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solamente para salvaguardar su libertad e independencia de la dominación nordista y para con– servar su forma de vida.

La finalidad del Norte no podio darse a entender con tanta facilidad Sus ideas eran más difíciles de explicar El Norte iba a la guerra no para abolir la esclavitud, sino para asentar el principio de que en un sistema de gobierno libre la minoria no tiene el derecho de derribar el gobierno a su voluntad

Después del bombardeo del Fuerte Sumter se enviaron tropas para guarnecer la indefensa capital La intranquilidad reinaba en Washington Los confederados tenían 15000 hombres en la vecina localidad de Alejandría Los secesionistas de Maryland habían cortado las vías del ferrocarril y los cables telegráficos, la capital quedó aislada Pasaron días sin que se recibiesen noticias de las fuerzas de Massachusetts, Rhode Island y Nueva York, que estaban en marcha Lincoln, que acechaba su llegada con un anteojo, estalló de pronta angustiado ¿Por qué no

vienen? ¿Por qué no vienen?

En Baltimore, los simpatizantes con Jos secesionistas abrieron fuego sobre el regimiento

número 6 de Massachusetts cuando cruzaba las calles de la ciudad Cuatro muertos y muchos heridos quedaran sobre el pavimento Cuando la unidad llegó a Washington, los heridos fueron a presentar sus respetos a Lincoln y el Presidente les dijo con amargura Empiezo a creer que el Norte no existe El regimiento número 7 es un mito, Rhode Island es otro mito Vosotros sois la única realidad

A una delegación de ciudadanos de Baltimore, que fueron a pedirle que las tropas fede– rales no volvieran a atravesar la ciudad, Lincoln les contestó de mal talante

"Ustedes, caballeros, vienen a pedirme que haga la paz bajo cualquier condición y no tienen una palabra de censura contra los que nos están haciendo la guerra Expresan gran horror por el derramamiento de sangre y no pondrían una paja en el camino de los que se están organizando en Virginia y en otras partes para conquistar esta ciudad Los rebeldes atacan el Fuerte Sumter y ustedes, señores ciudadanos, atacan a las tropas enviadas para defender al Go– bierno y las vidas y propiedades de la ciudad de Washington, y todavía pretenden que yo falte a mi palabra y decrete la rendición del Gobierno sin disparar un tiro Eso no sería dig-no de Washington ni de Jackson y no habría en ello ni hombría ni honor No deseo invadir el Sur, pero necesito tropas para defender la capital Geográficamente, ésta se halla rodeada por territorio de Maryland y existe la necesidad física de que esas tropas crucen su territorio Nuestros hombres no son topos para marchar bajo tierra ni aves que puedan llegar aqui por el aire. No tienen más remedio que cruzar el territorio de Maryland y lo harán"

El 21 de Julio de 1861, un cálido domingo, el ejército federal cruzó el arroyuelo de Bull Run y atacó al ejército confederado establecido en Manassas, a unas quince millas al suroeste de Washington Al principio el combate fue favorable al Norte, pero cuando el ejército del Gral. Johnston enlazá con el grueso de las tropas sudistas mandado por Beauregard, los confederados se lanzaron al contraataque y los soldados de la Unión huyeron en desbandada

Para el Norte la derrota de Bull Run fue una suerte disfrazada La carga de la discor-dia interna se disipó, el pueblo se unió mucho más en su esfuerzo guerrero

En el Sur el entusiasmo por la victoria despertó vanas esperanzas Los soldados deser-taban de sus unidades y se iban a sus casas, los políticos creyeron que el éxito sería seguido por el reconocimiento de la Confederación por las potencias europeas, las cuales ayudarían a los se– cesionistas a romper el bloqueo

Las defensas de Washington fueron refarzadas y se trazaron los planes para una próxi– ma ofensiva A fines de aquel año 170 000 hombres bien equipados estaban sobre las armas

McClellan, según dijo a sus amigos políticos, sólo emprendería una ofensiva si sus manos no estaban atadas Se quejaba de que el comandante supremo del Ejército, General Winfield Scott, estaba encastillado en una estrategia defensiva El Gral Scott es el obstáculo -escri– bía- No quiere comprender el peligro He de luchar para imponer mi críterio contra él. Probablemente la cuestión se decidirá mañana dándoseme el absoluto control, independiente– mente de él Imagino que con esto me ganaré su enemistad, pero no tengo otra solución. El pueblo apela a mí para que salve el pais Debo salvarlo y no puedo respetar a nadie que se ponga en mi camina

El General Winfield Scott, que contaba 75 años, enfermo de hidropesía y vértigos y cansado de la violenta actitud del joven general, presentó su dimisión a Lincoln el último día de

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