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« Previous Page Table of Contents Next Page »un plano histórico y justo, y no casql,livana y hombruna como la pinta el historiador Jerónimo Pérez (Véase al final del apéndice algun.os apuntes históricos)
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CASANOVA
A principios de 1828, apenas organizado el gobierno de Cerda en R;vas, arribó al puerto de la In– dependencia (hoy San Juan del Sur) un buque mer– cante cuyo capitán era el señor VenemeJi que tenía
fama de buen militar Le propusieron de parte de Cerda el malido de fas armas, y se excusó por los com– promisos de su oficio, pero, en cambio, recomendó a un joven guayaquileño que traía a bordo, militar cón prestigios de gran estratega, adquiridos en las guerras colombianas don Francisco Casanova, quien fue acep– tado al momento, por la carencia de jefes militares en aquella época
Casanova tenía 22 años, de pequeña estatura, pelo amarillo oscuro, ojos azules, de finas facciones y
muy amable trato
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GUTIERREZ y DOÑA DAMIANA
Dos años antes habían llegado a Rivas el doctor Rafael Ruiz de Gutiérrez, venezolano, acompañado de su esposa, doña Damiana Palacios Dice Jerónimo Pérez en sus l;lstudi(Js ,biográficos
"El doc,tor era un médico famoso, tanto más que a sys profundos conocimientos, añadía una éaridad extrema", y es admitida en los recuerdos de los riven–
ses la proverbial cooperación de doña Damiona en el
v~rdadero apostolado que su marido ejercía en el de– sempeño de su profesión, y sostienen que era muy querida por la bond(jd de su trato Su porte varonil lo c¡alifica don Jerónimo de audacia, y sus actitudes, como pasiones de un hombre!
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NOMBRAMIENTOS DE CASANOVA
Y GUTIERREZ
La llegada de Casanova fue recibida por Cerda como un auxilio bajado del cielo en su lucha contra Argüeflo, de modo que huelga decir que el joven militar fue colmado de grandes atenciones y halagadoras pro– mesas Inmediatamente es nombrado Comandante
G~~eral ?el Eiér~ito, y como segundo, aunque no era militar ni le atrOla la carrera, al doctor Ruiz Gutiérrez Como era natural, aquel joven de elegante porte n:arcial, culto, afable, se convirtió en el ídolo del ejér– Cito, y él niño mimado de la sociedad
Gutiérrez ya tenía arraigados p.r~stigios de cariño y consideración, de modo que Jos dos eran columnas de sostén para el gobierno de Cerda, a quien servían con fidelidad.
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LA DBLACION
Los altos militares de Cerda, lastimados del ascendiente que habían adquirido los colombianos, re–
s~'Yíeron perderfos y, al efecto, le hicieron creer af dIctador que esos individuos eran agentes del liberta– dor para anexar a Nicaragua a Colombia Es de sen– tido común 'o absurdo de la imputación por la posición geográfica de Nicaragua y por los grandes problemas que los políticos neo-granadinos, tenían entre manOS, pero, para Cerda, católico fanático, que desde que supo que los militares eran masones les retiró su favor era muy fácil convencerlo que aquellas tenidas y
aquellos ritos extraños, eran parte del complot de anexión.
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ARRESTO, PRISION y FUSILAMIENTO
Las logias en Rivas y Masaya, y las reuniones secretas, sirvieron como evidencia de traición Lo que había de verdad, era, que pretendían anexar las logias a lo que en jerga masónica se llamaba "El Gran Oriente de Nueva Granada", de modo que el equívoco favo–
r eció la indigna acción de los delatores
Cerda ordenó, en consecuencia, el arresto de Ca– sanova en Masaya y la prisión de Gutiérrez en Rivas, los ql,le fueron condenados a muerte como traidores Murieron con valor y gran presencia de ánimo '. '¿'oice Jerónimo Pérez "Doñó Damiana puso en
¡uego todos los recursos del ingenio femenino para inclif¡ar a Cerda al perdón, pero en vano", la sentencia
estopa escrita y no podía borrarla "El vecindario sentíd profundamente a Casanova, pero más a Gutié– rrez, que por su profesión era estimado del pueblo Doñ<;J Damianá, cambió la ternura (con qué, Señor Pé– rez'doña Damiana abrigaba ternura?) en furOr; y los trabajos domésticos en seducciones revolucionarias, y
sólo' Se conformaba viendo correr la sdngre de Cerda sobre la de Gutiérrez y Casanova, hUl'fleante todavía" y qué otra cosa quería don Jerónimo que hiciera ésa mujer, a quien llama injustamente, "viva, astuta, seductora que entretenía una corte de adoradores de que el presunto esposo se complacía mucho".
y este gran don Jerónimo, es uno de los mejores historiógrafos de la tierra de los logosr! V apéndice histórico
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LA VENGADORA
Doña Damiana juró vengar a su marido a quien idolatraba Como una moderna Rosamunda la mujer de Albonio rey de los Lombardos, puso en juego todos los encantos femeninos que poseía en sumo grado, pa– ra inducir a la rebelión al jefe de la guardia de Cerda Su hora había llegado Hierática e impasible, personificación de las Furias, creía oficiar en el altar
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