban directamente a la abolición de la esclavitud, y en esta materia, ton bien preparado por José Francisco Borrundia, 'el Dr Mariano Gálvez, don Pedro Molino y dem9s líderes de las ideas revoluciona– riqs, tuvo su más amplío desahogp en una de los pri– meras s~siones del Congre?o reunido cuando volvimos a ser independientes, es decir después de lo malhadada anexión al Imperio Mexicano de don Agustín Iturbide,

~s decir en 1823.

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