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pediciones, una hacia Florida y la otra hacia Carolina del Sur Si la expedición de Pikens tenía éxito, el Fuerte Sumter sería entregado Pero cuando el comandante n\lval federol de Pensacola no permitió desembarcar a los tropas de la Unión destinadas al fuerte Pikens, Lincoln no tuvo otra alternativa sino reforzar el Fuerte Sumter

Al amanecer del 12 de Abril de 1861, las balerías de Charleston abrieron fuego contra el fuerte La lucha fratricida que Lincoln había intentado evitar era una realidad,

El estallido de la guerra borró la indecisión de Lincoln Sin vacilar ni dudar mós publicó una proclama declarando que las leyes del país eran incumplidos en los siete Estados secesionis– tas mediante maquinaciones demasiado poderosas para ser reprimidas por procedimientos judi– ciales normales y por tanto se veía obligado a movilizar en los Estados de la Unión 75 000 soldados de sus milicias para suprimir dichos maquinaciones La fuerza había de ser afrontada can la fuerza, el desafío del Sur contra ia autoridad federal no podía ser tolerado

Pocas semanas mós tarde, en su primer mensaje al Congreso, el Presidente explicaba "La culpa no podía imputarse al Norte, era el Sur el que debía ser hecho responsable del delito

Ellos sabían que este Gobierno deseaba sostener la guarnición del Fuerte, no atacarlas,

sino meramente mantener una posesi6n visible y preservar así a la Unión de una efectiva e inme–

diata desaparición, confiando la solución final, como aquí se ha declarado antes, al tiempo, a la discusión y a las urnas electorales, ellos asaltaron y tomaron el Fuerte precisamente con el objetivo contrario eliminar la autaridad visible de la Unión federal obligóndola así a su inmediata diso–

lución IJ

Los disparos contra la bandera del Fuerte Sumter, razonaba Lincoln, forzaron al país a afrontar el dilema o inmediata disolución o sangre Y esta cuestión afecta a algo mós que al destino dé estos Estados Unidos Plantea a la entera familia humana la cuestión de si una re– pública constítucional, o una democracia -un gobierno del pueblo por el mismo pueblo- puede, o no puede, mantener su integridad territorial contl a sus propios enemigos doméstiCos

y plqntea la cuestión de si unos individuas descontentos, demasiado escasos en número para CGn–

trplC!Jr Ja Administración, de acuerdo con una ley organizada

t

pueden siempre, en cualquier caso, cón excu¡:;os¡ 0, arbitrariamente, sin excusa ninguna, derribar su gobierno y terminar así prácti–

camente con todo gobierno libre sobre la tierra Esto nos obliga a preguntar "¿Existe en todas las repúblicas esta fatal debilidad Como cosa inherente e inevitable? ¿Es ¡:¡bsolutamente neceo sarió que un gobierno deba optar o por ser tan fuerte que ahogue las libertades de su pueblo o por ser tan débil que ponga en peligro su propia existencia, sin que haya ninguna otra solu~ión?"

Por consiguiente, considerando el problema, no quedaba otra salida sino la de manlfestór el poder ",ilitar del Gobierno, y por tanto resistir a la fuerza empleada en su destrucCión Cón la fuerza empleada en su conservación

"Ahora debemos résolver la cuestión" -dijo sombríamente- "de si en un pueblo libre la minoria tiene el derecho de derribar al gobierno cuando quiera Si fracasamos, ello serviró paro probar la incapacidad del pueblo para gobernarse así mismo"

GUERRA

El Norte y el Sur tenían fuerzas desiguales La población de los veintidós Estados leales ascendia a unos veinte millones, la población de los once Estados secesionistas -porque, des" pués d; la movilización decretada po~ Lincoln, Virginia, Carolina del Norte, Arkansas y Tennessee se hab,,:m sumado a la Confederaclon- era de seis millones aproximadamente, sin contar los esclavos La industria y los recursos materiales y humanos del Norte eran ampliamente superio– res a los del Sur, pero el espíritu combatiente y los mandos del Sur aventajaban a los de sus rivales El Sur era patria de buenos soldados, que sabían manejar el rifle y montar a caballo Era gente del campo, cazadores y agricultores, no artesanos obreros industriales y habitantes de las ciudades, como la mayoría de los soldados nordistas '

A los sudistas la finalidad de la lucha les parecía clara creían que todo Estado tenía el derecho de separarse, y una vez alcanzada tal decisión, el Gobierno federal no tenía autoridad para intervenir en la cuestión Para el Sur, el Norte había sido el agresor, el Sur iba a la guerra

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