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¿Qué puedo hacer? -exclamaba Lincoln desesperado- El pueblo está impacien-te, Chase no tiene dinero y me dice que no puede recaudar más, el general en jefe está enfermo con fiebre tifoidea El vaso está colmado ¿Qué puedo hacer?

Llegó a pensar seriamente en asumir la dirección de las operaciones militares Pero cuando McClellan se recuperó y se presentó en Washington, Lincoln le permitió seguir ade– lante con sus proyectos Para impulsar al Pequeño Mac a la acción, Lincoln publicó la curiosa Orden General de Guerra número 1, disponiendo que el 22 de Febrero de 1862 comenzara contra las fuerzas insurgentes un movimiento general de las fuerzas de tierra y mar de los Estados Uni– dos

A las dificultades políticas y militares se añadieron las penas personales En Febrero moría a los doce años de edad Willie Lincoln, dejando a su padre sumido en el dolor Suspiraba

i Pobre hijo mío!, era dem~siad!, bueno para este mundo Se negó a comer y paseaba de extre– mo a extremo de la habitación entregado a profundos pensamientos Propuso que el jueves,

día de la muerte de Wíllie, fuera declarado día de luto nacional para /05 familias que habian perdido un hijo en la guerra

Mary, alarmada, rogó al Reverendo Dr Francis Vinton que visitara a su marido. Eí Minístro dijo a Lincoln que el complacerse en su propio dolor, aunque natural, era pecaminoso e indigno de una persona creyente en Cristo Su hijo está vivo, en el Paraíso Recuerde aquel

pasaje evangélico liDios no es el Dios de los muertos, sino el de los vivos, porque todos vivimos

en El" Lincoln repitió entre lágrimas ¿Vivo, vivo? Y el sacerdote contestó No piense que su hijo está entre los muertos, no está ahl, vive hoy en el Paraíso

Fueron meses de desesperación aquellos primeros de 1862 La Unión, cansada de gue-

rra, necesitaba imperiosamente una victoria mifitar

COMANDANTE EN JEFE

r

El presidente se mantenía en estrecho contacto con sus generales Les telegrafiaba, fre-

cuentemente/ varias veces en un solo día

Lincoln no fue comandante en jefe de nombre solamente Desempeñó un papel activo en la confección de los planes militares

Dos dlas después, el 26 de Mayo, cuando McClellan estuvo a la vista de Richmond, el presidente le telegrafió Creo que se aproxima el momento en que usted debe atacar Richmond o bien renunciar a su intento y acudir en defensa de Washington Por entonces el ejército del Patomac llevaba casi dos meses en la Peninsula y habia avanzado solamente sesenta millas

El último día de Mayo, el General Johnston, viendo que el ejército de McClellan estaba dividido a ambos lados del río Chickahomny, que venía muy crecido, embistió contra las fuerzas federales cerca de Fair Oaks y Seven Pines La batalla duró dos días con pérdidas por ambas partes pero sin que se llegara a un resultado decisivo

Fue en Fair Oaks donde el General Johnston, el jefe confederado, resultó gravemente he– rido y tuvo que hacer entrega de su mando El General Robert E Lee se convirtíó en el nuevo comandante del ejército sudista Lee, que conocia a McClellan muy bien y se decía que podía leer en la mente del Pequeño Mac como en un libro abierto, se dio cuenta de que su contrario estaba esperando refuerzos Se fijo el objetivo de atacarle antes que estos refuerzos llegasen

El 26 de Junio los confederados lanzaron su asalto Durante toda una semana -la Batalla de las Siete Dios---- los dos ejércitos combatieron esforzadamente Los federales perdie-ron 16 000 hombres y los confederados 20 000

McClellan se despegó de los ataques confederados y se retiró dieciséis millas hasta Harrison's Landlng, donde se atrincheró en fuertes posiciones Echó la culpa de su fracaso al presidente yola constante intromisión de éste en la estrategia militar Si salvo el ejército esta

vez -decía en un despacho al Secretario de Guerra- le diré claramente que no habré de dar las gracias ni a usted ní a ninguna otra persona de Washíngton Han hecho ustedes todo lo po– sible por sacrificar este ejército.

El Pequeño Mac estaba furioso

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